miércoles, 28 de marzo de 2012

La Rosa Negra (capítulo IV)


Bonito contraste entre el gris, el negro y los mínimos apuntes de color

                                                                          Capítulo IV. Escamas en el juego.
Alveric viajaba tan sólo como quien vuelve en su memoria a escenas de tiempos recordados, pero en lugar de en escenas de tiempos pasados, se encontraba en un lugar del que todo embeleso había huido.
Lord Dunsany. La hija del Rey del País de los Elfos.

El chasquido seco de la piedra le despertó súbitamente del soporífero sortilegio en el que se hallaba sumido. La roca sobre la que descansaba se había partido en cientos de agudas lascas y Cunneda se encontró despatarrado en el suelo con una fea herida en el codo. Todavía adormilado, miró cómo su sangre manaba con soltura, fijando una hipnótica cadencia oculta que atraía su atención, hasta que casi entró en trance.
-¡Venga ya, hombre! -Gritó riendo entre enfadado y alegre-. ¿Y para esta tontería hacía falta un sueño tan largo y pesado?
El motivo de su euforia  fue que creía haber descifrado el enigma para tomar un camino sin perderse basándose en una simple combinación de números rítmicamente repetidos, a raíz de los presagios que los magnánimos dioses, o quien quiera que fuese, le habían expuesto poco antes.
Recordó que a su izquierda -hacia donde dirigió la mirada- había visto tres hojas de roble, mientras que a la derecha -volvió el rostro hacia allí- al principio estaban seis cuervos, sustituidos luego por nueve zorros. En su opinión, eso sólo podía significar que antes de torcer en cualquier bifurcación debía previamente dejar atrás dos senderos a siniestra y en el tercero girar. Lo mismo luego, pero a su diestra, tras haber pasado ante cinco caminos primero y por otros ocho justo después. La dirección de la fuga del pequeño roedor le indicaba por dónde debía de empezar y el muchacho, convencido de que así saldría de allí o acabaría, por lo menos, llegando a alguna parte, siguió las huellas dejadas por las bestias aplastando con sus pies descalzos una multitud de hongos diminutos.
Las sombras a su espalda devoraban en silencio el trayecto ya recorrido.
En su avance, Cunneda pudo comprobar que el complicado laberinto no era en absoluto plano, sino que su creador había sabido aprovechar al máximo los accidentes naturales del terreno para hacerlo más intrincado si cabía. Elevadas colinas, barrancos que le obligaban a retroceder y desviarse, espesas junglas que había que bordear con interminables rodeos, ríos que se cruzaban múltiples veces en su ruta... Pese a ello, el joven guerrero siempre lograba dar con el itinerario adecuado gracias al códico que él suponía era el más idóneo para conseguir su meta.
De repente, se abrió paso en una extensa zona donde no existía vegetación alguna. La tierra, de un rojizo intenso, aparecía cuarteada por el padecimiento de lo que aparentaba ser una sequía eterna y la temperatura alcanzaba cotas que llegaban a ser sofocantes. En aquel desierto muerto no se podía distinguir ningún sendero claro, pero a lo lejos vislumbró una especie de empinada y fina torreta rematada en una ancha plataforma que mantenía un difícil equilibrio en su parte más elevada. Con sólo pensarlo, Cunneda se desplazó a una velocidad de vértigo hasta la base misma de la torre.
"¡Qué maravilla!", exclamó internamente, atónito aún por la experiencia de viajar con el deseo pensado. Miró luego hacia lo alto y calculó que la columna, hecha de mero barro, tendría aproximadamente veinte veces su altura, y eso que él presumía de ser uno de los que más talla tenía entre los de su tribu.
¡Es increíble! Sin saberlo envié en su día (hace mucho tiempo) a Cunneda a pasearse por el Valle de la Luna, en Argentina, un precioso lugar que espero conocer algún día. Imagen de blog.argentravel.es.

"A que si la toco se deshace", pensó socarrón, y cuando ya estaba cambiando de postura para alargar el brazo oyó con sobresalto un crujido siniestro bajo sus pies. Había aplastado un hueso. Y el panorama que contempló en ese momento resultaba aterrador: cientos de esqueletos humanos, algunos todavía con restos de ropa ya ajada sobre sus costillas, yacían semienterrados y esparcidos caóticamente alrededor del arcilloso pilar. El gesto de la mano se congeló en el aire, al tiempo que sus desorbitados ojos rastrearon agitados las cercanías en busca de la fuente del peligro.
Primero fue un siseo casi imperceptible. Y luego un ronco gruñido procedente de la plataforma elevada le alertó del todo. Presa de un pánico indecible, se alejó varias decenas de metros haciendo uso de su recién estrenada habilidad.
Allí arriba estaba. Terrible en su grandeza y sobrecogedor en su latente poder. El gran Dragón Negro desperezó sus chirriantes alas membranosas y, tras volverlas a plegar adaptándolas de nuevo a su voluminoso lomo, se quedó quieto fijando en él, a pesar de la distancia, los dorados iris de sus globos oculares. Parecía sonreír y todo.
Cunneda, incapaz siquiera de articular el menor sonido, aguardó en su admitida impotencia (incluso esperó casi de manera voluntaria) a que el monstruo remontara en cualquier momento el vuelo para destrozarle con sus fauces, porvistas en cada quijada de una triple hilera de sanísimos dientes.
"¡Pero muévete, pedazo de imbécil!", le impuso la voz interior al tembloroso muchacho, quien reaccionó de inmediato deseando encontrarse en los confines de aquella comarca desértica. Su cuerpo se transformó entonces en una estela borrosa, moviéndose a la misma velocidad que las ideas en la cabeza. Al cabo de unos minutos Cunneda frenó su frenética escapada para comprobar desolado la realidad de un temor que había estado rumiando durante todo el tiempo: seguía estando en el mismo punto de partida.
El Dragón Negro permanecía sobre su atalaya, con el enorme cuerpo escamoso relajado en toda su extensa longitud y la cornuda testa apoyada en el borde de la plataforma.
"En efecto. Es imposible huir de mí. Mis tierras son semejantes a la elipse del Universo; sin principio ni fin".
El bestial saurio se había comunicado con el joven sin emitir una sola palabra. El asombro de Cunneda no pudo, sin embargo, atenuar el profundo terror que embotaba sus sentidos.
"Verás, te lo voy a intentar explicar. Supongamos, como simple ejemplo, por supuesto, que intentaras salirte del espacio conocido desplazándote siempre recto, exactamente como tú has hecho ahora mismo. Pues bien, tus limitadas dimensiones no serían suficientes como para traspasar la línea imaginaria que demarca y distingue lo que es materia de la nada que la envuelve, y, por tanto, te moverías eternamente en la frontera del universo creyéndolo infinito... Bueno, ya veo que no sirve de nada intentar inculcar una pizca de conocimiento en esa pétrea mollera que tienes sobre el cuello. Seré claro y conciso: aunque en ésta mi magnitud espacial puedes deslizarte al antojo de un simple deseo, sabes muy bien que yo soy un maestro en este arte. Tarde o temprano acabaría atrapándote. ¿No es como para desesperarse?"
Y tanto que sí, pero no sólo por eso. ¿Qué era lo que le habían dicho allá en su poblado? ¿Que los dragones no existían? Pues, maldita sea, aquél que tenía delante era bastante real para ser una falacia. Tuvo ganas de llorar, gritar y patalear de rabia y miedo.  O sea, que le habían engañado desde que era un niño, cuando escuchaba boquiabierto al mor del fuego las historias que hablaban de aquellos codiciosos seres, capaces de matar sin vacilaciones a cualquiera que intentara robarles su tesoro; pero los cuentos solían acabar bien y el filé que los narraba afirmaba siempre al final que no había de qué asustarse, puesto que los dragones hacía ya años que habían desaparecido del mundo. Y ahora una de esas presuntas falsedades estaba a punto de devorarle.
"Valiente sarta de memeces -volvió a decirle el dragón sin abrir la boca-. Ni me dedico a comer la insulsa carne de aburridos héroes ni custodio ningún absurdo tesoro, y por cierto que existo y soy tan real como tú crees ser, al menos en lo que a este mundo concierne. Mi alimento es el miedo y mis únicas riquezas son este encantador reino devastado en el que pienso que sólo yo estoy verdaderamente interesado. ¿O acaso tú tienes la intención de destronarme?"
Inconcebible. Ese ser podía robarle impunemente sus pensamientos sondeando a su libre albedrío en la mente del muchacho. Cunneda intentó dejar las ideas en blanco, pero le fue imposible. A su cabeza acudieron en masa un sinfín de respuestas y nuevas preguntas, a cada una de las cuales el dragón refutaba mentalmente.
"¿Destronarlo? ¡Ja! ¿Y qué iba a hacer yo con este montón de piedras estériles? No soy tan estúpido como cree".
"Donde tú sólo ves un erial, yo puedo imaginarme un paisaje diferente a cada instante. Mi reino es tan variado como lo designe mi voluntad".
"Debe de ser poderoso en verdad".
"Tanto que el sol se pone y se levanta a mi capricho", contestó de inmediato la bestia oscura.
"¡Dioses! Tengo miedo; muchísimo miedo".
"¡Mmmm! Una verdadera delicia".
"Tiene que haber una manera de escaparse. Busca, busca, ¡busca!"
"Estás prisionero en una celda que no tiene topes, pero, si es de tu gusto, puedes intentarlo cuantas veces quieras".
"Es sabio; y viejo".
"Asistí a la formación del mundo en el tiempo en que todavía era un cuerpo estelar entre mis hermanas, las estrellas".
"Yo no debería estar aquí. Quiero irme".
El joven soltó un ligero gemido y, por un instante, los ojos de la milenaria sierpe chispearon con expresión de triunfo. Pero el efímero momento se disipó haciendo que el dragón recuperara su aspecto de hastiado maestro, gozándose en la saña de su siguiente respuesta.
"Pobrecita criatura indefensa. Tu querida mamá está muy, muy lejos y sus adoradas caricias ya no te alcanzan, ¿verdad, cariñín?"
El rostro de Cunneda se volvió sombrío.
"Bastardo sin padre, qué asco me llegas a dar".
"¡Bien, bien! Dulce de Odio; el más sutil y refinado postre para semejante banquete de pavor".
"Gusano cenagoso; voy a matarte aquí mismo".
"Así me gusta: ¡vitalidad! ¿Qué tal si me arrojas ese cuchillo y vemos los dos juntitos qué es lo que puede ocurrir después?"
El muchacho palpó la daga que llevaba colgada del cinturón haciéndose cargo de la inutilidad de su minúscula arma.
"¿A qué está jugando éste? ¿Por qué no acaba conmigo de una vez?"
"Porque no quiero tu vida, amigo mío, sino algo más sencillo y, te lo puedo asegurar, muchísimo menos doloroso de lo que tú crees".
"¿El qué?"
Éste bien podría ser el dragón aludido en este capítulo (si queréis conocer su nombre, lo siento, pero tenéis que ir al capítulo VII). Digujo recopilado de tmijoanot.blogspot.

La bestia se tomó su tiempo para contestar. Aquella inaudita conversación no había durado ni dos minutos, pero al impaciente joven, que se balanceaba inconsciente como un péndulo sobre ambos pies, se le antojó que habían transcurrido horas. El monstruo continuó en la misma postura sin apartar de él sus pupilas de fuego carentes de párpados, hasta que finalmente se decidió a responder.
"Deseo que me hables".
La petición pilló totalmente desprevenido a Cunneda, quien sacudió la melena dando un paso hacia atrás.
"¿Pues no es eso lo que hemos estado haciendo todo el rato?", preguntó sospechando que el pensamiento era la manera habitual del dragón para relacionarse.
"No. No me refiero a eso -se apresuró a explicar el saurio volador-. Lo que quiero es que me hables con palabras, utilizando tu voz. Aunque sólo sea dime cómo te llamas; así, al menos, sabré con quién estoy compartiendo tan agradables momentos".
El muchacho había dejado de sentir miedo, pero no por ello bajó la guardia. Entre otras cosas, las osamentas sembradas bajo la torre denotaban a las claras que allí había alguna amenaza acechando. Si bien el dragón no parecía ser la causa directa del peligro, debía de seguir siendo prudente.
"Si supieras el tiempo que hace que no oigo una voz, no me escatimarías tan implacablemente una simple palabra".
El titánico animal era tan diestro en el uso de la comunicación mental que Cunneda tuvo la impresión de que le estaban suplicando. El muchacho, sin embargo, negó con la cabeza.
"Si tanto añoras una conversación, ¿por qué no hablas tú primero?", sentenció con buen juicio.
El dragón, aún inmóvil, decidió cambiar de estrategia.
"Has venido en busca de fama, riquezas; lo sé. Yo te puedo ofrecer todo eso y mucho más. Poder, hembras, lo que quieras... A cambio de una palabra".
Frente a él comenzaron a materializarse de la nada un variado surtido de piedras y metales preciosos intensamente brillantes a la luz del sol que, en efecto, despertaron la codicia de Cunneda, pero éste logró contenerse y ni habló ni tocó nada.
"¡Vamos, chico! Éste es el mejor trato que te han hecho en toda tu corta vida. Sólo tienes que hablar".
Muy cierto. De hecho, si se había marchado del poblado fue justo para obtener todo lo que el dragón aseguraba que le podía dar.
 Pero fallaba algo, en lo que a Cunneda concernía. Quizá ese algo fuera la facilidad con que, a primera vista, iba a conseguir lo que él consideraba que era capaz de conferirle a su vida un sentido pleno. Su sueño, su máximo deseo, se centraba en que su gente le reconociera como el miembro más descollado de la tribu. Una ambición que podría parecer trivial en nuestros días, pero que antaño marcaba de manera brutal la diferencia entre ser un hombre o no ser nada; entre la libertad o la esclavitud; formar parte absoluta de la Historia o dejarse arrastrar por ella como una anónima partícula más del inconmensurable tejido humano que, incesantemente, va agramándose a lo largo del paso de las eras. Expresándolo de forma más cruda, Cunneda temía no poder cumplir en esta vida para disfrutar con pleno derecho del Más Allá sin perder su identidad en la muerte. Tal era su credo.
Ahora bien, ningún hombre que se preciara podía presentarse ante sus amistades sin una buena historia con que admirarles. Porque las riquezas que no fueran acompañadas de una fama obtenida con esfuerzo poseían un valor nulo, un significado absurdo a no ser que se las envolviera con un barniz de misterio que diera lugar, a su vez, a leyendas y habladurías. No; el muchacho se veía incapaz de explicarles a su padre y a sus camaradas que todo lo que poseía se lo había entregado un dragón. "¿Cómo que te lo ha dado?, ¿Pero es que no lo mataste?, ¿No has traído tampoco su cabeza?, ¿No tuviste que luchar contra la bestia?", suponía que le preguntarían incrédulos, y él, por su honor de persona libre, no tendría más remedio que decir la verdad: "únicamente tuve que darle mi nombre y fue suficiente".
Para la mayoría, el mero hecho de haber estado en presencia de un monstruo semejante le hubiera bastado para colmar con creces su cupo de aventuras; para Cunneda, tan insignificante capítulo le suponía más vergüenza que gloria. Era una simple cuestión de puntos de vista diferentes.
Otra imagen de la región donde habita el dragón.
Recogida de www.fondospaisajes.neteserticas.

Por otra parte, el joven no llegaba a entender que el dragón se conformara con que le hablaran, porque si la vida le había enseñado algo era que nadie daba tanto a cambio de tan poco. Eso hizo que prevaleciera, por tanto, la astucia sobre la codicia y el muchacho le contestó también mediante el pensamiento.
"Si puedes conocer siempre lo que hay dentro de mi cabeza es que entonces puedo hablar contigo a tu manera, ¿no es verdad? No es culpa mía que tú seas mudo, y si acaso estoy en lo cierto e parece que no vas a solucionar tu problema con sólo escuhar mi voz".
"¡Escoria insolente! -Rugió el vestiglo en silencio-. Tú sí que tendrás problemas si no haces lo que te digo. Te puedo reducir a polvo con un simple gesto. Podría hacer que ardieras por dentro sin morir durante una aternidad hasta que suplicaras clemencia. Conozco una infinitud de depurados métodos para hacerte sufrir lo inaguantable... Pero en tu mano está el evitar tan innecesarios tormentos, mi querido amigo".
Cunneda sabía de sobra que el dragón podía cumplir tranquilamente todas sus amenazas; lo sentía en cada una de las nuevamente aterradas fibras de su ser. No obstante, la anómala quietud de la bestia parecía contradecir sus bravatas.
"Qué cosa más extraña. Salvo por sus alas, cualquiera diría que el bicho éste está tallado en piedra -reflexionó antes de apostar el todo por el todo a su adiestrada intuición-. ¡Venga! ¡Vamos! Atácame si tienes lo que hay que tener".
No se produjo reacción de ningún tipo y el muchacho cerró los ojos con alivio manifiesto.
Cunneda se hallaba ante uno de los saurios más poderosos de la antigüedad y, aunque nadie debería de malgastar inútilmente su tiempo buscando una explicación a los arbitrarios motivos por los que actúa un dragón, aquél, en particular, se comportaba de tan sigular manera movido por un aburrimiento mortal, que le llevó a idear un ladino pasatiempo, con unas reglas tan estrictas que incluían la posibilidad de que él mismo pudiera perder la partida, como, de hecho, así había ocurrido.
El joven no supo en ningún momento que estaba participando de un macabro juego en el que el primero de los dos  que hubiera hablado habría pagado como prenda con su vida. Solamente había comprobado con acierto que unas cadenas invisibles limitaban las acciones del decadente monstruo -una de esas autoimpuestas normas-, y que si éste hubiera querido antes hacer uso de la fuerza, él ya estaría bien muerto.
Pero tampoco quiso tentar más a su suerte. Así que, lanzando de cuando en cuando rápidas miradas por encima del hombro, se volvió dando la sudorosa espalda al dragón y comenzó a alejarse de la torre.
Detrás dejó a un humillado animal, que exteriorizó su derrota con un estridente aullido de impotencia.


martes, 27 de marzo de 2012

Claves de una dulce derrota (o una victoria amarga)

No voy a esconder que los resultados de las autonómicas andaluzas, en mi muy humilde opinión, son los menos malos de los que se han podido dar. ¿Razones? Unas cuantas, y cito: Se ha evitado que llegue un nuevo señorito (el hijo del médico del pueblo, como le conocen muchos) para hacer de esta tierra su propio cortijo, al tiempo que se le evita al anterior señorito (el hacedor de entuertos) que siga haciendo de esta tierra su cortijo particular desde hace ya 30 años. Así que, es muy probable que nos hayamos evitado durante cuatro años más esas estúpidas prácticas señoriales de los que se creen superiores teniendo bajo su talón al vulgo callado y sufrido, que para eso son menos que nada.
Es, en efecto, más una dulcísima derrota de unos antes que una amarga victoria de los otros. En ambos casos, todo hay que decirlo, ajenos a mi persona, porque no milito en ninguno de ellos, por lo que puedo opinar libremente y sin trabas de los dos.
Pero no es, como he llegado a escuchar a algunos de los ciegos obtusos que tengo en mi entorno, que los andaluces les hayan entregado un cheque en blanco a los de siempre para que nos sigan robando y haciendo lo que les da la gana.
Es verdad que Andalucía ha preferido que la derecha no gobierne. Es lícito hacerlo y así ha quedado explícito en las urnas. No por ello los andaluces son tontos, lerdos o idiotas, como se ha dado a entender en otras comunidades gobernadas por el "otro" partido mayoritario en España. Sencillamente, se ha producido una mayoría de izquierda dividida entre dos partidos (o tres, que habría que analizarlo todo) frente a una derecha unificada en una única formación, para intentar aplicar políticas despectivamente llamadas progresistas por unos y ampliamente consideradas sociales por los que creo que tienen la razón. Que no todo es el dinero ni la mejor manera de acumularlo en manos de los de siempre, de los que se creen los únicos capaces de crear riqueza a costa de los derechos de la generalidad; o, si lo prefieren, la masa humana. Aquélla por lo que paradógicamente se lucha, se cree y se defienden los ideales de unos y de otros.
¿Qué ha cambiado en esta ocasión para que el resultado de unas elecciones limpiamente ganadas por la derecha (que hay que reconocerlo y felicitarle por ello) no se puedan considerar un continuismo de una política ya agotada por la falta de alternancia y que ha terminado derivando en cuestiones vergonzosas, como el de los penosos EREs, de sobras conocidos por todo el país, con gentuza como ese infame, estúpido e incapacitado mental del ex director general de Trabajo y Seguridad Social de la Junta de Andalucía, al que me niego a citar aquí con su nombre por no merecérselo? Pues, dando por seguro que se llegará a un pacto de izquierdas, está el hecho incontestable de que hay una tercera formación en liza, que ha logrado el crecimiento y la fuerza suficientes como para tener en sus manos la llave del futuro de Andalucía.
Y eso pasa por dejar bien claro desde el principio que se acabó el concepto de cortijo en esta tierra, que todas las actuaciones del Gobierno andaluz van a estar fiscalizadas hasta en el menor de los detalles y que el mero hecho de tener un carné de determinado partido en el bolsillo ya no va a servir para honrar clientelismos y seguir dando la nota (conste que no digo que vaya a ser así, sino que TIENE que ser así).

VALERIO MERINO Que no falte nunca una buena imagen de mujeres con hábito de votar
Esa tercera formación en liza, en la que tampoco milito, no se va a conformar con las migajas de un pastel que algunos creen tener bien aferrado en sus manos. No bastan con tales o cuales consejerías, ni siquiera con la Presidencia del Parlamento andaluz. No. Tiene que haber una reunión previa a la negociación de esas nimiedades para dejar claras las posturas; para poner en común actuaciones, proyectos, planes o como se quieran llamar que saquen a esta tierra de su permanente impás de espera; para generar movimiento cultural, industrial, económico y social; para que el Estado de Derecho no se acabe deteriorando; para que realmente vivir en Andalucía sea un privilegio y un lujo, y no un mero lugar para el retiro de la Europa más rica. En definitiva, para que corra un aire fresco de cambio desde el progresismo, porque el que ya se ha estancado huele un poco a muerto de años.
¿Por qué no dejar que la derecha gobierne en minoría, como reclaman sus votantes y como las urnas le han legitimado para ello? La respuesta es muy sencilla, pero, al mismo tiempo, muy delicada de entender, y dicho sea de paso, sin el menor afán de herir ninguna susceptibilidad. Los números cantan: 1.567.207 votantes suponen, en efecto, un nada desdeñable 40,66% del total de votos válidos y que van para la derecha. Frente a eso, el partido mayoritario de la izquierda se ha quedado con 1.523.465 apostantes por ellos, es decir, el 39,52% del total, al tiempo que la formación minoritaria del progresismo andaluz sumó 437.445 votos, que suponen el 11,34% de lo que es válido. No hay más; el resto de votos (281.635, que se dice pronto), a efectos prácticos, son inútiles por carecer de representación parlamentaria, pero muy indicativos de que, gracias al Gran Modernista, sigue habiendo gente auténtica y de verdad que puesta por lo que relamente cree y no tiene, como muchos de nosotros, el voto secuestrado por las circunstancias.

VALERIO MERINO Momento de votar en Córdoba
Esto quiere decir que con 50 parlamentarios, la derecha podría gobernar, porque no hay quien dude de que son más que la individualidad de cada una de las partes de la izquierda (con 47 y 12, respectivamente). Pero esto no es política municipal, donde las diferencias ideológicas apenas son significativas a la hora de determinar las necesidades de una localidad concreta. Esto es un territorio muy amplio, con una serie de competencias, donde la ideología sí tiene mucho que decir, porque hablamos de salud, educación y economía. Y a esos tres pilares se llega por caminos múltiples y diversos. Por eso, la derecha querría aplicar la política propia que la define, tendente, muy probablemente, hacia la privatización o semiprivatización de lo público (porque éste le quema las manos y no lo quiere retener más de lo necesario), con una mayor preocupación en mejorar las condiciones empresariales para iniciar la recuperación económica, antes que en los derechos, necesidades y problemas de los trabajadores, que son los que dan sentido a todo lo anterior.
Por ello, al proponer en el Parlamento cualquier cuestión que afecte a la globalidad del territorio andaluz y que tenga que pasar por el tamiz de todas las formaciones, es seguro que sería rechazada en su más amplia mayoría de casos. Con lo que la gobernabilidad sería imposible y el avance, nulo. De esa manera, sí se acabaría dando ese retraso de 30 años que preconiza ahora la derecha en caso de gobernar la izquierda, y que los sindicatos ya han asegurado que se ha producido con la Reforma Laboral de la derecha. Con lo que en el fondo, todos contentos viviendo en 1982, ¿vale?
Del mismo modo, y para ser justos, aunque las urnas han dado la victoria a la mayoría de la parte progresista en Asturias, ésta tampoco ha conseguido el apoyo suficiente como para gobernar en solitario. Y ya que la derecha aunando sus escrutinios tiene más diputados, es lógico pensar que allí se va a quedar con el Gobierno para aplicar las políticas que crea conveniente (y no por ello vamos a poner a parir a los asturianos, ¿a que no? Aunque es verdad que lo siento por ellos). Pero que nadie se rasgue las vestiduras ni clame al Cielo, porque es lo más natural del mundo en el juego democrático, le pese a quien le pese.
(Al escribir estas líneas, desconozco el resultado final pendiente del voto emigrante y que podría darle a esa parte mayoritaria de la izquierda un voto más. En este caso, sería divertido ver por quién se decantaría una antigua escisión suya y se comprobaría de una vez por todas de qué pie cojea, ¿no?).
Dicho lo cual, voy a intentar esbozar, como mero profano, las posibles razones de que se haya producido este resultado final en la tierra que ahora habito y que, por tanto, hago mía, pero limitándolo al caso cordobés por dos motivos: es el que más conozco por proximidad y es el más particular, porque aquí se ha pasado por la izquierda más radical directamente a la derecha sin pasar por el progresismo moderado, lo que le hace un caso único en la Piel de Toro.
Tras la abultadísima victoria de la derecha en las generales de 2011 y su amplio éxito en las municipales de ese mismo año, todo hacía pensar que iba a ocurrir lo mismo en las autonómicas de 2012. Pero algo ha pasado para contradecir de forma tan ostentosa todos los sesudos augurios por parte de analistas políticos, encuestas y sondeos. ¿En realidad fallaron estrepitosamente? Permitidme que lo dude. Creo firmemente que ésa era la intención inicial de voto, con una amplia y suficiente mayoría de 55 escaños para la derecha que le permitiría gobernar en solitario igualmente en esta tierra quemada por el sol, pero a medida que se acercaba la fecha, muchas conciencias dormidas del voto de izquierdas despertaron y echaron por tierra todos los pronósticos. Creo que el mensaje de "¡Que viene la derecha!" caló profundamente en una tierra con esa honda tradición progresista que hunde sus raíces en el mismo terreno donde se alimenta el árbol sagrado andaluz por excelencia: El olivo.

VALERIO MERINO Papeletas en un colegio cordobés
Sería bueno ahora hacer la cuenta de la vieja en materia de votos para conocer el potencial real de la derecha (insisto, con los datos de la provincia de Córdoba): En las generales consiguió 208.889 (el máximo jamás conseguido en esta tierra por esa parte del espectro político), por lo que de haber repetido resultado habrían logrado seis diputados en lugar de los cinco que se llevaron. En lugar de eso, obtuvieron 41.166 votos menos que entonces. Y algo que explica esa diferencia es que la gente, incluida la de Córdoba, estaba hasta las mismísimas narices de un Gobierno central presuntamente de izquierdas aplicando reformas laborales propias de la derecha y moviéndose al dictado de lo que le imponía Alemania, con unas cifras de paro cada vez mayores y la incapacidad de reconocer que el país había entrado en una crisis depresiva profunda. Algo totalmente intolerable, que lo acabó pagando retirándole su apoyo y dándoselo en parte a la oposición (una cuestión que los británicos llevan a cabo con asiduidad y sin rubor alguno).
Además, hay que analizar la situación de ese partido de izquierdas en cuestión para terminar de entender las razones de su debacle. Logró 170.033 votos en Córdoba, perdiendo 76.437 respecto a 2008. Curisamente, la tercera formación del país creció en 11.864; la antes citada escisión de los primeros hizo lo propio en 15.176 votos, los nuevos ecologístas, en 3.768 y los (por llamarlos de alguna manera) "nacionalistas" andaluces, en 2.477. Sumando todo ese trasvase desde el primer partido de la izquierda supondrían 33.285 votos. Ni siquiera sumándole a eso los que le arañó la derecha (26.582) explican la sangría total que sufrió. Así que lo único que queda por pensar es que hubo 16.570 de sus simpatizantes de toda la vida que les dieron la espalda y ni siquiera se pasaron por las urnas en señal de que les retiraban su apoyo.
En cualquier caso, la derecha había marcado otro listón interesante en las municipales: 163.996 papeletas que fueron suyas logrando 286 concejales en toda la provincia. Evidentemente, cada municipio es un mundo, pero en el caso de la capital se había dado la circunstancia de que la anterior alcaldesa electa se dio a la fuga, cambiando no sólo de formación política, sino también de administración. Y esa "traición" fue demasiado para su electorado, que prefirió entregar sus votos a un nuevo partido de corte populista hundiéndolo en la miseria y dejándolo literalmente a los pies de una derecha triunfante. En los feudos rurales se buscaba un cambio que acabó dando a ese partido único hasta dejar diez alcaldías en sus manos. Todo un triunfo que les hacía augurar en mayo de 2011 lo mejor para 2012.
Un listón que ha logrado aumentar en estas últimas autonómicas (167.723 votos), pero que se ha quedado a 41.166 votos de distancia del récord de las generales, porque ni ha sabido moverse en los pueblos ni su candidato era carismático ni se contaba con la Reforma Laboral de su líder nacional que aquí ha hecho mucha pupa. Por contra, el candidato del partido mayoritario de la izquierda fue muy inteligente al separar estas elecciones de las nacionales, lo que se ha acabado demostrando en los resultados finales. Todo esto indica que la gran victoria de la derecha en 2011 se produjo en unas circunstancias muy concretas y que no parece que se vaya a repetir en muchísimo tiempo y que, quizá, esta cifra última sea su máximo potencial a día de hoy.
En definitiva, porque no me quiero explayar más, se abre un periodo muy bonito para Andalucía, en el sentido de que TODOS los partidos que trabajan por esta tierra (y chupan de ella) tienen un periodo de cuatro años para renovarse y presentar algo nuevo y que ilusione de cara a las próximas elecciones autonómicas. Y lo primero que tienen que hacer es cambiar de líderes, porque los actuales provocan más repulsa que otra cosa.

VALERIO MERINO Genial y muy sugerente imagen del "perdedor" de las últimas autonómicas andaluzas en Córdoba


P.D. No he querido mencionar nombres ni de formaciones políticas ni de responsables políticos, porque no me da la gana darles publicidad a ninguno de ellos.

Y no sé por qué, pero se impone esta canción en este apartado:


sábado, 24 de marzo de 2012

Vates sin lengua

Imagen gravemente atractiva tomada del blog La grúa de piedra.
Tengo que decir que, pese a poseer un espíritu ya domado y alojado adormecido en una cómoda jaula de oro, colaboro de cuando en cuando con Amnistía Internacional en el envío de mensajes concretos para ayudar a personas concretas. Una colaboración similar a la que practico con el movimiento globalizado de Avaaz (que mueve a millones de personas en todo el mundo en defensa de determinadas causas ya no tan perdidas como se podría haber pensado antes).
Pues bien, los de Amnistía pidieron el pasado Día Internacional de la Poesía cuantos más micropoemas mejor en favor de la poetisa Aayat Al-Qormozi, de Bahréin. Su "crimen" fue leer en público un poema molesto para el Gobierno local que empezaba con estos versos: “Somos el pueblo que matará la humillación y asesinará la miseria. ¿No oyes sus gritos, sus alaridos?”. Al parecer, esta solicitud de reformas en su país y en otros, como Egipto, Túnez, Yemen o Siria, tocó demasiadas fibras sensibles y, según esta ONG, Aayat fue amenazada, detenida, condenada y torturada.
No me dio por los micropoemas, pero elaboré un "medio-poema" dedicado a esa mujer de alma indómita -cuya imagen me la imagino lejos de tener un pelo de colores y vestir de forma alternativa, al estilo de lo que harían las "enfants-terribles" de Occidente (pero cuya voz seguro que será más potente al estar sola, aislada, alejada, nadando en el detritus del abandono y el olvido)- como cualquier vate que se precie.
Dice así:


Palabras como aciagas aves perdidas que
sin rumbo
posan sus descarnadas patas de sangre
sobre la crepitante capa de ácida sal,
allá lejos, en la tierra herida
y desnuda;
justo enfrente de la luminosa ceguera de la Nada.
Quiebran con sus desplumadas alas negras
el silencio sordo del adormecido puma,
Y mientras de las entrañas del barro primigenio
fluye un lento y denso manantial
de almas silentes y con la boca cosida a puntaladas,
Allá en lo alto, inalcanzable, sopla el viento del recuerdo
y sigue brillando la estrella de la esperanza
sólo para que tu palabra se siga oyendo.

Hermosos cuervos asimilados del Blog de Arlequini.




viernes, 23 de marzo de 2012

Brindis por el cine fantástico

Es la primera vez que lo hago (y no es porque me sienta especialmente satisfecho con el resultado, pero sí por el personaje con el que me puse en contacto) y me he decidido a publicar aquí la entrevista que le hice a Francisco Javier Gutiérrez (autor de los cortos "Brasil" y "La habitación de Norman", así como el largometraje "3 Días") el pasado jueves, 22 de marzo, tal y como salió publicada en el medio en el que trabajo, el diario ABC. La verdad es que tengo que aclarar que si le notáis algo extraño, algo como forzada, algo como que no es de este mundo, tiene su explicación: Al parecer, el director de cine está obligado por contrato a no hablar de sus películas mientras las realiza, así como de sus proyectos futuros. Así que me pidió que le enviara las preguntas por escrito antes de contestar. Eso mismo hice, pero se trataba de eso: un guión previo con el que empezar a charlar para darle forma a una entrevista de verdad. Él consideró que eran las preguntas como tales y, ni corto ni perezoso, me las contestó por escrito sin que mediara de por medio conversación alguna. Por esa misma razón, las respuestas suyas se han quedado sin perfilar más y sin haberles sacado un mayor jugo, pero algo es algo y (mucho) menos da una piedra.
Otra cosita: las dos únicas anotaciones entre paréntesis se hacen a raíz de lo que él me había escrito. Es decir que si pongo se ríe es porque él escribió "ja, ja" (y eso, para mí, es claramente una risa) y si pongo sonríe con picardía es porque puso un  ;)  (y esto suele ser un simbolito que se pone mucho en los mensajes para decir que todo va "guay").
Lo último: la pregunta cuarta se la hice porque, según datos del Ministerio de Cultura, su largometraje fue visionado en España por 38.579 espectadores (que dejaron una recaudación de 214.567 euros), y, hombre, no es que sea mucho, pero tampoco está mal para el primer largo de un director. Eso sí, la cinta ya ha sido vendida para su distribución en Japón y existen un par de ofertas para el re-make en el idioma de Shakespeare incluyendo una de Wes Craven (siempre según Wikipedia, la enciclopedia de Dios).
Sin más dilación, ahí va:


Francisco Javier Gutiérrez

«Me atrevería con el cine histórico, según el presupuesto»

CINEASTA CORDOBÉS


ROLDÁN SERRANO Francisco Javier Gutiérrez, durante una proyección en la Filmoteca de Andalucía de Córdoba

A sus 39 años, está considerado ya como un director de culto por los aficionados al cine fantástico. Ahora prepara el rodaje de «El cuervo»


J. M. C.
CÓRDOBA

Se le ha podido observar paseando por las calles de Córdoba en las dos últimas semanas. Un tiempo de pausa en su trabajo de rodaje en Los Angeles que el director de cine Francisco Javier Gutiérrez ha aprovechado para estar entre amigos y darse un salto a la Filmoteca de Andalucía.
—¿Qué hace por Córdoba estos días, si no es mucha indiscreción?
—He venido a la boda de mi mejor amigo. Suena a título de película, pero es la verdad.
—¿Y no debería de estar preparando a fondo su próxima película sobre «El Cuervo»?
—(Se ríe) sí. De hecho, lo hago cada día vía skype (un sistema que permite realizar video chat, videollamadas o el envío de mensajes gratuitos o llamadas entre usuarios) y también a través del e-mail.
—No se ofenda, pero ¿por qué meterse ahora en un «remake» cuando muchos pensamos que su imaginación da para mucho más y para contar historias propias?
—Es que yo no diría que se trata de un «remake», sino de una reinvención, una nueva adaptación del cómic de James O'Barr, fiel al espíritu del original, pero que explora nuevos caminos y se distancia de la película de Alex Proyas que escribieron David J. Schow y John Shirley. Por ejemplo, ¿cuántas adaptaciones y películas se han realizado de novelas de Julio Verne sinq ue ninguna de ellas sea considerada un «remake» de otra? Pues es el mismo caso.

Portada del cómic The Crow, en el que se basa la película.
—¿Ha sido profeta en su tierra con su película «3 Días», o los andaluces le han maltratado bien en las salas de cine o bien en los videoclubs?
—Bueno, con cuatro galardones en su estreno en el Festival de Málaga, incluyendo Mejor Película y Guión, puedo considerarme afortunado en mi tierra.
—¿Va a continuar en la misma línea de corte fantástico o inquietante o bien prevé alguna incursión hacia géneros digamos más «realistas»?
—Me gusta mantener una actitud abierta ante posibles proyectos, aunque, dicho sea de paso, el fantástico sea mi gran debilidad.
—¿Puede adelantarnos alguna iniciativa que tenga ya en mente?
—Estoy preparando para el próximo año una película de ciencia ficción producida por el estudio que nos trajo «The Artist», «La dama de Hierro» o «El Discurso del Rey» (The Weinstein Company ).
—¿Será un corto o un largo?
—Largometraje.
—¿Se quedará a vivir en los Estados Unidos para seguir rodando o volverá a esta tierra que tan mal trata a sus creadores?
—Espero poder alternar. Nuestra tierra, con sus más y sus menos, es algo que se lleva dentro.
—¿Considera que en España se pueden hacer alianzas de varios productores al estilo del ejemplo francés («Delicatessen», «Amelie», «La llave de Sarah» o "Tímidos anónimos") para generar un tipo de cine que rompa fronteras?
—Creo que sí. La verdad es que el modelo francés sigue dando estupendos resultados fuera de sus fronteras. Y nosotros deberíamos de aprender de él en muchos aspectos.
—Se marcha a Málaga hoy (jueves). ¿Es por el Festival de Cine?
—No, no voy al Festival, aunque me hubiera gustado pasarme a saludar. Desafortunadamente, este año comienza en abril y para entonces ya estaré de vuelta en Los Angeles.
Producciones costosas
—Si alguien le ofreciera un guión de corte histórico, por ejemplo algo serio sobre Viriato o lacaída de Numancia, ¿se atrevería a hacerlo o queda demasiado lejos de lo que es su estilo?
—Vaya por delante que me gusta el cine histórico, aunque la última palabra la tendrían el guión y el presupuesto... Ese tipo de producciones son costosas y pueden ser arriesgadas si no se administran correctamente los recursos.
—¿Cree que las historias que se contaban en el cine español durante la década de los 70 del siglo pasado y la forma de rodar de entonces es lo que ha dañado la imagen de nuestro cine hasta el punto de que el público sigue siendo reacio a verlo?
—Vamos por partes. Considero que en los 70 hubo en España grandes títulos y directores, como Chicho Ibáñez Serrador, que dejaron un magnífico legado. Así, «¿Quién puede matar a un niño?» era una película fascinante. ¿Alfredo Landa, Ozores, el destape y las «suecas»? Me parece también una etapa entrañable... No creo que ése sea el problema. En mi opinión, la tendencia de los 80 y 90, en ocasiones demasiado encorsetada, con una reincidencia excesiva en el cine social y político, creó una desidia por parte de nuestro público que, afortunadamente, estamos dejando atrás en los últimos años.
—¿Qué película española de la última década le hubiera gustado rodar (no vale «3 Días»)? Y ¿por qué?
—«Planet 51». Siempre he querido probar con el cine de animación (sonríe con picardía).

ROLDÁN SERRANO El cienasta cordobés, "yogueando" sobre la mesa de la videoteca del Filmoteca de Andalucía