viernes, 15 de marzo de 2019

Una tierra anegada en sangre de todos los colores

Millones de litros de sangre espesa y dulce alimentan a un país que jamás se sacia (es.videoblocks.com)

Desconozco el motivo por el que inicié esta reflexión en mi mente una mañana de agosto de 2018, pero el caso es que me puse a pensar en el absurdo de ciertos odios como tienen al país donde nací determinados estamentos ubicados en el Sur de Estados Unidos de Norteamérica, por considerar que España esquilmó, a través de quienes fueron sus propios antepasados, las riquezas naturales de aquellos países y arrasaron con la práctica totalidad de la población continental y de las islas de los alrededores.

Cualquiera podría pensar equivocadamente que es un auténtico alivio que acudiera a esa zona gente latina en lugar de anglosajones (se calcula que el llamado genocidio de indígenas en Norteamérica, entre los años 1775 a 1890 costó unos 370.000 muertos, cuando en 1800 se calcula su número total en sólo 600.000 almas puras y no tan puras, de los que 20.000 fueron 'blancos'), que optan por otras fórmulas más taxativas a la hora de ocupar espacios en el Orbe Mundial, pero en cualquier caso, ni unos ni otros tenían que haber llegado hasta allí a sembrar muertos, destrozar culturas e imponer ideas.

Fosa común de muertos nativos durante la Masacre de Wounded Knee, en 1890, sacada de subterraneos.com

En el caso del Cono Sur, se calcula que en época de la llegada ibérica al otro lado del Atlántico podría haber unos 13 millones de habitantes concentrados, especialmente, en México y Perú. Frente a eso, en la parte española de la Península había casi 5,2 millones de personas (la mayor parte en el Reino de Castilla), mientras que Portugal acogía a apenas un millón de almas y el Reino de Granada, donde residían los últimos árabes tras ocho siglos de dominación, contaba con unos 300.000 habitantes. La idea de España, pues, distaba mucho de ser una realidad y por el momento se hablaba de "a mayor gloria de Castilla". Y esos 'pocos', junto a algún que otro italiano (sólo hay que mirar las guías telefónicas de Argentina), dejaron sus apellidos a lo largo y ancho del continente americano.

En efecto, hubo guerra, saqueo, mucha violencia, horrores, violaciones, atrocidades y actos absolutamente impropios de personas 'supuestamente superiores'. Se robaron de aquellas tierras todo el oro, plata y piedras preciosas que se pudo (y más) y se ocuparon (con 'c' y con 'k') tierras sobre las que se trabajaba desde hacía generaciones. Sin ir más lejos, y a modo de ejemplo, de los Taínos de la República Dominicana no ha quedado ni el nombre (o eso nos dijeron a mi compañera, amiga y pareja, Yolanda, y a mí cuando visitamos el país un verano).

Pero no soy capaz de encontrar una cifra concreta de muertos debido a los actos de violencia (esencialmente batallas, escaramuzas o enfrentamientos) en el continente de América Central o del Sur. Por contra sí se pueden leer a lo largo y ancho de Internet abundante literatura sobre la debacle genocida que supusieron las epidemias llevadas desde la Península (a sabiendas o sin ser conscientes de ello) y que acabaron con el 95 por ciento de una población extremadamente sana y que desconocía el peligro de los gérmenes europeos. Eso es un auténtico desastre humanitario que se tiene que reconocer a través de los siglos desde la actualidad.

El humor es la mejor fórmula para abrir mentes cerradas como ostras

Esto no justifica, en modo alguno, ese odio antes apuntado a todo lo que huela a español, visto como Estado opresor y esquilmante (que lo fue). Porque se sabe que aquello ocurrió hace la friolera de medio milenio largo, que se dice pronto. Mantener inquinas y rencores de lo que entonces marcó el devenir de la Historia a fuego y sangre a día de hoy es como si en la Península Ibérica no pudiéramos hablar de italianos y tunecinos sin espumarajos en la boca, venas inyectadas en los ojos y una ponzoña en el corazón hacia los que entonces fueron los principales rapiñeros del Mundo Conocido: Roma y Cartago, que dejaron esta tierra de conejos totalmente seca, libre de minerales, oro, plata, fuentes naturales y sobre todo población.

Habría que preguntar a un español medio si odia al romano de turno o si recuerda con saña lo que el tunecino de hace 2.236 años llegó a provocar con su presencia en la Piel de Toro, crisol de cultura e insondable vasija de sangre de infinitos enfrentamientos, hasta el punto de que con todas las almas segadas en esta tierra bien se podrían colmar más de 20.000 Infiernos.

La respuesta es NO. Rotundamente no. Ni de forma natural ni forzada. Salvo los xenófobos (a los que no hay quien entienda y uno se pregunta la razón de su existencia), a nadie se le ocurriría en estos tiempos abrir una navaja toledana de triple muelle y 20 centímetros de largo para rajarle la garganta a un celiense, un trasteverense o un lamarsiano al grito de “¡Ladrón! ¡Opresor! ¡Asesino!”.

Representación artística de la batalla de Baecula entre romanos y cartagineses en tierras hispanas

Y precisamente pensar en los enfrentamientos púnicos de la Antigüedad me llevaron a imaginar la cantidad de muertes que han tenido lugar en esta mágica tierra, cruce de caminos, la mayoría de los casos por hechos bélicos, hasta el punto de pensar que, quizá, sea el punto de la Tierra donde más sangre haya bebido el planeta a lo largo de la Historia por esta misma causa.

No es una afirmación rotunda. Ni mucho menos. Creo que nadie sería capaz de determinar esa circunstancia, pero hay que reconocer que por culpa del lugar donde está ubicada en el mundo, la Península Ibérica (sí, por supuesto, incluyo a Portugal, nuestra segunda piel) ha estado siempre en guerra, consigo misma, con extranjeros y hasta con el mismísimo Cielo, cuando eran otras máscaras las que pretendían representar a un mismo Dios con diferentes lenguas y visiones.

La hemolacria española no es fingida, sino muy real. España llora por ella misma y no por lo que digan de ella.

No tengo claro del todo si la tierra española se ha saciado más con la sangre de las heridas abiertas con todo tipo de armas que con las lágrimas vertidas por tanto sufrimiento y muerte. El caso es que es una tierra empapada y plagada de cicatrices y donde, a pesar de todo, el odio se ha ido adormeciendo (que no desapareciendo) con el tiempo, hasta el punto de que incluso ETA (que hubo una época en mi vida en que creía que iba a ser así por toda la vida y para siempre jamás) ha dejado de asesinar.

Para que nos hagamos una idea de la suerte que tenemos por no haber sufrido más guerras abiertas en este suelo desde la Civil (1936-1939), he aquí una pequeña relación de batallas (gloriosas para unos; atroces para los más inteligentes) con su cifra de bajas (conste que no se cuentan las batallas en el mar ni las que dirimieron los españoles allende las fronteras nacionales y en la que fallecieron a miles. Tampoco las del terrorismo nacional, porque eso equivaldría a conferir un estatus bélico a una circunstancia social y política que no pasan de ser meros asesinatos a manos de auténticos asesinos), a ver si más de uno abre por fin los ojos y deja de hablar de barricadas, ejecuciones y demás miserias apocalípticas.

Batalla del Ebro, cogida de Defensa.com

Van desde la Antigüedad a la Edad Moderna. En algunos casos, como el de Viriato, he preferido detallarlos más por mi admiración hacia su figura, y en otros, como la Guerra de Independencia contra Napoleón se han agrupado para no prolongar en exceso esta muy sangrienta entrada.

Poco o nada se habla de batallas antes de la llegada de los cartagineses, aunque se sabe que entre los pueblos prerromanos que habitaban la península había guerra e incluso entre poblados de un mismo pueblo había rivalidades que muy seguramente acabaron con derramamiento de sangre y fallecidos.
Busto de Aníbal Barca

El caso es que solamente se empieza a hablar de batallas importantes con la aparición en esta tierra de conejos de los primitivos tunecinos. Si bien antes de eso hubo un fuerte enfrentamiento naval entre el riquísimo reino de Tartessos (que no es un mito) y los fenicios que se asentaron en la isla donde hoy en día está ubicada la actual ciudad de Cádiz (Gadir).

Digan lo que digan de los fenicios sobre que eran más comerciantes que otra cosa, en ese enfrentamiento hubo gran mortandad y la derrota de Tartessos permitió a los fenicios ir directamente a las Islas Británicas a surtirse de materias primas, en lugar de tener que comprarlo a sus antiguos rivales, que tenían en primicia esa ruta abierta desde el Sur de la Península.

En este caso la batalla fue tan cerca de tierra que se podría incluir en este enlace, salvo que la cifra de bajas no se aporta en ningún sitio. La fecha rondaría aproximadamente en el mismo tiempo que la fundación de Gadir, en el año 1.100 antes de Cristo.

Batalla del Tajo con victoria de Aníbal Barca el cartaginés y 26.000 efectivos suyos sobre una coalición de unos 100.000 carpetanos, olcades y vacceos (año 220 a. de C.). Unos 8.000 nativos muertos y 2.200 cartagineses fallecidos.

Sitio de Arse (año 219 a. de C.). Población con entre 40.000 y 45.000 habitantes, de los que la mayor parte fallecieron. Se desconoce las bajas que tuvo Aníbal en un asedio que duró ocho meses.

Batalla de Baecula (año 208 a. de C.). Asdrúbal y 30.000 de los suyos se enfrentan a Publio Cornelio Escipión y cuatro legiones romanas más tropas de auxiliares. Hubo finalmente 8.000 cartagineses muertos. Se desconocen las bajas romanas.
Recreación de la batalla de Ilipa

Batalla de Ilipa (año 206 a. de C.). Asdrúbal y Escipión vuelven a verse las caras. El primero con 35.000 hombres a su servicio y el romano con otras cuatro legiones más auxiliares. Hubo unos 15.000 fallecidos por parte de Cartago y sólo 800 bajas romanas.

Coalición de pueblos de la Iberia contra el avance de Roma en su lucha contra Cartago

Segunda Guerra Púnica (años 218 a 202 a. de C.). Se calcula un total de 300.000 muertos entre romanos, cartagineses y otros pueblos. De ese total, un tercio (100.000 fallecidos) cayeron en territorio de Hispania.

Victoria de Lucio Emilio Paulo 'Macedonio' sobre los lusitanos (año 190 a. de C.) Fallecieron 30.000 lusitanos y 6.000 romanos.

Guerreros celtíberos
Revuelta íbera (197-195 a. de C.). Hay 64.000 bajas mortales por parte de celtíberos (indigetes, bergistanos, lacetanos, ausetanos y suessetanos). La parte romana no indica sus bajas, pero se hace muy difícil creer que de los 50.000 hombres que participaron no muriera ninguno.

Victoria de Publio Junio Bruto sobre los lusitanos (año 189 a. de C.). Fallecieron 18.000 lusitanos y se desconocen las bajas romanas.

Asedio de Asta Regia (años 188 a 186 a. de C.). Fallecieron 6.000 lusitanos.

Victoria de Cauceno sobre Cayo actinio Calpurnio (año 154 a. de C.). Fallecen 5.000 romanos y se desconocen las bajas lusitanas.

Segunda Guerra Celtíbera (154-151 a. de C.). Los romanos sufrieron 10.000 bajas mortales, mientras que los celtíberos de Numancia vieron reducido su número de los 25.000 iniciales a los 2.000 finales, lo que da que pensar que sufrieron una ingente cantidad de bajas.

Escaramuzas del pretor Lucio Mumio con los lusitanos (años 154 a 153 a. de C.). Perdió unos 6.000 legionarios y derrotó a un ejercito de lusitanos y celtíberos compuesto por 25.000 hombres.
Numantinos celebrando la muerte de un elefante enemigo a las puertas de la ciudad

Guerra de Numancia (años 153 a 133 a. de C.). Se suele incluir esta guerra como el ejemplo más destacado del ansia de libertad de los habitantes de la Península frente a cualquier orden impuesto desde el exterior, pero fue una auténtico acto bélico de desgaste y horror que comenzó por parte celtíbero con 25.000 combatientes que acabaron siendo 2.000 al final de esta guerra. Por parte romana se inició con 30.000 hombres y acabó concentrando alrededor de la complicada ciudad hasta 60.000. El caso es que la cifra de bajas se suma por decenas de millares. Nada más comenzar la guerra cayeron 6.000 legionarios y poco después otros 4.000. Luego no se especifican mayores cifras de caídos asaltantes, pero los defensores fueron perdiendo fuerza hasta prácticamente desaparecer, con lo que no sería descabellado hablar de esas 25.000 bajas en total a lo largo de esos años.

Derrota del pretor Servio Sulpicio Galba y del procónsul Lucio Licinio Lúculo (año 151 a. de C.). Los romanos perdieron más de 7.000 hombres ante los lusitanos.

Matanza de Galba al pueblo lusitano (año 151 a. de C.). Fallecieron entre 8.000 y 9.000 lusitanos.

El pretor Servio Sulpicio Galba
Victoria del procónsul Lucio Licinio Lúculo ante los vacceos (año 151 a. de C.). Murieron 4.000 nativos. Acto seguido derrota a una coalición ibera con 15.000 guerreros muertos.

Derrota del pretor Cayo Vetilio ante Viriato (año 146 a. de C.) 4.000 bajas romanas (incluido el propio pretor). Más la mayoría de 5.000 bellos y titos que se unieron al resto de las tropas romanas vencidas.

Derrota del pretor Clayo Plaucio ante Viriato (año 146 a. de C.). Otras 4.000 bajas romanas. Tampoco se indican las bajas lusitanas, pero tuvo que haberlas.

Derrota del pretor Claudio Unimano ante Viriato (146 a. de C.). Los romanos sufrieron una aplastante derrota en ese enfrentamiento (no se citan cifras) y perdieron sus estandartes que fueron expuestos por el vencedor en los montes más altos de la Lusitania. La matanza fue tal que se insinúa que perdió la práctica totalidad de su ejercito.

Estatua del héroe lusitano Viriato en Viseu, en la vecina Portugal

Derrota del general Quinto Fabio Maximo Emiliano ante Viriato (año 141 a 140 a. de C.). Los romanos sufren unas 3.000 bajas mortales.

Munda (17 de Marzo del año 45 a. de C.). Hubo 1.000 cesarianos y 30.000 pompeyanos muertos en una batalla que todavía no tiene clara su ubicación, aunque se cree que fue en Córdoba, quizá en Montilla o Santaella.

Ilerda (junio-agosto). Miles de muertos tanto por parte de las tropas de Julio César como por las de Pompeyo, que volvió a sufrir una derrota con capitulación final de su ejército.

Guerra Asturcántabras (29-19 a. de C.). Se considera que entre los romanos y aliados (entre 70.000 y 80.000 hombres, el equivalente a unas siete legiones) hubo "numerosas" bajas, mientras que fallecieron la mayoría de las personas en edad militar para una población estimada de unas 100.000 entre cántabros y astures.

Batalla de Guadalete (del 19 al 26 de julio de 711). Unos 12.000 musulmanes bajo el mando de Tariq ibn Ziyad al-Layti arrostraron a unos 33.000 godos que comandaba el rey Don Rodrigo, que murió en la batalla. Por este mismo detalle se podría decir que el ejercito cristiano fue destrozado (quizá unas 20.000 bajas) y que los musulmanes sufrieron muertes muy escasas (unos centenares puede), pues con sus tropas llegaron luego a tomar Toledo, la entonces capital del reino godo.

Recreación de la batalla de Covadonga, con derrota musulmana ante Don Pelayo

Batalla de Covadonga (28 de mayo de 722). Fallecieron unos 290 astures liderados por Don Pelayo (sus tropas eran de unos 300, por lo que prácticamente perdió toda su fuerza) y 1.104 musulmanes (de una fuerza de 187.000 hombres comandados por Munuza).

Batalla de Roncesvalles (15 de agosto del año 788). Unos 20.000 francos con Carlomagno al frente junto a su sobrino Roland se enfrentan a una numerosa coalición de vascones, que aniquilan la retaguardia del ejército franco y es la causa del fin del citado héroe francés.
El héroe franco Roland

Batalla de Simancas (del 1 al 6 de agosto del año 939). Se enfrenta una coalición de reinos cristianos ante el ejército de Abderramán III formado por unos 100.000 hombres, de los que cayeron por tierra para no levantarse nunca más unos 20.000. Se desconocen las fuerzas y las bajas cristianas, aunque se indican que fueron "abundantes".

Batalla de Calatañazor (julio de 1002). El Califato de Córdoba y sus 160.000 hombres hace frente a una coalición de los reinos de Castilla, León y Pamplona, con unos 30.000 hombres de armas. Perdieron los musulmanes y hasta el mismísimo Almanzor resultó herido, después de perder a 110.000 soldados, mientras que los cristianos tuvieron bajas 'menores'.

Sagrajas (23 de octubre de 1086). Una muy severa derrota de los cristianos de León y Aragón, que reunieron a 2.500 guerreros, frente al Imperio Almorávide, formado por una coalición de cinco taifas de Al-Andalus y la Extremadura, con 7.500 hombres. Los cristianos perdieron a 1.250 (la mitad de sus fuerzas), mientras que de los árabes cayeron ese día unos 3.000.

Navas de Tolosa (16 de julio de 1212). Se enfrentan unos 14.000 cristianos a unos 20.000 musulmanes y las bajas por ambas partes son muy cuantiosas.

Batalla del Salado (30 de octubre de 1340). Enfrentamiento entre las tropas de Castilla y Portugal contra los benamerines, que formaban el último reino magrebí que intentó invadir la Península, aliados al Reino de Granada. Entre ambos bandos se dice que hubo 400.000 muertos por el control del Estrecho de Gibraltar.

Digamos que entre los años 711 y 1085 se produjeron un total de 175 incursiones (entendiendo por ello razzias militares y batallas), de las que 118 correspondieron a los musulmanes y 57 a la parte cristiana. Los árabes dejaron de atacar a partir del año 1050, y desde entonces se limitaron a defenderse. Previamente, entre el 951 y el año 1000 se produjo el periodo de mayor actividad bélica, con 55 incursiones musulmanas, coincidiendo con el temido general de Córdoba Almanzor, y sólo cinco cristianas. En cuanto a los ataques del bando cristiano, no comenzaron hasta el año 751, es decir 40 años después de la gran derrota de Guadalete.

Destrucción de Santiago a cargo de las tropas de Almanzor y el posterior saque que incluyeron las campanas de la Catedral. Imágenes recogidas de la web arrecaballo.es

Batalla de Nájera (3 de abril de 1367). Enmarcada en la Guerra de los Cien Años y en la Guerra Civil de Castilla, enfrenta a Pedristas, seguidores de Pedro I, con más de 10.000 combatientes, frente a los Enriquistas, defensores de la causa de Enrique de Trastámara, con sólo 4.500 soldados. Los primeros casi no tuvieron bajas, y los segundos perdieron a más de la mitad del ejército.

Batalla de Aljubarrota (14 de agosto de 1385). Enmarcada en la Guerra de los Cien Años, unos 6.600 portugueses e ingleses se enfrentan a 31.000 franceses y castellanos. Vencen los primeros con unas pérdidas de 500 a 600 hombres, mientras que los segundos mueren por miles, concretamente unos 9.000, de los más de la mitad perecieron en plena retirada.

Batalla de Toro (1 de marzo de 1476). Se enmarca en la Guerra de Sucesión Castellana. Juanistas portugueses (seguidores del Principal Juan) suman una fuerza de 8.000 hombres frente a seguidores de la que sería más tarde Isabel I de Castilla 'La Católica' aliados de la Corona de Aragón, por su marido Fernando 'El Católico', acumulan otros 8.000 hombres. La igualdad fue tanta que las pérdidas fueron poco más o menos de un millar de combatientes para cada ejército.

Isabel I de Castilla 'La Católica'.
Batalla de Acentejo (mayo de 1494). También se la llama la matanza de Acentejo, en Tenerife. La Corona de Castilla, con 2.660 combatientes, se enfrenta a una fuerza formada de puros guanches, liderados por Bencomo y Chimenchia, de 3.300 guerreros armados con piedras y bastones. Los castellanos pierden a 2.000 hombres y la batalla. De los guanches no se tienen datos.

Batalla de Villalar (23 de abril de 1521). Los comuneros, Bravo, Maldonado y Padilla, reúnen una fuerza de unos 6.000 hombres para enfrentarse al Condestable de Castilla, Íñigo Fernández de Velasco y Mendoza, que representaba al nuevo rey Carlos I de España y V de Alemania. Los representantes del pueblo perdieron unos 2.000 hombres ese día y a la jornada siguiente los tres líderes fueron ajusticiados.

Rebelión de las Alpujarras (1568-1571). La abundante población morisca de Granada se levanta en armas por la Pragmática Sanción de 1567 que limitaba sus libertades culturales. El ejército morisco, con Abén Humeya al frente, que murió, suman 30.000 insurgentes. Don Juan de Austria sofocó la sublevación con 20.000 soldados, y deja en tierra unos 21.000 cadáveres.

Batalla de Torroella (27 de mayo de 1694). Enmarcada en la Guerra de los Nueve Años (1688-1697), enfrenta a 24.000 franceses con otros tantos españoles. Los galos perdieron a unos 500 hombres y los españoles, a 3.300.

Batalla de Vigo (23 de octubre de 1702). Forma parte de la Guerra de Sucesión Española, y, aunque en su mayor parte fue naval, muy cerca de la orilla, hubo enfretamiento igualmente en tierra con tropas que desembarcaron y defensores de la ciudad de Vigo. Los borbónicos (franceses y españoles) eran 10.790 hombres; los austracistas (británicos y naturales de los Países Bajos) sumaban 23.599 combatientes. La derrota borbónica vino de sus 2.000 muertos y toda la flota destruida, mientras que la alianza de corte sajón sufrió 800 bajas mortales.

Toma de Gibraltar (1 al 6 de agosto de 1704). Un centenar de soldados borbónicos, apoyados por 400 civiles armados, defienden Gibraltar ante unos 2.000 austracistas. Los primeros perdieron la ciudad con ocho bajas. Los segundos tomaron la ciudad a costa de perder 260 hombres.

Sitio de Barcelona (3 al 27 de abril de 1706). Sigue la Guerra de Sucesión. Se enfrentan 18.000 borbónicos ante 8.900 austracistas, que se mantenían en la ciudad. Finalmente el desembarco de 10.000 angloholandeses llegados en 56 navíos por mar supuso la desbandada de las tropas de Felipe V. Cayeron 9.000 borbónicos y 2.000 austracistas.

Felipe V, el primer Borbón que reinó en España-
Batalla de Almansa (25 de abril de 1707). Forma parte de la Guerra de Sucesión Española (1701-1715). Unos 32.000 borbónicos hacen frente a 28.000 austracistas. En este enfrentamiento cayeron 2.000 hombres de la coalición franco-española y unos 17.000 de la coalición de ingleses, portugueses y gente de los Países Bajos.

Sitio de Ciudad Rodrigo en la Guerra de Sucesión (18 de septiembre al 4 de octubre de 1707). Murieron 300 combatientes.

Sitio de Tortosa (12 de junio a 8 de julio de 1708). Aquí 28.000 borbónicos perdieron a 2.400 hombres, mientras que los 5.200 austracistas se quedaron sin 538 de los suyos.

Batalla de La Gudiña (7 de mayo de 1709). Se enfrentan 16.000 borbónicos a 18.500 austracistas. Los muertos fueron 400 por los primeros y 4.000 entre los segundos.

Batalla de Almenar (27 de julio de 1710). Enfrentamiento de la llamada Guerra de Sucesión Española con arrostramiento entre borbónicos (22.000) y austracistas (24.000), con el resultado de 1.000 bajas entre los primeros y unas 400 entre los segundos, lo que indica que o bien tenían armas lamentablemente malas o disparaban francamente mal.

Batalla de Zaragoza (20 de agosto de 1710). Borbónicos (20.000) y austracistas (30.000) vuelven a verse las caras. Ganan los segundos con sólo 1.500 bajas frente a las 10.000 del otro bando.

Batalla de Brihuega (8 de diciembre de 1710). La Guerra de sucesión lleva a borbónicos (24.000 soldados) y austracistas (4.000 británicos, concretamente) a verse las caras en una batalla con un millar de muertos entre los primeros y 600 bajas entre los segundos.

Recreación de la Batalla de Brihuega, recogida del periódico digital La Crónica de Guadalajar@

Batalla de Villaviciosa (10 de diciembre de 1710). De nuevo borbónicos (17.000 hombres) y austracistas (15.000), con un total de 6.000 muertos, aproximadamente la mitad en cada bando. ¿Quién ganó? La verdad es que no se tiene muy claro. Eran épocas extrañas y situaciones bizarras en materia bélica.

Sitio de Girona (diciembre de 1710 al 23 de enero de 1711). Se enfrentan 10.000 franceses a una coalición austracista de 2.000 hombres. Los franceses perdieron 348 de los suyos y los defensores de la ciudad, 400.

Sitio de Barcelona de la Guerra de Sucesión (25 de julio de 1713 a 12 de septiembre de 1714). Victoria de los sitiados austracistas sobre las tropas borbónicas y desde entonces en Catalunya se celebra la victoria en la Diada. Las fuerzas enfrentadas fueron de 40.000 borbónicos frente a 10.000 austracistas. Tras más de un año los muertos sumaron los 14.200 entre los primeros y 8.500 entre los segundos.

Batalla de Talamanca (13 y 14 de agosto de 1714). Por un lado estaban 3.000 borbónicos y por otro, 2.000 austracistas. Hubo 80 borbónicos muertos y 20 austracistas.

Sitio de Gibraltar (24 de abril de 1779 a 7 de febrero de 1783). Se enmarca en la Guerra de Independencia de Estados Unidos y supuso el tercer intento de España por recuperar la colonia británica. Por un lado una alianza entre Gran Bretaña y Hanover congrega a 7.500 hombres frente a una alianza de Francia y España de 65.000 hombres. Evidentemente, el intento fracasó dejando en tierra a 6.000 muertos. Sus rivales perdieron 2.573 defensores que murieron y con ellos murieron también 996 pobres civiles que pagaron el pato con sus vidas.

Batalla de Santa Cruz de Tenerife (22 a 25 de julio de 1797). Se enmarca en la llamada Guerra anglo-española (1796-1802). Unos 1.700 españoles defienden la guarnición ante unos 4.000 soldados encabezados por el almirante Horace Nelson. Los españoles pierden 72 hombres y los británicos, a 349, además de que su propio jefe perdió un brazo por el impacto del cañón tigre.

Los Fusilamientos del 2 de Mayo y La Carga de los Mamelucos, de Francisco de Goya, son ejemplos de las atrocidades de la brutal y sangrienta Guerra de la Independencia

Las 100 batallas de la Guerra de la Independencia (23 de mayo de 1808 al 17 de abril de 1814). Las bajas aliadas (españoles, británicos y portugueses) sumaron la cantidad cuantiosa de 470.000 y las francesas llegaron a las 300.000. Evidentemente, son muertes militares, pero hay que sumarle todas las víctimas civiles que hubo y que permitirían pensar en que casi se llegó al millón.

¿Y qué decir de un país que tuvo varias guerras civiles? La primera de ellas, también conocida como la Primera Guerra Carlista, tuvo lugar del 2 de octubre de 1833 al 6 de julio de 1840. En esta ocasión el odio bélico se cebó entre los leales a Carlos María Isidro de Borbón (Carlistas) y los defensores de Isabel II (Isabelinos). Y como ocurrió en el siglo siguiente, ambas fuerzas recibieron apoyo del exterior. Los primeros por parte de Austria, Prusia y Rusia; los segundos, de Portugal, Gran Bretaña y Francia. Murieron entre 60.000 y 80.000 carlistas (combatientes y civiles), así como 66.000 cristianos, 50 lusos, 2.400 británicos y 7.800 galos.

Y no bien hartos de muertos, hubo una Segunda Guerra Carlista, entre 1846 y 1849, con unos 10.000 muertos en total, y una Tercera Guerra Carlista, entre el 21 de abril de 1872 y el 28 de febrero de 1876, de 50.000 muertos. Pero no son las únicas 'civiles' que hubo en este belicoso país. Hay historiadores que consideran que la Campaña de Riego y Represión Liberal (1820 a 1823) los fue y que sumó 7.000 muertos; al igual que la Invasión de los Hijos de San Luis (1823), con 1.000 muertos (de los que 600 fueron españoles), o la Revolución Gloriosa o Septembrina (1868), con 1.600 muertos.

Batalla de Los Castillejos (1 de enero de 1860). la incluyo porque se ubica en Ceuta y no deja de ser territorio español, aunque en plan colonia, como lo es Gibraltar por parte de los británicos. Se enfrentaron 10.000 españoles a 20.000 marroquíes. Los primeros perdieron 600 hombres y los segundos, 2.000. Se incluye dentro de la primera guerra de Marruecos (1859-1860).

Batalla del Alcázar de Toledo (21 de julio al 27 de septiembre de 1936). Unos 15.000 milicianos de la República intentan tomar el Alcázar, defendido por unos 1.028 golpistas. Los primeros tienen "numerosas bajas" (sin contabilizar) mientras que los que estaban en el castillo perdieron a 508 hombres.

The Falling Soldier (Muerte de un miliciano), 1936 by Robert Capa

Batalla de Brunete (6 al 25 de julio de 1936). Unos 85.000 soldados republicanos y 65.000 golpistas se enfrentan en las proximidades de Madrid. Fue una batalla muy cruda, donde los defensores de la República tuvieron 20.000 bajas y los franquistas, 17.000. Una auténtica sangría, como toda la Guerra Civil española. Conste que en esta batalla no sólo había españoles contra españoles, sino que participaron las Brigadas Internacionales en favor del Gobierno y la Alemania nazi y la Italia de Mussolini en ayuda de Franco.

Batalla de Guadalajara (del 8 al 23 de marzo de 1937). Unos 20.000 republicanos se enfrentan a 15.000 golpistas españoles apoyados por 35.000 italianos y medio centenar de pilotos de avión alemanes. Supuso una dura derrota republicana de 6.000 bajas frente a los 400 muertos de los sublevados.

Batalla de Teruel (15 de diciembre de 1937 a 22 de febrero de 1938). Por un lado, unos 100.000 soldados del Ejército de Levante de la República chocan contra unos 104.000 franquicias y nazis alemanes. Suficiente odio concentrado como para acabar con la vida de 20.000 republicanos y 17.000 golpistas (más 33.000 heridos).

El escritor británico George Orwell (el más alto de todos), autor de 'Rebelión en la granja', en el frente de Huesca de la Guerra Civil Española, en una imagen de la Diputación de Huesca

Batalla de la Bolsa de Bielsa (14 de abril al 15 de junio de 1938). Unos 14.000 soldados franquicias tratan de romper la defensa de 7.000 republicanos, con 'El Esquinazau' al frente, en el Pirineo Aragonés. Los enfrentamientos fueron terribles, incluso se llego a usar a la montaña como arma derribándola y haciéndola caer sobre el enemigo enterrándolo bajo toneladas de roca viva. Finalmente, las cifras de muertos de golpistas fueron "cuantiosas", al igual que la de los defensores, pero no se tiene una contabilidad de este brutal enfrentamiento.

Batalla de El Ebro (25 de julio al 15 de noviembre de 1938). Hubo 10.000 republicanos muertos y 34.000 heridos y 6.500 nacionales muertos más 30.000 heridos. Fue la batalla decisiva de la Guerra Civil española (1936-1939), en la que en total se calcula que hubo unas 500.000 bajas, de las que 150.000 ocurrieron en retaguardia (es decir, que eran civiles).

Guerrilla antifranquista (Maquis), de 1945 a 1947. Según un informe de los servicios franquistas, en un principio entraron por los Pirineos unos 7.000 guerrilleros bien pertrechados, que entre 1943 y 1950 llevaron a cabo 8.054 'hechos delictivos'. En las acciones contra los maquis fallecieron 2.036 guerrilleros y la Guardia Civil perdió a 584 hombres entre muertos y heridos.

En total, calculo unos 2,8 millones de muertos, sólo en territorio hispano (sin contar con Portugal ni todas las guerras que se dirimieron en el exterior), que se dice pronto. Pero parece que no va a bastar y para quienes realmente odian esta tierra, muy buenas noticias. La cosa parece que no ha acabado.

Según Michel de Notre-Dame, Nostradamus (uno de los tipos más temidos de la historia), Libia, Irán y Siria atacarán Occidente. Concretamente, los libios (cuando escribo esto se encuentran en pleno conflicto interno entre el Ejército Nacional Libio (LNA) de Jalifa Hartar y las fuerzas del primer ministro Fayez al Serraj) atacarán en el año 2022 a España, y Francia se aliará en este conflicto contra el avance musulmán. Aún así, la profecía dice que caerán Granada y Barcelona (de donde previamente habrá salido un gran ejército) y que el avance de los musulmanes llegará hasta León. Los líderes políticos abandonará el país a su suerte y lo mismo ocurrirá en Italia. Será una guerra muy sangrienta, con gran matanza.

En un principio, el actual monarca Felipe VI logrará contener el avance árabe.

Ahí no acaba la cosa. Andalucía será el escenario de otro ataque llevado a cabo por dirigentes de Oriente Medio. Una guerra que logrará la unión del resto de Europa que acudirá en apoyo de los españoles y se llegará a la paz firmada en París en el año 2048.

Después de eso, mil años de paz en la tierra hasta la venida de Cristo de nuevo, y todos bailaremos el Kumbayá como hermanos felices y alegres, dándonos la mano chapoteando con nuestros pequeños dedos de los pies sobre inmensos charcos escarlata de densa sangre largamente derramada desde que la Piel de Toro empezó a ser habitada.




Una de las canciones que mejor representan mi sensación cuando alguien me habla de España es la de Jeanette, 'Porque te vas', de 1974. La compuso José Luis Perales, pero los arreglos son del genial Rafael Trabuchelli. Se nota en su maravillosa sección de vientos (de lo mejor que he oído nunca, y en esa batería de charles mágicos que aparecen cuando uno menos se lo espera). Una delicia que me transporta a lo que yo creo es Valencia (nunca he estado allí) en un temprano amanecer con el sol dorando las terrazas, azoteas y tejados de los edificios y casas justo antes de una despedida. Pero la marcha no es en el puerto, sino en la estación de autobús. Una de esas despedidas sin palabras y un largo camino hacia un futuro desconocido dejando atrás sinsabores y falsos sentimientos de venganza. Por cierto, no es pregunta (¿por qué?), sino respuesta y explicación (porque). Disfrútenla.

El siguiente tema es de Melba Moore de cuando bailaba hasta bien entrada la madrugada en el Anvick y luego en Siroco de Madrid. 'The magic touch', el toque mágico, para momentos muy especiales como es la lectura de esta entrada tan funesta. Alegra el alma, después de todo.




Hoy en mi ventana brilla el sol
Y el corazón
Se pone triste contemplando la ciudad
Porque te vas.
Como cada noche desperté
Pensando en ti
Y en mi reloj todas las horas vi pasar
Porque te vas.
Todas las promesas de mi amor se irán contigo
Me olvidarás
Me olvidarás.
Junto a la estacion lloraré igual que un nino
Porque te vas
Porque te vas.
Bajo la penumbra de un farol
Se dormirán
Todas las cosas que quedaron por decir
Se dormirán.
Junto a las manillas de un reloj
Esperarán
Todas las horas que quedaron por vivir
Esperarán.
Todas las promesas de mi amor se irán contigo
Me olvidarás
Me olvidarás.
Junto a la estacion yo lloraré igual que un niño
Porque te vas
Porque te vas
Porque te vas.
Junto a la estación yo lloraré igual que un niño
Porque te vas
Porque te vas
Porque te vas.




The Magic Touch (El toque mágico)

Theres something about your smile (Hay algo en tu sonrisa)
I swear that it makes me weak (te juro que me debilita)
And when i'm close to you (y cuando te tengo cerca)
I find that it's hard to speak (me cuesta horrores hablar)
I act like a child of six (actúo como si tuviera seis años)
And i guess that it shows to well (y puedo adivinar que se nota a kilómetros)
That you got the magic touch (que tiene el toque mágico)
And i'm caught in your spell (y me atrapa tu hechizo)
You never convinced me that (Nunca llegaste a convencerme de que)
I'd be great but of petite size (sería genial, pero en menor medida)
But something happens when i look into your eyes (Pero algo pasa cuando te miro a los ojos)
I try to defend myself but to late that i finally see (intento defenderme, pero ya es tarde cuando finalmente veo)
You've got the magic touch (que tienes el toque mágico)
And you cast your spell on me (y me lanzas tu hechizo)
Yeah (¡Sí!)
Yeah - they call it magic baby (¡Sí! Le llaman magia, nene)
Yeah (¡Sí!)
Yeah - it's more like tragic baby (¡Sí! Es más bien algo trágico, nene)
Will i surrender to this fate? (¿Me podré rendir ante este destino?)
Is there no sidedoors to escape (es que no hay una puerta lateral por la que escapar)
That look that you wear so well (Esa mirada que llevas tan bien)
Is enough to make me melt (es suficiente para que me derrita)
I suddenly find myself in things i've never felt (Y de repente me encuentro sintiendo cosas que nunca antes había sentido)
No use in denying when a child can clearly tell (Es absurdo negarlo cuando hasta un niño puede claramente decir)
That you got the magic touch (que tienes el toque mágico)
And i'm caught in your spell (y me atrapa tu hechizo)
Yeah (¡Sí!)
Yeah - they call it magic baby (¡Sí! Le llaman magia, nene)
Yeah (¡Sí!)
Yeah - it's more like tragic baby (¡Sí! Es más bien algo trágico, nene)



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