jueves, 11 de junio de 2015

A la era

Paula, en una era auténtica de época, ubicada en un sendero de la Sierra, muy cerca de Zuheros.

A la era
fue a trillar sus ideas
y su alma
desnuda al sol.

A la era,
se escapó al alba
tratando de atrapar
su canción.

A la era,
que era en la era
donde la halló
saltando libre
de flor en flor.

A la era,
también de noche
la besó conforme
a la situación.

Allá en la era
perdió su esencia
y su verdad
en tierra decantó.

Y en la era,
sin un reproche,
vio la luz
con tan dulce pose.

¡Ay! La era,
esa era que era
cementerio y morada
de inocencia sentida
por amor al amor.

De la era
sólo queda
el soplo de un recuerdo
como polvo a lomos del viento.

Atardecer en el desierto de Dubai. Cogido de viajar.elperiodico.com

A Mel Tormé lo descubrí por casualidad, mucho antes de que su tema "Comin' home baby" lo incluyeran en la banda sonora de "An education", película británica de 2009 dirigida por Lone Scherfig, cuyo visionado recomiendo vivamente, tanto a mod-ernistas como a profanos, porque se intuyen los inicios de una era apoteósica para la música. Así que la incluyo aquí. A mí me produce cierta sensación de nostalgia y melancolía. Cuidado que su cadencia puede convertir a cualquier en adicto...


Y ya que estamos, también la escena del baile de la película en la que suena el tema de marras.


La letra:

Comin' home, baby (De vuelta a casa, nena)

(Do-do-do)
I'm comin' home, baby now (Voy de vuelta a casa ahora, nena)
(Do-do-do-do-do-do-do-do)
I'm comin' home now, right away (voy de vuelta a casa ahora, nena, en este mismo instante)
(Do-do-do)
I'm comin' home, baby now (voy de vuelta a casa ahora, nena)
(Do-do-do-do-do-do-do-do)
I'm sorry now I ever went away (lo siento ahora, pero nunca me fui)
(Do-do-do-doo - I miss you) (te echo de menos)
Every night and day, I go an' stay (Todas las noches y días, me voy y me quedo)

I'm comin' home, baby (Voy de vuelta a casa, nena)
(Come on home) (Vuelve a casa)
Comin' home baby, now (Voy de vuelta a casa ahora, nena)
(You know I'm waitin' here for you) (Sabes que te estoy esperando aquí)
I'm comin' home now, real soon (Voy de vuelta a casa ahora, lo antes posible)
(You've been gone) (Te has ido)
Comin' home baby, now (Voy de vuelta a casa ahora, nena)
(You don't know what I'm goin' through) (No tienes ni idea por lo que estoy pasando)
I'm comin' home, I know I'm overdue (Voy de vuelta a casa, sé que voy con retraso)
(Since you went away - how I feel) (¡Cómo me siento desde que te fuiste!)
S'pect me any day, now real soon (soon) (Espérame cualquier día, de verdad muy pronto, pronto)

I'm comin' home (Voy de vuelta a casa)
(Come on home) (Vuelve a casa)
Comin' home baby, now (De vuelta a casa ahora, nena)
(You know I'm prayin' every night) (Sabes que rezo por ello cada noche)
That everything is gonna be fine (Que todo ira de maravilla)
(Please come home) (Por favor, vuelve a casa)
Comin' home baby, now (De vuelta a casa ahora, nena)
(I want to feel you hold me tight) (Quiero sentir cómo me abrazas fuerte)
S'pect to see me now, anytime (Espera a verme ahora, en cualquier momento)
(When I'm in your arms - I'm all right ) (Cuando estoy en tus brazos, estoy a gusto)
When you're in my arms - I'll be fine (Cuando estés en mis brazos, estaré de maravilla)

I'm comin' home (Voy de vuelta a casa)
(Come on home) (Vuelve a casa)
I'm comin' home, baby now (Voy de vuelta a casa ahora, nena)
(You know I'm counting everyday) (Sabes que cuento los días a diario)
I'm comin' home now, yeah yeah yeah (Voy de vuelta a casa ahora, nena, sí, sí, sí)
(Use the phone) (Usa el teléfono)
I'm comin' home, baby now (Voy de vuelta a casa ahora, nena)
(And baby let me hear you say) (Y, nene, déjame oírte decir)
I'm comin' home, you hearin' what I say (Voy de vuelta a casa, ¿estás escuchando lo que digo?)
(That you're comin' home - I will lay awake) (que estás volviendo a casa - me quedaré despierta)
And I never will go away (Y nunca más me marcharé)
I'm comin' home (Voy de vuelta a casa)

(Come on home) (Vuelve a casa)
I'm comin' home, baby now (Voy de vuelta a casa ahora, nena)
(You know I'm waitin' at the door) (Sabes que te estoy esperando en la puerta)
They can't hold me back now, no more (No podrán esperar verme volver ahora, nunca más)
(I'm alone) (Estoy sola)
I'm pressin' on, baby now (Ya estoy llamando al timbre, nena)
(And pacing up and down the floor) (Recorriendo el piso de un lado para otro)
Oh hear me holler and hear me roar (¡Oh! Escúchame gritar y óyeme bramar)
(Say you'll be with me) (Di que te quedarás conmigo)
Gonna be with you ever more (ever more) (Voy a estar contigo para siempre jamás, siempre jamás)
I'm comin' home (Voy de vuelta a casa)

(Come on home) (Vuelve a casa)
I'm comin' home, baby now (Voy de vuelta a casa ahora, nena)
(Oh baby, say you're comin' home) (¡Oh, nene! Di que estás volviendo a casa)
That's what I say, I say I'm comin' home (Eso es lo que estoy diciendo, digo que voy de vuelta a casa)
(Something's wrong) (Algo va mal)
The road is long, baby now (El camino es largo, nena, ahora)
(You ought to either write or phone) (Deberías escribir o llamar por teléfono)
I'm comin' home and never more to roam (Voy de vuelta a casa y nunca más me iré)
(Baby, tell me you're - comin' home) (Nene, dime que estás volviendo a casa)
Baby, I'm for sure - comin' home (Nena, estoy seguro de que estoy volviendo a casa)
I'm comin' home (Voy de vuelta a casa)

(Come on home) (Vuelve a casa)
I'm comin' home, baby now (Voy de vuelta a casa ahora, nena)
(Come on home) (Vuelve a casa)
I'm comin' home, baby now (Voy de vuelta a casa ahora, nena)
(Come on home) (Vuelve a casa)
I'm comin' home, baby now (Voy de vuelta a casa ahora, nena)
(Come on home) (Vuelve a casa)

martes, 9 de junio de 2015

El hastío

Este cuento tiene una parte muy antigua y otra extremadamente novedosa. Lo inicié en un papel a bolígrafo (plagado de tachones) cuando todavía cursaba en Pamplona, pero le he terminado de dar forma en la actualidad más actual (en el presente que escribo y no en el que tú lo lees). La verdad es que sabía hacia dónde se encaminaba, pero no dónde podía llegar y quizá por esa razón lo dejé sin tocar en su día, porque era posible que si lo hubiera terminado entonces el producto final hubiera quedado un tanto infantil. Hoy por hoy, no es que haya mejorado mucho más, pero estoy más que seguro que es por completo diferente a como hubiera sido (no mejor ni peor, sólo diferente).
Además, dándole muchas vueltas a la idea opté por incluir, en una especie de fusión infernal, otra narración que imaginé en tierras navarras y que se acabó extraviando en una carpeta de color amarillo en el Campus Universitario (por cierto, he contemplado con horror a través del Google Map que se han cargado nuestro campo de futbito que usábamos para jugar sábados y domingos y que estaba junto a las dos torres de Belagua, ¡sig!) en donde también había un dibujo mío de estilo Op-Art titulado "¡España y jodé!", nunca recuperado, con lo que creo que el resultado final será más completito y menos simplón. A ver qué sale de todo esto.
En la vieja Iruña de colores de Otoño me formé como universitario y como narrador. Entre un puñado de inquietos y absurdos poetas de la imaginación prosaica forjamos un Club de Relatos Cortos en el colegio mayor Belagua, en la Torre I, y ahí dimos salida a las ideas que nos jugueteaban en la punta de la lengua con palabras sagradas que se grabaron como fuego en el papel. Algo que acabé mejorando sustancialmente gracias a la impresionante labor del profesor y maestro José Antonio Vidal-Quadras (fallecido el pasado 27 de agosto de 2014), al que debo mi manera de expresarme por escrito (gracias a millones para él):  http://www.unav.es/fcom/fcompass/noticias/80-anos-con-vidal-quadras/
Por cierto, si os preguntáis por qué no me metido a fondo antes con esta narración, la respuesta está en la película "El imperio del fuego", rodada en 2002 por Rob S. Bowman. Me gustó mucho, es una delicia técnica y una excelente historia, pero no quería dar la sensación de que me había inspirado de ningún modo en ella, cuando no era así. En fin, ahí queda eso.
Visión del amanecer sobre la ciudad de Pamplona desde el Monte de San Cristóbal, desde donde se produjo el inesperado y sorpresivo ataque que se describe en este relato. Cogido de www.touristeye.es
EL HASTÍO

"Aburrido. Terriblemente aburrido", pensó mientras fijaba la órbita dorada de su ojo sin párpado en una oxidada lata de aceite que asomaba entre unos matojos pelados y secos. Amanecía lentamente; las escasas estrellas que la contaminación permitía entrever en el cielo se fueron apagando con la llegada de un sol pálido y perezoso, incapaz de calentar las heladas mañanas de aquel febrero sin nieve.
La lata, apoyada sobre una pequeña roca, osciló mecida por el viento que se entretenía en jugar con la multitud de papeles arrojados con un encantador sentido del desorden por los despreocupados domingueros. El movimiento le sacó de su ensueño y su iris reptiliano se elevó a lo alto. "Hubo una época en que las mañanas eran tan transparentes que incluso se podía ver al viento recorrer a sus anchas las tierras. Pero eso fue hace demasiado tiempo".
Movió su cuerpo pesadamente, arrastrando el correoso vientre, hasta el borde del mirador. Abajo, las luces de la ciudad parpadeaban en un inmenso crisol de colores histéricos. Allí estaba su destino, su gran meta. "He vivido durante siglos sólo para ver esto. Patético", se dijo con palabras ardientes.
Se desplazó un poco más levantando con sus duros anillos ventrales el asfalto de la carretera, lo que produjo un sonido chirriante como el de una monstruosa lija raspando una pared rugosa. Miles de aromas inundaron sus fosas nasales, extremadamente sensibles a cualquier tipo de esencia por ínfima que ésta fuera. La tierra hedía a muerte; las flores, a plástico gris; el aire, a aceite quemado, y por encima de todos esos tufos flotaba el sudoroso perfume de los humanos, tan variado como numerosas eran las criaturas de alma negra que habitaban en la ciudad. "Siempre fueron así; viviendo apiñados. Poco saben del solaz de la soledad y mantuvieron al fuego como a un esclavo en vez de como a un aliado, por temor. Ellos sí que son lamentables. Han aprendido a vivir con miedo, y sin él se ven incapaces de existir, de pensar, de crear... Yo les enseñaré lo que es el miedo; acabaré con el tedio que les abruma y les mata por igual, y en la muerte los haré vivir antes de morir para siempre".
Con estas palabras martilleándole su cerebro rojo se apartó del mirador y caminó hacia un bosque artificial de enebros que rodeaba un chalet de tres pisos. Con cada paso que daba su lengua bífida insistía en la misma idea: "¡qué aburrimiento!", marcando un ritmo mental incansable semejante al de la monotonía provocada por la intensa y repetitiva vida de la gran urbe.
En cierto modo, su tedio tenía una razón de ser. Desde que nació a la luz habían transcurrido unos 4.000 años, y en todo ese tiempo se había dedicado a soñar bajo tierra dos veces mil vidas diferentes, todas ellas ricas, todas ellas plagadas de experiencias divinas, todas ellas de pura ambrosía vital...
Le despertaron en 1994, mientras se construía el túnel de Miravete de la autovía de Extremadura, en el término de Romangordo. Fue una explosión mayor que reventó literalmente la falda de la sierra que estaban horadando y en la que murieron varios trabajadores. Toda una tragedia que ensombreció la ira del saurio al ser arrancado de su placentero descanso en el subsuelo profundo y que le obligó a empezar a vivir una monótona experiencia cercana a la de la humanidad, en la que los días se parecían en exceso unos a otros y carecían de aliciente para llenar una cargante existencia inmortal.
Cerca de los árboles, se topó con una pareja de jóvenes muy cercanos el uno del otro. Hablaban en susurros de cosas que sólo a ellos les atañían. Ella permanecía con gesto triste mientras el chico acariciaba con dulzura el brazo desnudo de la joven.
Sus finos oídos captaron las palabras robadas por el viento en la intimidad como si estuviera justo en medio de ambos:
¿Qué he de hacer para catar tu piel? preguntó el hombre.
Amarme le contestó la mujer.
Pero yo no sé amar.
Se produjo un silencio cargado de interrogantes y poco después ambos se besaban con pasión ajenos a los ojos fijos que les observaban.
"¡Vaya, vaya, vaya! Aún hay cosas que no cambian", se dijo y se alejó sin molestarlos.
No transcurrió mucho tiempo antes de que los primeros árboles, y toda la vegetación de los alrededores, se acabaran marchitando y consumiéndose con su sola presencia debido al calor que desprendía su desmesurado cuerpo, a pesar del intenso frío de la estación y de que su ciclo vital se medía por decenas de milenios, con lo que parte de su vigor se había consumido con el tiempo. El resto de la arboleda y la hierba se desvaneció en al aire transformado en humo, fuego y ceniza cuando escupió una ligera llamarada de su boca.
Es curioso, pero los mortales habían planteado numerosas teorías acerca de ese particular don ígneo, aunque ninguna se acercaba ni remotamente a la realidad. Sí, estaba claro que algunos dragones generaban y escupían fuego y se trataba de una combustión interna, pero no tenía nada que ver ni con la química ni con la combinación de determinados elementos inflamables que prendían con una chispa generada desde el interior algunos llegaban a hablar, incluso, de piedras alojadas en algún tipo de oquedad a modo de buche que chocaban entre sí—. Tampoco tenía que ver con la magia, porque ellos no eran para nada seres mágicos. Nada de eso.
Esa llama interna de inconmensurable combustión era genética pura por el origen de los de su especie: "Éramos estrellas, soles, en el inicio del tiempo y descendimos en abundancia a la Tierra cobrando formas pretéritas y todas únicas, pero dentro de nuestro cuerpo ignífugo sigue ardiendo el núcleo de lo que un día fuimos, aunque ya no es más que una pobre sombra de nuestra antigua gloria cósmica".
Quizá hubiera alguien a quien mereciera la pena traspasarle este conocimiento. Quizá esté ahí abajo, perdido en medio de esa locura informe y parda. Puede que sea hoy ese día. Una jornada larga y con dolor, que ya suponía cómo iba a acabar. Porque eso es lo que pasa cuando se llega a un callejón sin salida. Cuando se está muy cerca de la Nada.
A medida que descendía el monte, la tierra se petrificaba bajo él. El efecto de su ardor sería ya permanente y aquella ladera del Ezcaba mantendría abierta esa cicatriz hasta el final de los días, hasta el punto de que los lugareños, claramente inspirados en las obras de Tolkien, bautizaron a ese ancho camino serpenteante con aspecto de lava volcánica cristalizada, y en el que la vida no volvió a encontrar el menor resquicio para renacer, el "Daño del Gusano".
Esta imagen de un incendio, de Ángel Roldán Serrano,
es bastante similar al rastro dejado por el gusano de fuego.
Pero era increíblemente silencioso cuando quería, camuflando sus pasos y el arrastrar de su vientre y cola con los sonidos habituales que se dan en la Naturaleza. Así, ninguno del centenar de habitantes del Casco Antiguo de San Esteban le oyeron llegar y tampoco ninguno de ellos contempló el amanecer del día transformados en escasos segundos en piras ardientes junto a sus hogares de piedra maciza, con los que acabaron fundidos en un inmenso crisol dorado. Al menos, ellos murieron con suerte, porque no tuvieron tiempo para sufrir.
En su marcha, el saurio se había fijado como objetivo primordial las viviendas altas del barrio de la Rochapea entrando en la ciudad por Berriozar, pero desde el cercano Cuartel de la Guardia Civil se había detectado el fuego de la barriada ahora consumida, y habían enviado varias patrullas motorizadas y también en coches para averiguar qué lo había provocado. Y a mitad de camino se toparon con el monstruo y sin mediar palabra ni advertencia previa abrieron fuego con sus armas. Todos los proyectiles alcanzaron al dragón, pero la velocidad del metal no fue suficiente como para atravesar su natural escudo escamoso y quedaron aplastados en el suelo. No obstante, él sintió los impactos y volvió sus fauces hacia los agentes petrificados por la ineficacia de su armamento.
"Por fin aparecen los primeros caballeros montados sobre sus cabalgaduras", pensó con ironía y sonriendo se abalanzó contra ellos. No quiso utilizar el fuego. Los atacó con saña usando el resto de su arsenal: Dientes, uñas, cola y las protuberancias de su cabeza que los temerosos de la iconografía satánica denominarían vulgarmente "cuernos". Los cuerpos de los agentes quedaron por completo irreconocibles, perdiendo cualquier traza de humanidad y los dejó atrás, abandonados, como meras manchas en el suelo, carentes ya de interés en la consecución de su objetivo.
-------------------------------------------------
Aquel festín de violencia desenfrenada le despejó la memoria que mantenía oculta en un rincón con forma de nuez en la base del cráneo. Era su órgano más remoto, donde acumulaba historias cosidas a su esencia anímica del principio de la vida, de cuando el cosmos era joven y los primeros que eran como él todavía se mostraban como seres astrales de fuego divino flotando en las ondas primigenias del inicio de un todo minúsculo que conquistaba la inabarcable nada segundo a segundo dando forma al tiempo. Una de esas historias trataba de su abuelo, uno de los saurios más antiguos, poderosos y también brutales que se habían dado a conocer nunca. Al mismo tiempo, era también el más cercano a la esencia humana de todos los de su raza, y se amaba y odiaba por igual por ello.
Le asaltó la imagen fluida de su antepasado tan harto como él del transcurso imparable de los minutos que pesaban como losas en el delicado misterio de su conocimiento natural de las cosas, vulgarizando todo lo que le rodeaba y soñaba. Por esa razón trazó un plan tan sencillo como práctico, a pesar de que implicaba humillarse ante un humano coronado y toda su triste y paupérrima corte.
Al rey de aquellas islas situadas al oeste de Erin, no le sobraban ni la gloria ni las riquezas, pero a él le bastaba para iniciar su retiro planeado desde hacía años, así que sorteó el mar sin apenas esfuerzo y atacó su fortaleza con escasa fuerza, aunque con saña suficiente como para hacer daño a sus guerreros y llamar su atención. Por eso, Erannan McGolahm, que así se llamaba, descendiente directo de los primeros llegados desde tierras ibéricas, se calzó su coraza, se armó con una larga espada de hierro y avanzó hacia la muerte como el gran líder que era en busca de una canción que lo inmortalizara a los ojos de los hombres.
Allí estaba. Con la inmensa cabeza reposando sobre la piedra de la alta muralla perimetral y dos cadáveres a los pies de la fortaleza-santuario víctimas de su irresistible ira. El rey no pudo ocultar un gesto de asombro y respeto ante la magnitud del peligro que lo observaba con su ojo de fuego. Desprendía tranquilidad y eso resultaba todavía más inquietante para los presentes.
La conversación fue breve y privada, porque su abuelo proyectó el pensamiento directamente en gaélico antiguo en la mente del hombre y éste intuyó que debía actuar de la misma manera. De todos modos, eran palabras como latigazos y había que poseer una voluntad férrea para no sucumbir al dolor que provocaban. De hecho, de la nariz de Erannan manó un hilillo rojo y brillante que tiñó de escarlata la barba del monarca guerrero.
"Dos opciones, no más. O destrucción y muerte o gloria y beneficio para ambos".
Muy directo en su mensaje, el rey contestó a ello relajando el cuerpo. Dio un paso atrás y su escolta interpretó el movimiento como una petición de ayuda, así que sus hombres se colocaron a su altura protegiéndole los flancos. Pero su señor los calmó con la mano y volvieron a retirarse a sus posiciones iniciales.
El ojo de un dragón, similar en su entorno al de una perdiz, nunca descansa.
"No te entiendo, monstruo".
"No me ofendes. Sé lo que quieres decir definiéndome así, y me halaga", contestó su antepasado con dignidad. "Soy más antiguo que la tierra que pisas. Mi edad se mide por eones, aunque no sepas aún qué es ese concepto. El fuego que calienta el seno de tu planeta es el mismo que arde con pasión certera en mi corazón".
"Sigo sin entenderte".
El dragón sintió el cansancio de su abuelo como algo propio y declamó en voz alta las palabras de su antepasado mientras éste le aclaraba por fin al rey el motivo de su presencia.
"Vamos a luchar tú y yo. Me vencerás y me encerrarás en una celda de piedra bajo tierra. Y, a partir de entonces, me mantendrás como un trofeo y señal de tu inmenso poder ante posibles enemigos, además de alimentarme y proporcionarme la paz y el sosiego que mi alma ansía desde hace tiempo".
"Hecho".
El monarca no se lo pensó dos veces y alzó el arma para arremeter contra el cráneo de su abuelo. Pero el filo rebotó en la piedra y Erannan acabó cayendo desde lo alto de la muralla de un fuerte testarazo propinado por su ancestro.
"Casi, pero no". Y su abuelo rió alegre en silencio, porque el juego le divertía sobremanera y la astucia de su oponente bien le merecía pasar un rato agradable con un ligero toque de emoción. Pero eso no le impidió lanzarle una advertencia clara causándole dolor sin matarlo, a pesar de que podría hacerlo en cualquier momento sin esfuerzo aparente.
Una vez ambos en el suelo, permitió al rey incorporarse hasta reponerse por completo del duro golpe y luego se dispuso a levantar en torno a ellos una densa nube de polvo, humo y fuego para disimular sus fingidas embestidas contra el hombre. Por el contrario, Erannan se empleó a fondo, pero lo único que consiguió fue quebrar por la mitad una escama del cuello de su oponente con su golpe más potente.
"Suficiente", siseó su antepasado e inició una fuga recomendando al rey que le siguiera el juego.
Durante diez minutos ambos corrieron alejándose de la fortaleza y de las indiscretas miradas de un pueblo que temeroso por la vida de su monarca se había encaramado a la muralla para vitorearle en cada uno de sus mandobles. Hasta que al borde de un acantilado su antepasado se detuvo fingiendo cojear y gesticuló pidiendo piedad.
"Nadie nos oye; nadie nos molesta. Ordenarás ahora a tus hombres que construyan mi prisión y les harás creer que el hierro y su finalización con la próxima luna llena convertirá mi retiro obligado en inexpugnable para mí. Te creerán porque sois una raza supersticiosa y dada a absurdas creencias. Pero tú, en tu fuero interno sabrás que nada ni nadie me impedirá salir en el caso de que rompas tu acuerdo, y cuando tu vida se extinga obligarás a tu sucesor a continuar con esta tradición que se prolongará a lo largo de generaciones".
El hombre accedió porque creía que el beneficio era mucho mayor que el precio pagado, y su hazaña se propagó con prisas a lo largo y ancho del mundo antiguo y su reino prosperó hasta el punto de que acabó dando el salto a la isla madre, donde levantó otra corte lejos de la presencia de su antepasado. Allí se unió a una mujer, Tailltiu, hija de Lugai, otro de los reyes del norte de aquella verde y gran isla, y tuvo descendencia. Varios varones de valor comprobado y una mujer tan bella a ojos humanos que resultaba difícil no contemplarla, aunque no fuera ésa la intención. Su nombre era Orflaith, o así la llamaban.
-------------------------------------------------
Regresó de golpe al presente. Estaba a un paso de la depuradora de Ansoáin y esa intensa fuga al pasado le hizo recapacitar y frenar un tanto su ímpetu. Así que en lugar de entrar de forma caóticamente directa en la ciudad para sembrar el pánico y la destrucción a sus anchas hasta donde alcanzaran sus fuerzas, optó por dar un veloz rodeo entre Berriozar y Artica para adentrarse en la urbe a través del Parque de los Aromas directo hacia el corazón histórico de la vieja Iruña. Para cuando se diera la voz de alarma de su presencia (teniendo en cuenta las tremendas dudas que generaría en las autoridades locales su mera existencia) ya habría cruzado el Arga y estaría asomándose a Santo Domingo. Quería llegar hasta el mismísimo alma de la ciudad donde había nacido el sentimiento de lo vasco. No porque tuviera algo en contra. Aquello le resultaba del todo insignificante, carente por completo de importancia para su existencia, pero reconocía por sensata intuición el intenso interés de un colectivo no pequeño por ese preciado concepto y, por tanto, tenía la necesidad brutal e incontrolada de mancillarlo. Era abuso de poder impúdico y eso acariciaba como una pluma de ganso su espíritu indomable hasta hacerle sentir tan tremendamente vivo que le repugnaba por su similitud hacia lo humanamente sensible.
Necesitaba resarcirse, con urgencia. Atacó a la primera persona que vio, un panadero aún con las legañas en el borde del ojo y el sabor agridulce del café bailándole por las pupilas justo antes de fumarse el primer cigarrillo del día. Su vida se extinguió entre una doble hilera de dientes que ni siquiera se dignaron a probar su sabor. Únicamente se limitaron a arrancarle músculos y tendones, triturar huesos que derramaron tuétano y sangre sobre su impasible paladar y deshacer órganos internos transformándolos en papilla informe sin identidad ni forma hasta dejarlo en nada. Y todo en escasos y desapasionados segundos en los que el hombre ni siquiera supo que había dejado de existir. Lo escupió y más reposado continuó mientras el sol desvelaba su paso a multitud de ignorantes y, sobre todo, incrédulos ojos.
Aquella mañana en Pamplona esta imagen se repitió en exceso. Imagen cogida de www.elmundo.es
Los de una prostituta del Oriente asiático, con la tez morena y el alma cansada, de la avenida de Guipúzcoa que no había hecho caja en toda la noche; los de un camello de Barañáin que consumía su propia mercancía y se autofagocitaba a sí mismo sin prisas ni ganas; los de un desahuciado de la Txantrea que malvivía su pena en la acera incapaz de mirar de frente a su familia por vergüenza; los de un putero de Sarasate que se había gastado todo su dinero en bebida y cocaína antes de alcanzar su difuso destino; los de un parado de El Mochuelo que buscaba liberarse del peso agobiante de un ocio impuesto, perpetuo y odioso; los de un banquero alcohólico que trataba de ahogar los miedos propios y los ajenos en vasos de anís, patxarán y txakolí, a la espera de que alguien le hiciera sangrar la boca por sus infinitos pecados... Y fallecieron deprisa. Tanto, que pasaron a ser fantasmas vagando sin conocimiento para pasear sus penas y miserias por la eterna Iruña hasta el final de los tiempos. Todo ello lo contemplaron los agudos iris del saurio incapaces de llorar y continuó su marcha con una carga mayor de sabiduría doliente y el rojo plasma hidratándole la quijada aún insatisfecha apremiando su ansia de muerte.
Ya estaba a la altura de la mitad de Bernardino Tirapu, desde donde podía distinguir al fondo las casas altas de la calle Descalzos asomándose al río. Su presencia provocó el pavor entre los más madrugadores de la extensa avenida y las llamadas al 091 y al 112 se multiplicaron hasta colapsar las líneas. Al otro lado del auricular, los agobiados funcionarios que las atendieron comenzaron a tomarse en serio lo que al principio consideraron como una infantil broma de muy mal gusto. Cuando llegó a la falda de la ladera de Santo Domingo tuvo otra regresión repentina.
-------------------------------------------------
Orflaith creció tanto en belleza como en independencia y carácter, y aunque su padre le prohibió acercarse a las inmediaciones de su antiguo reino en la isla, donde moraba su abuelo, la joven (apenas una larva chispeante en edad comparada con la enigmáticamente larga existencia de los saurios) desoyó las advertencias y en ocasiones, acompañada de un ligero séquito de guerreros perdidamente enamorados de ella, cruzaban la oscura lengua del mar sobre barcazas de piel cuando el tiempo lo permitía y se adentraba en la abandonada fortaleza que se asomaba incansable desde su acantilado a la profundidad de las espumosas olas de abajo. En una de esas ocasiones Orflaith se aproximó al bosque donde Erannan erigió aquella celda falsamente mágica en forma de imponente dolmen donde se ocultaba su abuelo y éste la olió primero y luego la cazó con la vista. Su viejo corazón se inflamó con un sinfín de sensaciones y devastó la isla en minutos transformando en teas humanas a la escolta de la princesa, fundiendo la piedra de la antigua fortaleza de Dun Aonghasa y pelando de maleza y árboles todo el entorno antes de raptar a la muchacha.

Fortaleza de Dun Aengus, en la isla de Man.
"¡Maldito zorro viejo! ¡Pensabas que me la podrías ocultar todo el tiempo?", oyó que pensaba su antepasado, y sintió como propio su odio hacia el rey y su gente, a la que prometió aniquilar en los próximos días. Retuvo a la joven en una laberíntica caverna plagada de pinturas rupestres sobre animales esquematizados perseguidos y acosados por armadas figuras humanoides antes de lanzar su ataque salvaje y asesino contra el caher real en Dun Lagaidh. Su fuego estelar vitrificó la piedra y evaporó los cuerpos. Al rey y sus guerreros los inmoló sin piedad como un imparable vendaval y muy pocos de ese pueblo lograron huir hacia el Norte, en dirección a la corte de Lugai, para reclamar sagrado refugio.
Una vez allí narraron los horrores acontecidos en su tierra y el alto rey lloró la triste pérdida de su hija y su nieta a manos del saurio. Pero con el tiempo alguien supo de uno que había oído decirle a alguien que otro le había contado el rumor de que Orflaith podría seguir estando viva en algún rincón bajo la turba y el rey mandó llamar a sus presencia a su hijo Éremón. Por lo que su antepasado supo después, el joven príncipe fue localizado por su escudero sentado casi sin sentido y totalmente alcoholizado sobre su propio vómito a la salida de un afamado lupanar, y el rey no le dio opción a réplica. A los dos días, y todavía con resaca, Éremón y su acompañante, Niul, viajaban hacia el Sur sobre lentos caballos con la mirada baja mientras la lluvia empapaba sus largos cabellos y sus funestos pensamientos. Y a medida que se aproximaban al calcinado reino contemplaron horrorizados los signos de la ira de su antepasado. Sus pasos, finalmente, los llevaron hasta la entrada de la cueva, donde ya no quedaba ninguna señal de vegetación viva y de donde emanaba una ponzoñosa nube de sulfuro de hidrógeno y vapor de azufre.
-------------------------------------------------
Miró arriba, a la base del muro que soportaba la ladera y más allá al que aislaba a los primeros bloques de casas de la Ciudad Vieja. Tenía la oportunidad de irrumpir directamente a través de la hierba y los árboles derritiendo la piedra, pero prefirió dirigirse hacia su izquierda por la calle que ascendía en curva y llevaba directamente hasta el Ayuntamiento. Lo hizo con celeridad, con temor a que se disipara su justa cólera y terminara por quedarse quieto en medio de los bloques de cemento sin tener justificación alguna para sus actos, extraños, incluso, para alguien de su clase y estirpe.
Cada vez había más actividad en la calle y los muertos se contabilizaban por decenas. Aquellos humanos no hacían nada por defenderse y caían ante él como la mies segada por una afilada hoz de bronce. Y cuantos más aniquilaba, más necesidad tenía de saciar su descarnada ansia de muerte.
"¡Ojalá tuviera el poder de cien de los míos para destruir toda la ciudad en segundos!", se dijo en su fuero interno, pero evitó por todos los medios la pregunta que le rondaba desde el inicio de esta aventura en su cabeza saltando de un pensamiento a otro lo suficientemente rápido como no fijarse en ellos más allá de una décima de segundo. Sus pensamientos esa mañana hubieran llenado toda una biblioteca de densos y filosóficos tomos sobre metafísica, esencia multidisciplinar y contraexistencia universal.
Cuando se dio cuenta de nuevo de su propio ser se encontraba jadeando en mitad de la Plaza del Castillo totalmente cubierto de fluidos humanos por todas partes.
"Tardan mucho. Demasiado".
Aguardó lo que le parecieron horas, pero fueron tan sólo minutos. Silencio. No había nadie a su alrededor. Y por fin lo escuchó a lo lejos. Un ronroneo aéreo que le hizo mostrar una mueca similar a una sonrisa. La base aérea de Zaragoza había comenzado a movilizar sus efectivos y los helicópteros eran mejores que los reactores para maniobrar entre edificios y demás mobiliario urbano.
-------------------------------------------------
Al parecer, los dos jóvenes tardaron mucho en adentrarse en su interior. No por miedo. Eso lo hubiera olido su antepasado. Quizá lo hizo por prudencial despecho. Decían del joven príncipe que era una proeza con la espada y los de su pueblo le consideraban un héroe, incluso un campeón. Pero su vida continuaba a la sombra de su padre y eso era algo que también lo sabía todo el reino. Toda la fortaleza física que le sobraba al guerrero le faltaba al hombre en voluntad, y en ese sentido se mostraba en exceso débil, incapaz de controlar sus pasiones y sus vicios demasiado humanos. Puede que eso le retuviera justo antes de tomar una decisión final. Puede que incluso hubiera sopesado por un instante desobedecer al rey y marcharse de la isla cruzando el mar hacia el Sur, hacia el país de sus felices antepasados.
El caso es que entró en el interior de la caverna con la espada apuntando al frente y cogida con las dos manos. Y su fiel escudero le siguió sin dudar. Y una vez dentro vagaron confusamente ofuscados por un laberinto opresivo y asfixiante en el que reinaba la profunda  y candente oscuridad en busca de su abuelo para eliminarlo.
Su antepasado en todo momento supo por dónde deambulaban los dos hombres. Aquella cueva era parte suya sentida, como lo es en las personas el complejo sistema interno por donde transitan sus flujos vitales, y cada pisada del príncipe y su escudero, cada aliento que ambos exhalaban, lo notaba como algo propio. Los tenía justo donde él quería y no se dio prisa en actuar.
Aguantó con paciencia oculto en su escondrijo, perfectamente camuflado con la pared terrosa que había a su espalda en una angosta bifurcación de la caverna, y dejó pasar al príncipe ciego ante su presencia. Pero en cuanto avistó a Niul lo atacó con saña sin darle opción a defenderse. El hombre murió antes de tocar tierra; antes incluso de saberlo, por lo que su alma huyó al Más Allá con una solemne expresión de sorpresa que jamás se reflejó en su rostro carnal.
-------------------------------------------------
El quiosco de la música ubicado justo en medio de la plaza le sirvió al dragón como punto de referencia para moverse en aquel amplio espacio nítido y al descubierto. Miró a su alrededor para captar la presencia de posibles testigos, pero no había nadie. Estaba desierto de vida, salvo por él mismo y abundantes curiosos que contemplaban con horror la escena del monstruo desde la delgada seguridad de sus viviendas a través de las ventanas que daban directamente a la plaza.
El dragón no estaba indefenso, sin embargo. Había mucho sitio para correr a sus anchas y era letalmente rápido, incluso para un aparato aéreo de la maniobrabilidad de los helicópteros "Tigre". Cuando llegaron en formación de cuña, el saurio se hallaba oculto e inmóvil bajo un amplio toldo blanco que cubría la terraza del bar Bearin.
Los pilotos no lo localizaron de inmediato, a pesar de que los informes indicaban que lo que fuera que tenían que encontrar se encontraba en esa plaza. "Un inmenso lagarto", indicaba la orden, pero por mucha imaginación que uno fuera capaz de acumular, la idea de una iguana hiperdesarrollada distaba mucho de la de un dragón que desde hacía siglos nadie había visto y sus ojos no estaban acostumbrados a su figura. Y mucho menos en ausencia total de movimientos.
Optaron por desplegarse y descender algunos metros y ése resultó ser un gravísimo error.
Un helicóptero militar español sobrevolando una ciudad. Cogida de httpeldigitalcastillalamancha.es
El animal esprintó sin hacer el menor ruido y alcanzó de un salto al primero de los aparatos derribándolo con la facilidad que un gato atrapa a una gallina dejándolo inutilizado contra el pavimento. La tripulación del segundo aparato no tuvo tanta suerte. Una llamarada de casi un millar de grados centígrados fusionó carne y metal en una ardiente bola de fuego que consumió al helicóptero con espantosa y rápida frialdad. Para cuando el tercero de los aparatos cobró altura tras percatarse del desastre el saurio ya había desaparecido con una pasmosa velocidad por la calle de San Nicolás ante el espanto de los escondidos espectadores. Y nada más traspasar el portal para bajar las escaleras lanzándose veloz a través de las estrechas vías peatonales le asaltó otra vívida imagen del pasado que le llamaba de nuevo para narrar la historia de su abuelo. 
                                                 -------------------------------------------------
Contempló al príncipe desvanecido delante de él desde hacía ya un buen rato. Tras asesinar al escudero, su antepasado había atacado al señor, pero prefirió no matarlo de inmediato. Tenía curiosidad por saber qué hacía allí un humano armado y preparado para violar su casa sin que mediara con su pueblo de procedencia reto alguno por parte suya.
Cuando Éremón volvió en sí contempló sin miedo en la mirada a su abuelo. Se medio incorporó gruñendo y buscando con la mirada la espada.
"¿Buscas esto?", le siseó su abuelo mostrando un hierro doblado y retorcido por un poder de presión indescriptible que dejó caer a los pies del desvalido muchacho, quien no ocultó su gesto de fastidio al ver su arma inutilizada por completo. La impotencia le hizo resoplar y reposar la espalda contra la pared con la cara mirando hacia el techo.
¿Tienes algún nombre, bestia? Preguntó en voz alta el príncipe.
"Soy Aniun y te exijo que me digas el motivo de que hayas profanado mi hogar con tu insana presencia. Responde y morirás sin dolor, calla y te juro que acabarás pidiendo clemencia con tu honor enfangado y tu alma asomando por la garganta".
Éremón sonrió más por sorpresa que por miedo. Jamás le habían amenazado de esa manera y le llamó poderosamente la atención. Al igual que la supuesta falsa ignorancia de su antepasado. Eso sí le hizo cambiar la cara antes de responder con la palma de las manos hacia arriba a modo de interrogante.
¿Cómo que qué hago aquí? ¿No has arrasado la tierra de mi tío, el noble Erannan McGolahm? ¿No has asesinado a toda su gente? ¿Acaso no mantienes retenida a la hija del rey, mi prima Orflaith? Tengo motivos de sobra para venir aquí y cobrarnos la familia venganza justa y convertir tu pellejo en corazas para nuestro ejército.
Pero habló sin pasión y su abuelo no se sintió ofendido.
"¿Por qué crees que Orflaith está aquí contra su deseo?".
El príncipe frunció el ceño y le miró de forma intensa. Su antepasado irradiaba una luz propia que iluminaba el interior de la caverna y comprobó que sus palabras surtían el efecto deseado. Uno de sus pasatiempos favoritos era modelar almas ajenas a su antojo, transformándolas en meros jirones de niebla oscilante por mor de su voluntad.
-----------------------------------------------------------
A la altura de la plaza ubicada ante el templo-fortaleza que prestaba su nombre a la calle, el dragón giró de golpe y se lanzó de cabeza contra la puerta lateral de entrada. El helicóptero superviviente le había seguido a distancia en altura, tanto por prudencia como por imposibilidad de adentrarse libremente en San Nicolás sin mermar su capacidad de maniobra. Lo tuvo a tiro un par de veces, pero el piloto no tuvo opción a disparar si no quería herir a los numerosos visitantes que abarrotaban ya la calle y que trataban de apartarse con pánico y a gritos de las embestidas del saurio.
Preciosa imagen de la iglesia de San
Nicolás
, en Pamplona. Cogida de
www.parroquiasannicolas.es
Reventó la verja con el ímpetu de su correoso cuerpo y también parte del soportal antes de astillar con un denso crujido la gruesas hojas de madera y hundir la mayoría de las pétreas jambas con forma de columnas que soportaban los arcos superiores. Una vez en el interior aspiró quieto en la penumbra los olores allí concentrados: la cera derretida de los reconcentrados cirios, las minúsculas llamas cimbreantes que luchaban por mantenerse activas sobre renegridos cabos casi inexistentes, el abundante incienso disperso para mitigar o disimular la densidad de los múltiples sudores allí concentrados, y también el viscoso aroma de varios humanos, entre mujeres mayores, hombres de avanzada edad y un par de niños. Pero no eran muchos y se habían escondido de su presencia. O, al menos, lo intentaban inútilmente.
Se encontraban todos concentrados a su espalda, en la entrada que sube a la torre del templo, bajo el soporte del impresionante órgano barroco, inquietantemente silencioso, como si aguardara conteniendo el aliento por lo que estaba por llegar. El saurio volvió la inmensa cabeza con las fauces abiertas y forzó un siseo más propio de ofidio salvaje y pedestre que de sabio saurio de origen cosmogónico.
Pero se quedó perplejo cuando contempló a una figura alargada y oscura que se le aproximaba apestando a terror, pero con firmeza en el paso. Si bien notó un ligero temblor en sus rodillas y eso le habría hecho sonreír, si hubiera sido posible. Era el párroco.
Al fondo se escuchó un único e infantil llanto ahogado.
"¿Vienes a juzgarme, hombre-tocado-por-la-Divinidad?".
El interpelado se detuvo sorprendido. No dejaba de ser un animal lo que tenía delante y lo último que esperaba era que se comunicara con él de la forma que fuera.
------------------------------------------------
A decir verdad, resultaba molesto regresar involuntariamente a esa memoria impuesta y ajena que le trasladaba a un pasado que no era el propio, pero tan intensamente vivido como un intransferible presente personal.
No te entiendo escuchó decir al príncipe a través de los oídos de su abuelo—. Te la llevaste a la fuerza. Mataste a su escolta para hacerte con ella. Creímos que había muerto, pero lleva contigo viva casi una estación y media... Y si no es por obligación, ¿cómo y, sobre todo, para qué la retienes contigo?
"Deja de lloriquear. Demuestra que eres príncipe".
Pero no me has contestado, monstruo.
Su abuelo colocó la garra en la cara del muchacho, que gritó de dolor. Y también había algo de miedo, muy en el fondo.
"Me calificas de monstruo, cuando tú dudo que acaso tengas ni alma. Dime, ¿qué haces tú para ser algo o alguien? Huelo en tus venas la bebida que atonta el pensamiento y me has demostrado que no has recuperado nada de lo perdido ahí dentro".
Le soltó dejando la garra del menor de sus dedos a la altura de la mejilla y le abrió un surco rojo que supo aguantar con una decisión sorprendente ahogando un suspiro con los dientes apretados. El muchacho sudaba agobiado por el ambiente que le oprimía, por su antepasado que le presionaba con su poderosa mente, el calor que derretía su escasa grasa corporal y la obsesión permanente de no saber con exactitud qué hacía allí y la razón por la que iba a dejar de existir de un momento a otro. No obstante, decidió contestarle al final.
Garra de iguana, del gran Sebastião Salgado.
La similitud con una mano humana es inquietante.
Da la sensación de llevar un guante largo.
"Ella no está aquí obligada".
Aquello bastó para despertar una sincera curiosidad en Éremón. Pero el hombre dejó continuar a su abuelo sin interrumpirle.
"¿Y si te dijera que está enamorada de mí? ¿Y si supieras que no quiere apartarse de mi lado? Nunca".
Por la expresión del muchacho bien mereció la pena guardar aquel precioso momento para la eternidad perfectamente conservado en su memoria.
------------------------------------------------
"¿Te extraña que te hable?".
El saurio disfrutó de la incómoda situación del sacerdote, que seguía con la boca medio abierta en señal de asombro. Sus ojillos buscaban con urgencia en las sombras de los alrededores las palabras correctas para contestar, aunque su cerebro se resistía a mantener una conversación con lo que él veía era un ser irracional.
Te conmino a abandonar la morada de Dios, templo de santidad que tu presencia mancilla, demonio.
"¿Demonio? se burló el dragón arrastrando las vocales y recreándose en la consonante eme. Sabio, querrás decir, druida. ¿Tienes el poder de paralizarme y mantenerme en suspenso en el tiempo como hacían tus iguales en la antigua Hibernia?".
Aquí no tienes nada que hacer. ¡Vete, en nombre de Dios Santísimo! ¡En nombre de Jesús Vivo, yo te expulso! ¡Sal de Su casa!
"No. Careces por completo de poder, que en tu caso equivaldría a fe, y ni sabes ni puedes ni, en realidad, quieres que me marche. Dio un paso sinuoso en dirección al hombre enmudecido de golpe—. Deseas que acabe con tu insulsa vida, con esa existencia tan vacía como innecesaria, y estoy más que dispuesto a cumplir ese otro deseo tuyo, servidor-del-Dios-encarnado".
Lo destripó sin dolor y sin ensañarse. Tan sólo le permitió marchar con su creador de forma rápida y eso le dejó por completo insatisfecho. Pero pronto escuchó otros pasos más ligeros, frescos y mucho menos prudentes dirigirse hacia él. Vio salir de la oscuridad a un niño y una niña más pequeña cogidos de la mano. Esta vez fue él el extrañado.
¿Por qué? ¿Por qué lo haces? Preguntó el chico dejando a la que era su hermana detrás, a su espalda. Protegiéndola.
"¡Ah! Por fin la maldita preguntarespondió el dragón con hastío y alivio. Pero el niño no se amilanó y volvió a plantearla con voz más firme.
------------------------------------------------
"¿Por qué? No. Pregúntate más bien cómodijo su antepasado al príncipe. "Quizá baste con hablar, pero tú de eso careces de conocimientos suficientes, ¿verdad? Sólo sabes conversar con la espada, niño-príncipe, y lo haces para silenciar otras voces más aptas, más sinceras, con más razón que tú para vivir. Son ironías cada vez más comunes en este mundo que comienza a envejecer a ojos vista".
Vale. Hablaste con ella y la convenciste de que eras maravilloso y abandonó cualquier esperanza de volver a ver la luz y quedarse contigo para siempre atada a la oscuridad sentenció con gesto aburrido el joven. Pero no me explico para qué. No entiendo la razón de un amor que compartir contigo.
"Hice algo más que hablar. Se lo mostré, así como te lo voy a mostrar a ti, y lloró conmigo".
Su abuelo volvió a colocar la garra en la frente del príncipe. Esta vez con suavidad y el cuerpo del muchacho se contorsionó con las visiones que le asaltaban sin descanso ni tregua. Contempló el vacío del espacio y sintió frío. Luego un estallido silencioso lo cegó por completo y un viento abrasador calcinó su alma al tiempo que el nuevo universo comenzaba a expandirse capturando espacios aún ni siquiera soñados, todavía sin concebir y creándolos a medida que avanzaba en todas direcciones, generando una inmensa esfera de perímetro infinito e inabarcable. Vomitó de nuevo cuando luces con velocidades incalculables le rodearon, cobrando formas de una belleza inusitada. Eran millones, cada uno de ellos diferente, cada uno de ellos con un poder y una capacidad de acción suficiente para crear mundos con su imaginación.
"Míranos. Éramos dioses", le susurró su antepasado, y el cabello del príncipe se destiñó hasta tornarse blanco.
Las visiones giraban en su mente recreándose en la náusea del estómago carente ya de contenido y de forma y así transcurrieron eones en apenas unos segundos que resultaron ser horas relativas para el joven humano. Y finalmente apareció un planeta que aterró al joven por su extraña redondez y su nada ordinario color azul, aunque al principio era ocre y sulfuroso. detestable para la vida.
Imagen de una nebulosa que personalmente me recuerda la forma de un dragón en el espacio. Cogida amablemente de www.emiliosilveravazquez.com
"Nadie sabe exactamente quién lo imaginó, pero a muchos de nosotros nos robó el aliento y nos llamó con voz de seda".
¿Seda? Balbuceó Éremón, con un hilo de voz.
"No importa; no importa. Créeme que eso es lo de menos".
Ambos contemplaron cómo el poder menguó considerablemente en aquellos increíbles seres al encarnarse en el principio de los tiempos, mucho antes de que cualquier otra vida con capacidad de subsistir siquiera asomara por un momento su deseo de permanecer anclados a la tierra recién parida. Y aquellos generadores primordiales de energía vital insuflaron su savia a las arterias del planeta llenándolas de riqueza imperecedera mientras se enterraban bajo el subsuelo, lo más profundamente posible para que todo lo creado obviara su existencia. Para estar tranquilos y en paz disfrutando de su existencia plena.
Tanto poder. Tanta capacidad, ¿sólo para soñar y no hacer nada más?
"Para que el mundo soñara con nosotros y despertara a una vida sin precedentes. Sois simple cieno que se mueve merced a nuestros pensamientos".
Los sueños de los primigenios modelaron el aire, el agua y la tierra y de los recuerdos espaciales algunos enhebraron minúsculos y frágiles hilos para conformar un principio de movimiento inusual que derivó en almas para rellenar carcasas carnales que estaban por venir. Había algo mayor, algo que envolvía a todos los durmientes guiando sus voluntades. Pero los hubo que se rebelaron porque se creían con capacidad de decisión propia y se produjo una guerra interna e incruenta, aunque con innumerables bajas.
------------------------------------------------
"Porque puedo", fue la respuesta.
¿Y para qué sirve ser tan fuerte si lo único que sabes hacer es destrozarlo todo?
"Soy voluntad pura, niño. Digo y hago a mi libre albedrío y antojo porque nadie me lo puede impedir. Ninguno de vosotros está capacitado para detenerme".
Entonces, ¿te divierte matarnos?
"No. Sólo me alivia".
El saurio no mentía. Su vacío interior era como un inconmensurable agujero negro en mitad de una breve galaxia, agotando su energía, trasladándola a cada instante al otro extremo del espacio y dejándole con demasiados huecos internos por rellenar con nada.
¿Estás enfermo o algo así?
Una pregunta muy directa que quizá daba de lleno en la diana. Le asombró, pero el dragón no quiso demostrarlo. Tan sólo le brilló el buche hasta hacerse incandescente, pero el fuego no llegó a brotar.
"¿Quieres decir que algo falla dentro de mi cabeza?".
O en tu corazón le puntualizó la niña escondida detrás de su hermano con un hilillo de voz.
"Carezco de esos sentimientos, muchacha. Soy distinto a vosotros. Soy otra cosa. No soy de este mundo, aunque nací y habito en él".
Los niños fueron perdiendo el miedo a medida que la conversación avanzaba. La voz del saurio era antigua, pero no resultaba áspera, sino que guardaba extraños matices de amabilidad cercana a una falsa piedad.
¿Tienes nombre? Incidió el niño.
"Anobaith, pero también me conocen por Taros".
Se arrepintió con un siseo prolongado nada más desvelarse en toda su desnudez. La Gran Magia se basaba en el aprendizaje de los nombres y muchos de sus seguidores trataban por todos los medios de conocer el del propio Creador para controlar parte de la Creación, y haber entregado el suyo propio a un desconocido le situaba en desventaja ante un eventual enemigo, que podría tener control sobre su ser a través de la palabra.
Suena bien. Es bonito.
"Porque no entiendes su significado. No hay nada bello en lo que representa. Soy el que devora la cordura de los hombres".
¿Y si no te gustamos, por qué no nos dejas y te vas lejos? Volvió a participar la pequeña algo más resuelta esta vez.
"Porque estáis en todas partes. Sois una lepra de la que es imposible aislarse. Vaya donde vaya, ahí os encuentro. No hay otra salida. Estoy cansado".
Incluso con el pensamiento, el saurio supo mostrarse encolerizado, aunque no carente de control. Mantuvo, no obstante, una prudente distancia física y mental. Pero no por su bien. Aquella charla tan ligera y profunda a la vez le aportaba cierta paz. Y el regusto de su sabor le agradó.
¿No sabes morirte, entonces? Había sorpresa en la mirada del infante. ¿Eres para siempre?
"No lo sé, y eso me inquieta. ¿Tú qué crees?".
Pienso que no es difícil  y al decir esto, el niño miró el cadáver del sacerdote inmóvil junto a uno de los muros. Creo que basta con dejar de estar donde antes estabas, pero para siempre.
"Abandonar literalmente este mundo".
Un niño es la sombra de un hombre por venir, aunque luego
éste siempre quiera volver a ser sombra de nuevo.
Cogido de www.imagui.com
Para subir al Cielo. Sí remató la niña, queriendo aportar su opinión.
"¿Querrías tú venir conmigo hasta allí?".
La muchacha abrió los ojos como platos, miró a su hermano y volvió a esconderse detrás del niño.
¿Eso duele? Preguntó el hombrecito con sincera curiosidad.
"¿Por qué no lo pruebas y me lo dices? ¿Harías eso por mí?".
El niño negó con la cabeza y en su interior escuchó algo parecido a una carcajada sideral que recordaba al estruendo de una cascada de plata líquida.
"Bueno está. El tiempo pasa y se hace tarde".
Fuera se escucharon sirenas y voces inconexas y urgentes que gritaban órdenes.
"La lucha continúa y he de irme. Pero salgo de aquí más sabio de lo que era y antes quisiera hacerte un regalo, que es, al mismo tiempo, una maldición".
El niño alzó una ceja y contuvo el aliento en señal de espera.
"Todo lo que soy se perderá en esta jornada si antes no se lo cedo voluntariamente a alguien. ¿Quieres ser tú el recipiente de todo mi saber? Y antes de que me preguntes, porque así son las cosas, te diré que sí duele. Mucho, pero tendrás un conocimiento muy superior al de tus iguales. Y el conocimiento es poder. ¿Sabrás administrarlo con sabiduría? ¿Concederle un uso y un fin diferente al que yo soy capaz de darle?".
No lo creo. Sólo soy un niño y no quiero ser tú.
"Sólo yo puedo ser yo. Ven, extiende el brazo. No tengas miedo. Mañana despertarás a un nuevo mundo y quizá éste se te haga pequeño. Pero date prisa".
Temblando, obedeció al saurio, quien le practicó una incisión larga y ardiente en el antebrazo con una uña. Luego vertió una gota de su flujo vital en la lacerante herida, que comenzó a bullir humeante como si tuviera vida propia, y el niño gritó con horror, mientras su hermana se abrazaba a él con todas sus fuerzas.
El dragón se volvió hacia la entrada del templo y sin una despedida salió como una exhalación hacia el exterior.
------------------------------------------------
Su abuelo fue uno de los rebeldes y expulsó a un sinfín de iguales al Vacío exterior para vagar sin cuerpo ni sombra, pero conscientes, hasta el final de los tiempos en un constante y eterno retorno. Pero la revuelta fue sometida y, a su vez, fueron ellos los exiliados; aunque no todos. Su antepasado logró huir y esconderse mimetizándose con la roca de las montañas más oscuras. Durante milenios nadie supo de su existencia y dejó que la vida animal brotara del caldo oceánico hasta comprobar sus límites, tanto en diversidad como en formas y capacidades, y entonces llegaron los humanos primigenios. Tan frágiles, tan indiscretos desde el principio, tan absolutamente prolíficos y condescendientes, tan peligrosamente adaptables a todas y cualquier circunstancia. Y, por fin, decidió salir de las sombras.
Su asombroso antepasado se obsesionó con esas recogidas y tímidas criaturas, se enamoró de la Humanidad y trató de colaborar en su perpetuación segura y salva. Pero, de vez en vez, su naturaleza le llamaba poderosa, imparable e irresistible, y entonces se volvía una incandescente estrella mortal en la Tierra y arrasaba con todo lo que cobijaba bajo su abrigo protector, Así, asesinó a miles y eliminó decenas de tribus, y no siempre fue de manera involuntaria.
¿Esto también lo sabe Orflaith?
"Ella lo sabe todo. He sido transparente. Nada se ocultó a su mirada".
¿Y aún así te sigue queriendo, como tú aseguras que hace?
"Tanto, que me ha dado descendencia".
Éremón volvió a vomitar lo poco que le quedaba en el estómago y trató de resistirse a las visiones impuestas por su abuelo. Un intento del todo inútil. Aniun le obligó a mantener la mente pendiente de su vida pasada, a pesar de las náuseas que el príncipe sentía de manera constante, y le abrió los ojos al espíritu brillante y candente que ardía en su interior. Incluso el joven tuvo que reconocer que resultaba atractivo en esa forma y no tan terrible como su encarnación en dragón.
La embaucaste para que tocara tu esencia y acabó enredada en tu aviesa red de mentiras y traiciones. No hay otro motivo.
"Tan sólo conoció mi ser real y acabó amándome. No hay falsedad alguna detrás".
Y tan rápido como empezaron, las visiones se esfumaron dejando a un exhausto Éremón jadeando con las manos apoyadas en tierra.
"Sabes que voy a matarte, a pesar de haberte concedido el don de contemplar lo que muy pocos han conocido nunca antes. Tu conocimiento se perderá para siempre, pero no ha sido tiempo perdido, porque, al menos, se justifica la estancia de mi esposa conmigo. Ella no habrá de volver nunca con los suyos. No tiene más familia que yo mismo y éste es su hogar definitivo. Tu viaje ha sido en vano, príncipe".
Su antepasado se irguió sin prisas, tanto como le permitía el techo de la opresiva cueva, y dejó despreocupado al descubierto su no tan protegido vientre, tan seguro estaba de su total victoria y del final de aquella historia. Pero todavía quedaba una sorpresa oculta en el aire para ambos.
------------------------------------------------
Anobaith se encontró con un pequeño ejército policial aguardándole en la calle. Pero los agentes habían cometido un grave error. La estrechez de la vía les obligaba a estar excesivamente juntos y, aunque su granizada de disparos tan próximos acabaron por dañar al saurio en la garganta, no duraron más de un minuto literalmente evaporados por el poder estelar del dragón que regurgitó acompañado de una buena cantidad de su sangre especial de color púrpura.
Se hizo el silencio y el saurio, algo debilitado, se dirigió con lentitud hacia el final de la solitaria calle de San Gregorio. Una vez allí, le llegó el olor del miedo, del sudor y de la ansiedad, merced a un viento traidor procedente del Suroeste. Siseó con aspereza y la lengua fuera, porque al donar su alma al niño, había perdido parte de su inteligencia celestial y estaba más cerca de la animalidad terrenal que de la universalidad estelar. Pero intuyó pura y epifánicamente que su gloriosa meta final estaba muy cerca. Concretamente, en La Ciudadela. Hacia allí encaminó sus pasos. Había fiereza en su mirada, incapaz de distinguir ya más allá de un centenar de metros.
------------------------------------------------
¿Acaso no estaba muerto? Lo había enjironado por dentro y por fuera arrojando luego sus sangrientos despojos al suelo y allí lo había dado por muerto. Pero no lo estaba. Al menos, no tanto como su antepasado había supuesto.
El cuerpo de Niul surgió flotante de la oscuridad ante la horrorizada mirada del príncipe-niño y el asombro de su abuelo, quien no hizo el menor gesto para evitar lo que estaba por llegar.
Fós laghairt agus codlata dijo el muerto con voz ahuecada, y su antepasado se sintió atado a su cuerpo y éste a la tierra, como atrapado por densas cadenas de pura voluntad que le obligaban a permanecer inmóvil, con los ojos fijos contemplando la eternidad sin flujo, incapacitado siquiera para hilvanar el menor pensamiento, captar sensaciones o mantener su mente prendida en algún deseo.
Una vez que el efecto del terrenal hechizo se hizo patente, el cuerpo del involuntario druida se desplomó flojo al suelo, derramándose como un trapo roto, justo al lado de Éremón, quien demostró la razón por la que entre los suyos era considerado un héroe. En el transcurso de dos latidos el joven aferraba la espada del difunto escudero entre sus manos, tanteó con la mirada la zona más blanda y desprotegida del vientre de su antepasado y allí hundió el arma impulsando con fiereza los dos brazos sin decir ni una palabra ni perder más tiempo hasta la empuñadura.
Espada como la que usó
Éremón. Cogida de
www.metmuseum.org
La hoja se disolvió por efecto del fuego galáctico que su abuelo guardaba en su seno, pero el daño estaba hecho. Aniun no volvería a despertar nunca más de su estado catatónico y allí quedó, majestuosamente alzado como una benigna estatua, con la mirada relajada y baja, sin muestras de sufrimiento, haciendo de aquella caverna su tumba hasta el final de los tiempos.
Tampoco el príncipe salió ileso de aquel encuentro. Su mano derecha se marchitó, ennegrecida, hasta convertirse en un muñón palpitante por efecto de la sangre hirviente derramada por su antepasado. Y fue tal la intensidad del dolor sentida por el joven que acabó por perder el conocimiento mientras se le blanqueaban en largos mechones los cabellos por las sienes. Justo antes de abandonarse al vértigo del abismo insondable de la inconsciencia Éremón tuvo un último y funesto pensamiento: Aquella tara física le incapacitaba por completo para gobernar a su pueblo como rey, y mucho menos para defenderlo ante cualquier peligro o guiarlo hacia la gloria de una conquista guerrera.
------------------------------------------------
El dragón se detuvo a la altura de la Avenida del Ejército y se relamió con gusto ante la visión que se le abría delante. Sobre la antigua Muralla una interminable sucesión de soldados fuertemente armados le apuntaban con sus fusiles esperando una simple orden para vaciar los cargadores sobre el inmenso cuerpo escamoso del dragón.
"¿Y quién va a ser el primero de vosotros que morirá experimentando el peor de los dolores y siendo plenamente consciente de ello?".
Sus palabras llegaron nítidas a cada uno de los casi doscientos militares apostados en la altura, y también a los que le aguardaban en el interior de la Ciudadela con artillería más pesada por si la primera fila no resistía la embestida del monstruo. En lo alto, sobrevolaban varios aparatos con un poder de munición mucho mayor del que él podía concebir, pero en esta ocasión los helicópteros se mantenían a una distancia prudencial desplazándose con lentitud hasta que no les llegara claramente la decisión de sus mandos de atacar, mientras que todo alrededor de la Ciudadela se había acordonado la zona para evitar que el personal civil corriera el menor riesgo. De eso se encargaba un nutrido número de policías, bomberos, miembros de Protección Civil y abundantes sanitarios, que velaban por que la situación no se desbordara en exceso ni sobrepasara aquel frágil límite determinado por una simple franja de plástico.
¿Para qué esperar más? Sus palabras habían causado el efecto deseado entre la soldadesca al provocar la inquietud en sus almas y una duda en los corazones que les llevaba a pensar en sí mismos y su propia seguridad antes que en la del conjunto de los ciudadanos. Y aprovechó su mínima ventaja expulsando una gigantesca bola ígnea todo su poder abrasador sobre lo alto de la Muralla. Mientras los hombres gritaban y aullaban de terror arrojándose al vacío envueltos en llamas, el dragón se adentró en la fortaleza a través de la puerta que se abría a la calle General Chinchilla oculto por la nube de humo que él mismo había generado segundos antes. La gloria estaba a sólo un paso.
------------------------------------------------
La muerte de su abuelo transformó la caverna en un hipersensible e inmenso receptor que atrapaba todas las impresiones flotantes en el ambiente. Su antepasado ya no estaba allí, pero, al mismo tiempo, continuaba absorbiendo en una especie de memoria colectiva y universal cualquier acontecimiento que se desarrollara en su entorno por nimio que fuera. Y así fue cómo le llegó a él, a través del tiempo, el final de la historia de Éremón y Orflaith, tal cual ocurrió, para bien o para mal. Aunque los hombres luego la adornaron hasta hacerla del todo irreconocible.
Anobaith supo que el príncipe no despertó hasta que no había transcurrido fuera toda una jornada, y cuando sus enfebrecidos ojos se acostumbraron  a la oscuridad de nuevo se sorprendió con la mano sana cubriendo la fantasmal presencia de la que había perdido en la batalla con Aniun reposando contra su vientre en posición fetal. Pero tuvo que pasar bastante tiempo hasta que se apercibió de una presencia femenina silenciosa y cadencial, que mecía su cuerpo de un lado para otro imitando a las espigas del trigo maduro mientras bailan con el viento. Aunque su danza era densa, plomiza, triste y pesada, como si quisiera arrancarse el alma a través del pecho. No le veía los ojos, pero supo que la mujer estaba llorando.
¿Eres Orflaith? ¿Prima? La llamó con voz quebrada por las flemas, pero ella no le atendió.
El joven trató de incorporarse, si bien el dolor persistió y se mantuvo quieto.
¡Ayúdame, como yo he hecho contigo! —Soltó encolerizado ante la indiferencia mostrada por la mujer. ¿Es que no puedes oírme? ¿O, acaso, no quieres?
La figura dejó de moverse y se volvió hacia el príncipe con un rostro inexpresivo, mirándole fijamente, pero atravesándole con los ojos sin fijarse en él. De golpe, enfocó hacia los entrecerrados ojos de Éremón.
"¿Se supone que te tengo que conocer? ¿Tengo que saber quién es el asesino de mi esposo?".
Se comunicaba igual que Aniun, porque se habían hecho uno en su unión, y la mujer había abandonado la costumbre de la palabra hablada; le resultaba más cómodo, más rápido, menos complicado y le gustaba más. Anobaith sintió de inmediato empatía con Orflaith, porque era el nexo único y vivo entre ambas razas, porque se entregó a su abuelo sin reservas una vez que lo conoció. Porque ella era su familia, su antepasada, su abuela. La mera idea le hizo sentir vértigo y se concentró en la historia.
Orflaith asía la inútil arma del príncipe con la fuerte convicción de que iba a usarla contra aquella persona incapaz de incorporarse por su propia voluntad, que había perdido en aquel opresivo lugar la chispa interior para continuar iluminando con su natural y embaucador encanto las conversaciones de amigos y compañeros de armas. Inservible, sí, pero todavía mortal para un hombre que había perdido toda esperanza y que se negaba a defenderse ante un ataque que, en cierto modo, consideraba de justicia. Por eso no movió ni un músculo cuando la mujer apoyó la punta del arma sobre su cuello, justo debajo de la nuez, y aguardó con los ojos cerrados el golpe definitivo que lo liberara de su ya rechazable futuro, lejos del trono, lejos de los suyos, lejos de la gloria de una vida de superviviente nato en incontables guerras, desafíos y duelos individuales a los que estaba tan acostumbrado.
Pero el ataque no se produjo. Y dos silenciosas lágrimas resbalaron por sus mejillas gritando por la liberación de una vida ya sin alicientes.
Hazlo susurró. Concédeme la gracia de dejar de sentir esta lástima que pesa sobre mi alma y mi conciencia.
No contestó ella. La muerte no suplirá el castigo en vida que te mereces, afrontando día a día mi visión, porque yo estaré contigo para mantenerte y prolongar tu sufrimiento hasta el final de mis días. Volveremos a la casa de tu padre, donde serás relegado de tus obligaciones de príncipe heredero y allí nos verán como dos enamorados que regresan sanos y salvos de una terrible aventura. Pero tú sabrás la verdad y por ella sufrirás tormento hasta que desaparezcas sin pena ni gloria cubriendo tus envejecidas espaldas.
Entonces, le tomó delicadamente de la mano y le ayudó finalmente a levantarse. El príncipe se dejó llevar dócil, como lo haría un ciego que confía en su lazarillo, y recibió un ligero beso de la mujer en sus labios. Una muestra de lo que jamás iba a tener de su parte. Otro ejemplo más de su prolongada desdicha y de lo que estaba por venir.
Dragón celta.
Cuando ambos salieron al exterior, el viento alivió en parte el intenso calor que habían experimentado en las entrañas de la montaña y los dos llenaron los pulmones mientras contemplaban un opalado firmamento plagado de minúsculas estrellas que entretejían historias condensadas en densos segundos a años-luz de distancia entre unas y otras.
Tan pesaroso estaba uno como atrapada por el odio la otra, que ninguno se dio cuenta de que por otro orificio de la horadada elevación asomaron tres jóvenes dragones: Uno de ellos, el único alado, optó por dirigir la mirada al Oriente y hacia allí se dirigió en un vuelo silencioso y discreto. Otro, con corazón de hielo, prefirió reptar como el agua acomodándose en el interior de un cauce natural hacia el Oeste y se perdió en las aguas del océano siempre en dirección a la puesta del sol, al que jamás en su vida alcanzó viviendo en las profundidades marinas. El tercero y último era su padre, Nefilnam, que suspiró llamas rojas y azules al contemplar el Sur que le llamaba con voz cálida para acabar asentándose en él.
Ninguno de los tres hermanos tuvo nunca contacto entre ellos ni supieron nada de su madre, que los mantuvo ocultos en un rincón remoto de su memoria sin dedicarles apenas unos breves segundos, muy de cuando en cuando, concentrada en su afanosa tarea de desesperar la vida del príncipe.
-----------------------------------------------------
Una veintena de piezas de artillería le aguardaban en el interior de la fortaleza.
"¿Por qué sabían que iba a terminar en este punto? Me esperaban perfectamente preparados para contenerme. Quizá sólo sospechaban que mi instinto me guiaría hasta ellos estuvieran donde estuvieran y han actuado como cebo y trampa a la vez. Sorprende y me maravilla, al mismo tiempo".
El dragón saboreó sus últimos instantes de existencia sin saber si era el único de su especie o si había más como él. Pero eso ya no era de su incumbencia. Abrazó el final con ganas cuando escuchó la detonación primera y recibió el impacto en pleno pecho.
Perdió la mano derecha y del oscuro boquete brotó una luz dorada da gran intensidad, al tiempo que bajo sus pies la tierra ardió bajo el efecto directo de su esencial astral.
El segundo proyectil le voló la cabeza directamente y dejó de sentir al instante.
No hizo falta más.
Su cuerpo pareció flotar levitando a escasos centímetros del suelo sin llegar a contactar con él. Entonces, su piel se desprendió con suavidad de la carcasa sin vida en la que se había transformado. Los huesos se fundieron como si fueran de piedra líquida y su carne se volatilizó bajo el sol. Únicamente quedaron de él las escamas brillantes, casi transparentes y flexibles en la muerte, como la sutil muda abandonada de una demencial serpiente.
Y ése fue el impactante final del gran Anobaith.
El mundo perdió irremediablemente parte de su magia y su misterio y se tornó un poco más gris.
------------------------------------------------------
Le habían dicho que se había pasado una semana entera empapado en sudor, delirando en la cama del Hospital de Navarra con una fiebre capaz de cocer el cerebro y hacer hervir la sangre. Pero resistió bien la prueba y salió fortalecido ante el asombro de los médicos, que fueron por completo incapaces de determinar cuál era su mal, por mucho que su pequeña hermana se lo hubiera explicado hasta la saciedad. Un dragón, por muchas imágenes que se hubieran emitido a través de la televisión y de las redes sociales, merced a innumerables teléfonos móviles que el día de la tragedia funcionaron incasables en la capital pamplonica, no entraba en ciertas mentalidades científicas y, por tanto, cerradas en exclusividad a un empirismo próximo únicamente a su realidad más inmediata.
El caso era que la sangre del muchacho trabajaba a un ritmo frenético y las venas y arterias se habían fortalecido para no acabar reventando con el esfuerzo. Era un cambio; una mutación extraña y como tal no tenían respuesta que dar ni curiosidad que satisfacer; sólo temores por venir a los que hacer frente sin armas. Así que se limitaron a rezar y sus ruegos obtuvieron respuesta: una mañana, el niño amaneció perfectamente recuperado y sin síntoma alguno de enfermedad en su cuerpo.
El milagro dio pie a los responsables del centro hospitalario a darle el alta con libertad y sin cargos de conciencia. Y así se hizo, tratando de esquivar a la nube de periodistas que le aguardaban en la puerta principal sabedores de su contacto con el monstruo y que estaban ávidos por aportar una historia que captara cierta abundancia de audiencia, por muy disparatada que ésta fuera. Y la del dragón lo era.
El niño y su familia fueron discretos y le hicieron desaparecer unos meses hasta que la historia se calmó y acabó siendo fagocitada por el constante devenir de las cosas. El público dejó de interesarse por el acontecimiento y terminó en el olvido para formar parte como mito de la Historia de Pamplona, como en su día lo fue el temible Lagarto de la Malena en la ciudad de Jaén, tal era el inmenso poder del sistema establecido para normalizar las situaciones más incomprensibles e incómodas.
Pero el muchacho sentía una inquietud que no le dejaba vivir. Notaba en su fibra interna que él era mucho más que la imagen simplona que proyectaba al exterior y necesitaba hacer algo al respecto. Tampoco tenía muchas opciones. Podía tratar de averiguar por cualquier medio de qué manera podía satisfacer su potencial para hacerlo acto cuanto antes y acallar esas pequeñas voces internas para permitirle dormir de una vez. También podía buscar a alguien que hubiera experimentado por idéntico trauma y le mostrara la salida a partir de su experiencia. Improbable, por no decir absurdo. Incluso podía concentrarse en ese mínimo dolor interno que le gritaba que su ser no era nada y, al mismo tiempo, le exigía y reclamaba que se mantuviera a salvo por su importancia para el futuro de la Humanidad a fin de eliminarlo o, como mínimo, anularlo.
Y cuando nada parecía suficiente y todo se mostraba demasiado inalcanzable, el niño miró al cielo y vio los astros para mantener una epifánica e instantánea comunión con los dioses sobre el principal secreto del Universo. Aquello casi le volvió loco. Y, aunque supo mantener su cordura pendiente de un hilo, el resto de su mundo se resquebrajó como si fuera tierra seca.
Julián Estrada no tuvo más remedio que regresar a la casa de su abuela paterna, en la hermosa localidad de Cuacos, la ciudad guardada por los robles en donde un gran emperador eligió morir, para recuperarse física y anímicamente. Hasta allí viajó también su hermana, Alexa, para servirle de apoyo y fue gracias a ella cómo el niño, cuando acabó siendo hombre, inició su inconmensurable tarea epistolar, donde plasmó sus inquietudes y miedos, aunque se guardó muy mucho de mencionar siquiera su encuentro con la bestia en Pamplona, que prefirió ocultarla profundamente en su interior.
Parte de esas cartas acabaron en el Museo de la Comunicación de Saguia, en el desierto del Sahara, y alguna de ellas, concretamente la que hablaba de la necesidad de mirar mucho más las estrellas para buscar en ellas el camino del futuro de la Humanidad, antes de que terminara perdida en el espinoso laberinto de un planeta agonizante y olvidado de la mano de Dios, fue el germen donde surgió la entonces todavía lejana idea de los teonautas, que acabaría abriendo las puertas a la esperanza.

Imagen de la Fuente de los Chorros, en el original y genuino pueblo extremeño de Cuacos de Yuste, cogido de www.eduyeriviajes.com

Me parece que la canción de The Who "Behind blue eyes" acompaña bien la lectura.




La letra:

Behind blue eyes (Detrás de unos ojos azules)

No one knows what it's like (Nadie sabe lo que supone)
To be the bad man (ser el hombre malo)
To be the sad man (ser el hombre triste)
Behind blue eyes (detrás de un ojos azules)
And no one knows (y nadie sabe)
What it's like to be hated (lo que supone ser odiado)
To be fated to telling only lies (estar predestinado a decir sólo mentiras)
[Estribillo]:
But my dreams they aren't as empty (Pero mis sueños no están tan vacíos)
As my conscious seems to be (como mi conciencia parece estar)
I have hours, only lonely (tengo horas, únicamente en soledad)
My love is vengeance (mi amor es venganza)
That's never free (y eso nunca acaba liberando)
No one knows what its like (Nadie sabe lo que es)
To feel these feelings (tener esos sentimientos)
Like i do, and i blame you! (como yo sí lo sé ¡y te lo reprocho a ti!)
No one bites back as hard (nadie evita decir cosas con tanto ahínco)
On their anger (que está a punto de estallar de rabia)
None of my pain woe (nadie que esté fuera de mi penosa aflicción)
Can show through (se puede llegar a transparentar)
[Estribillo]
When my fist clenches, crack it open (cuando cierre los puños, resquebrájalos para que los abra)
Before I use it and lose my cool (antes de que los use y pierda el control)
When I smile, tell me some bad news (cuando sonría, cuéntame alguna mala noticia)
Before I laugh and act like a fool (antes de que me ría y actúe como un loco)
And if I swallow anything evil (y si me trago cualquier cosa perversa)
Put your finger down my throat (Presiona tu dedo en mi garganta)
And if I shiver, please give me a blanket (y si tengo escalofríos, por favor dame una manta)
Keep me warm, let me wear your coat (manténme caliente, déjame llevar tu abrigo)
No one knows what it's like (Nadie sabe lo que supone)
To be the bad man (ser el hombre malo)
To be the sad man (ser el hombre triste)
Behind blue eyes (detrás de unos ojos azules)


La versión con The Chieftains:





Y aquí viene como un guante el "Fire" de Jimmy Hendrix, ¿que no?




La letra:
 Fire (Fuego)

Alright, (Muy bien)
now listen, baby (ahora escucha, nena)
You don't care for me (No te preocupes por mí)
I don'-a care about that (yo no me preocupo por eso)
Gotta new fool, ha! (tengo una nueva locura, ¡ja!)
I like it like that (me gusta como está)
I have only one burning desire (Sólo tengo un deseo ardiente)
Let me stand next to your fire (déjame arrimarme a tu fuego)
Let me stand next to your fire (déjame arrimarme a tu fuego)
Listen here, baby (escucha esto, nena)
and stop acting so crazy (y deja de actuar como una loca)
You say your mum ain't home, (dices que tu mami no está en casa)
it ain't my concern, (eso no me incumbe)
Just play with me and you won't get burned (tan sólo juegas conmigo sin querer quemarte)
I have only one itching desire (Únicamente tengo un deseo que me reconcome)
Let me stand next to your fire (déjame arrimarme a tu fuego)
Let me stand next to your fire (déjame arrimarme a tu fuego)
Oh! Move over, Rover (¡Oh! Hazte a un lado, Vagabundo)
and let Jimmy take over (y deja que Jimmy tome el mando)
Yeah, you know what I'm talking 'bout (¡Sí! Sabes de qué estoy hablando)
Yeah, get on with it, baby (¡Sí! Vamos allá, nena)
That's what I'm talking 'bout (De eso estoy hablando)
Now dig this! (¡Ahora mira esto!)
Ha! (¡Ja!)
Now listen, baby (Ahora escucha, nena)
You try to gimme your money (Intentas darme tu dinero)
you better save it, babe (mejor te lo guardas, nena)
Save it for your rainy day (Guárdatelo para tus días de lluvia)
I have only one burning desire (Sólo tengo un deseo que me quema)
Let me stand next to your fire (déjame arrimarme a tu fuego)
Let me stand next to your fire (déjame arrimarme a tu fuego)

En este punto, Manu Chao y su "Je ne t'aimes plus" es como para dedicárselo al sufrimiento del dragón.



La letra:

Je ne t'aimes plus (Ya no te amo)

Je ne t'aime plus (Ya no te amo)
Mon amour (mi amor)
Je ne t'aime plus (ya no te amo)
Tous les jours (todos los días)
Parfois j'aimerais mourir (a veces, me gustaría morirme)
Tellement j'ai voulu croire (De veras que he querido creer)
Parfois j'aimerais mourir (que a veces me gustaría morirme)
Pour ne plus rien avoir (para no tener nada nunca más)
Parfois j'aimerais mourir (a veces, me gustaría morir)
Pour plus jamais te voir (para no verte nunca más)
Je ne t'aime plus (ya no te amo)
Mon amour (mi amor)
Je ne t'aime plus (ya no te amo)
Tous les jours (todos los días)
Parfois j'aimerais mourir (a veces, me gustaría morir)
Tellement Y'a plus d'espoir (de veras que ya no hay esperanza)
Parfois j'aimerais mourir (a veces, me gustaría morirme)
Pour plus jamais te revoir (para no tener que volverte a ver nunca más)
Parfois j'aimeris mourir (a veces, me gustaría morirme)
Pour ne plus rien savoir (para no tener que saber nada más)
Je ne t'aime plus (ya no te amo)
Mon amour (amor mío)
Je ne t'aime plus (ya no te amo)
Tous les jours... (todos los días...)

Como no deja de ser un guiño a mi querida Irlanda, nada mejor que introducir una de las mejores juergas de la historia de la Isla Esmeralda en una doble versión. Es el "Lanigan's Ball", primero con The Bards, que es más clasicona y tradicional en el sentido celtoide de la palabra, y luego por parte de los Fiddler's Green, algo más desenfadada y también, ¿por qué no?, fresca.






Lanigan's Ball (La juerga de Lanigan)

In the town of Athy one Jeremy Lanigan (En la ciudad de Athy, vivía un tal Jeremy Lanigan)
Battered away 'til he hadn't a pound (llevó una mala vida hasta que no le quedó ni una libra).
His father died and made him a man again (su padre murió haciendo de él un hombre de nuevo)
Left him a farm and ten acres of ground (al dejarle una granja y diez acres de tierra).
He gave a grand party for friends and relations (Dio una gran fiesta para amigos y conocidos)
Who didn't forget him when come to the wall (que no le olvidaron cuando tocó fondo),
And if you'll but listen I'll make your eyes glisten (Y si ponéis atención haré que vuestros ojos brillen)
Of the rows and the ructions of Lanigan's Ball (con los altercados y las tonterías que hubo en la juerga de Lanigan).
Myself to be sure got free invitation, (Para asegurarme de tener una invitación gratuita)
For all the nice girls and boys I might ask, (tuve que preguntarles a las bellas señoritas y a los chicos)
Judy O'Daly, that nice little milliner, (July O'Daly, esa bella sombrerera pequeñita)
And just in a minute both friends and relations (y en menos de un minuto tanto amigos como conocidos)
Were dancing 'round merry as bees 'round a cask (Se pusieron a bailar alrededor joviales, como abejas en torno a un barril).
There were lashings of punch and wine for the ladies (Había ponche y vino hasta las trancas para las damas)
She tipped me a wink for to give her a call (ella me hizo un insinuante guiño para que le diera un toque)
And I soon arrived with Peggy McGilligan (y en cuanto llegué con Peggy McGilligan)
Songs they went 'round as plenty as water, (las canciones corrieron de un lado a otro desbordantes como el agua)
Just in time for Lanigan's Ball (justo a tiempo para la juerga de Lanigan). Potatoes and cakes; there was bacon and tea, (patatas y pasteles; había beicon y té)
Courting the girls and dancing away. (cortejando a las chicas y bailando sin parar).
There were the Nolans, Dolans, O'Gradys (Allí estaban los Nolan, los Dolan, los O'Grady)
They were doing all kinds of nonsensical polkas (danzando con todo tipo de disparatadas polcas).
The harp that once sounded in Tara's old hall, (El harpa que antaño resonó en el viejo salón de Tara), Sweet Nelly Gray and The Rat Catcher's Daughter, (la dulce Nelly Gray y la Hija del Cazador de Ratas*) All singing together at Lanigan's Ball. (todos cantando juntos en la juerga de Lanigan).
'Och mavrone**, how the girls got all mad at me (¡Oh, macho! ¡cómo me ponen las chicas!)
All 'round the room in a whirligig (girando como tiovivos todas alrededor de la habitación). Julia and I, we banished their nonsense (Julia y yo acabamos con el desatino) And tipped them the twist of a reel and a jig (y les dimos una lección a todos sobre cómo moverse con un reel y una jiga).
Danced 'til you'd think the ceiling would fall. (que bailamos hasta que pensamos que el techo se podía caer)
Three long weeks I spent up in Dublin, (Tres largas semanas gasté en Dublín)
For I spent three weeks at Brooks' Academy (estuve tres largas semanas en la Academia Broocks) 
Learning new steps for Lanigan's Ball. (aprendiendo nuevos pasos para la juerga de Lanigan).
Six the months I spent up in Dublin, (seis fueron los meses que pasé en Dublín)
Six the months to learn nothing at all, (seis fueron los meses para no aprender nada en absoluto)
Learning new steps for Lanigan's Ball. (aprendiendo nuevos pasos para la juerga de Lanigan).
And danced all around in couples and groups, (Y bailamos por todas partes en parejas y grupos)
She stepped out and I stepped in again, (ella daba un paso fuera, y yo daba uno dentro otra vez) I stepped out and she stepped in again, (yo daba un paso fuera, y ella daba uno dentro otra vez) She stepped out and I stepped in again, (ella daba un paso fuera, y yo daba uno dentro otra vez)
Learning new steps for Lanigan's Ball. (aprendiendo nuevos pasos para la juerga de Lanigan).
Boys were all merry and the girls they were hearty (Los chicos estaban todos casados y las chicas tenían compañía)
'Til he had satisfaction at Lanigan's Ball (hasta que tuvo satisfacción en la juerga de Lanigan).
'Til an accident happened, young Terrance McCarthy (Hasta que ocurrió un accidente: el joven Terrance McCarthy) Put his right leg through miss Finnerty's hoops. (metió su pierna derecha a través del aro de la falda de la señorita Finnerty)
Poor creature fainted and cried: Meelia murther, (la pobre criatura se desvaneció y gritó: asesinato de Meelia)
Called for her brothers and gathered them all. (Llamó a sus hermanos y los reunió a todos).
Carmody swore that he'd go no further (Carmody juró que no tuvo otra salida)
When he saw his fair colleen stretched out by the wall, (cuando vio a su encantadora pareja siendo lanzada contra la pared)
In the midst of the row miss Kerrigan fainted, (en mitad de la bronca la señorita Kerrigan se desmayó)
Her cheeks at the same time as red as a rose. (pero con las mejillas tan rojas como una rosa) Some of the lads declared she was painted, (A alguna de las damiselas se le ocurrió decir que estaba pintada) She took a small drop too much, I suppose. (Pero supongo que se había tomado alguna copilla de más). Her sweetheart, Ned Morgan, so powerful and able, (su enamorado, Ned Morgan, tan poderoso y hábil) Tore the left leg from under the table (se rasgó la pierna izquierda por debajo de la mesa)
They squeezed up his pipes, bellows, chanters and all. (Exprimieron sus gaitas, bramidos, cantos y todo)
And smashed all the Chaneys at Lanigan's Ball. (Y aplastaron a todos los Chaney en la juerga de Lanigan). Boys, oh boys, 'twas then there were runctions. (¡Tíos, oh tíos! fue entonces cuando realmente hubo desatinos) Myself got a lick from big Phelim McHugh. (A mí me dio un lametón el gigantesco Phelim McHugh) I soon replied to his introduction (y pronto respondí a su insinuación) And kicked up a terrible hullabaloo. (propinándole una terriblemente escandalosa patada). Old Casey, the piper, was near being strangled. (El viejo Casey, el gaitero, estuvo a punto de ser estrangulado) The girls, in their ribbons, they got all entangled (las chicas se enredaron todas entre sí con sus cintas)
And that put an end to Lanigan's Ball. (Y eso puso punto y final a la juerga de Lanigan).
*Esta canción estaba de moda sobre 1854 o 1855 en las Islas Británicas.
**'Och mavrone, es una expresión medio irlandesa medio británica (irlanbrish, se podría calificar) que se usa mucho para enfatizar una expresión.