jueves, 11 de abril de 2013

El Rey Arcoiris (novena entrega de Deliciosamente Humano)

Este cuento lo redacté coincidiendo con la película "El estanque dorado", de Mark Rydell (1981). De ahí que lo dejara apartado por completo o que lo acabara incluyendo en 1996 dentro de la colección "Deliciosamente Humano". Las razones son obvias para entonces, ahora da exactamente igual...

Una trucha arcoiris, de www.zazzle.es



El Rey Arcoiris
A Dolores Medio, mi admirada tía Doly.
Xuan salió de su casa silbando, como hacía cada mañana. Sobre el hombro le descansaba una vieja caña construida en madera que su padre le había regalado cuando era tan sólo un guajín.
"Para ser pescador no sólo hay que sacar peces del agua -le explicó su progenitor la primera vez que se lo llevara consigo para disfrutar de tan personal deporte-. Para ser un pescador de verdad hay que saber preparar el anzuelo y colocar la plomada; hay que saber desenredar el hilo cuando se engancha en las piedras y, sobre todo, hay que saber quitar la presa del cebo sin tener que destrozarle la boca. Si sabes eso eres pescador, si no, no lo eres". Desde ese mismo instante grabó las sabias palabras en su cabeza y ya al día siguiente, según lo señalado por su padre, se sabía un auténtico caceador con su primera captura en las manos y un brillo de victoria en sus grises ojos.
Con los años, su fama de avezado truchero se extendió por todo el Valle del Saliencia.
Xuan se llegó hasta el sendero que llevaba a la salida de la aldea, pero antes pasó a saludar a Josefina, la panadera.
-¡Buenos días! -Llamó el anciano.
-¡Muy buenos! -Gritó una voz desde el interior del local.
Una mujerona salió al exterior con el delantal manchado de harina y un pan tierno entre sus grandes manos. El penetrante olorcillo que emanaba del bollo indicaba que éste estaba recién hecho.
-¡Qué! ¿Ya va por él?
-Pues sí respondió Xuan-. A ver si tengo suerte hoy y me cae por fin.
-Sí, home, sí... Bueno, tenga esto y que le aproveche, ¿eh? -Dijo Josefina entregándole su pan de cada día al jubilado.
-Muchas gracias. Adiós.
-Con Él -se despidió la panadera volviéndose al trabajo mientras Xuan continuaba su camino.
A la altura de la ermita aspiró el fiero aroma de la yerba cortada que con el viento le llegaba desde los campos. Los segadores llevaban ya una hora larga en faena y cuando el viejo pescador se acercó a ellos todos, sin excepción, le desearon que viera cumplido lo que era su anhelo desde hacía cuatro años. Xuan contestó agradeciéndoles en el alma las muestras de amistad de aquélla que era su gente.
Algo más adelante redujo ostensiblemente el paso y levantó el labio superior con disgusto. Antes incluso de verla pudo escuchar el filoso sonido de metales chocando, marcando el ritmo de un añejo ritual mágico; preludio de una visión terrorífica que le helaba la sangre y sometía su alma, aún infantil, a la opresión de un miedo cerval muy relacionado con su avanzada edad.
Manolín El Coxu segando, de www.asturias.es
Maruxa, la gallega, viuda hacía ya siete años, se hallaba en medio del prado, guadañando primero y levantando después la dalla para volverla a amolar. Desde que su marido la abandonara para rendir cuentas al Creador ella cuidaba sola de la hacienda, en silencio y sin ninguna queja más que el eterno luto que la cubría de pies a cabeza. Hasta el pañuelo que aprisionaba sus cabellos era más negro que el Principado de Satanás. La mujer también saludó con la mano cuando le vio llegar. Xuan movió la caña con timidez en señal de respuesta."Hoy tampoco me tendrás, vieja; no hasta que él sea mío. Entonces, ya veremos", pensó y continuó caminando.
Torció luego a la izquierda, cerca de una valla de piedra sobre la que alguien había escrito con grandes letras blancas "ocalitos, non", y muy pronto, entre algunos helechos todavía verdes, encontró el sendero que sus propios pies habían ido modelando a los largo de los años. Lo siguió subiendo la suave pendiente, jadeando por el esfuerzo. Al llegar a la cima miró al otro lado de la cuesta y allá abajo lo vio correr libre, perdiéndose entre los castaños y volviendo a aparecer en toda su transparencia.
La visión del río siempre le rejuvenecía el espíritu; le hacía volver a la fantasía de la niñez cuando imaginaba a la corriente como vivienda de tradicionales seres mitológicos.
"A éste nunca me lo envenenarán -se dijo-, está bien vigilado. Las Xanas y Lavanderas lo cuidan y además está él, esperándome para siempre; a mí. Sólo a mí".
Respiró hondo y bajó con cuidado. Antes de llegar ya podía escuchar el saludo del río chocando contra los cantos que sobresalían del agua,  en el centro del cauce. Multitud de voces diferentes le hablaban y le decían claramente:
- Está aquí, Xuan, está aquí. Aguardándote.
Y él se daba prisa entonces, murmurando "ya voy. Ya llego".
En la orilla, y tras echar una breve ojeada, preparó la caña y lanzó su desafío particular consistente en pasar la punta de su instrumento de pesca sobre la superficie. Después quedó quieto. Las ondas se deshicieron fundiéndose con la corriente dorada y repitió el gesto, aunque no hubo respuesta.
-Ya aparecerá -masculló entre dientes.
El fresco de la mañana dio paso a un calor asfixiante. La escarcha de la hierba se derritió y las gotas prendidas en las telarañas brillaron como perlas atrapadas en hilos de plata.
Xuan se había introducido en el agua con sus altas botas de goma verde. La fresca presión de la corriente contra sus tobillos le alivió y dejó de sudar. Muchas veces, demasiadas para su gusto, alguna que otra trucha se dejaba atrapar, pero Xuan rápidamente la desenganchaba y la devolvía al río.
La mejor hora pasó y el viejo salió del agua dejando la caña en el suelo para liarse un cigarrillo con el tabaco de su petaca. Lo prendió y mientras daba la primera bocanada miró a su alrededor. Salvajemente hermoso. La paz que flotaba en aquel lugar le indujo a tumbarse y contemplar el cielo entre las copas de los árboles. Cuando terminó el lento cigarrillo se acercó al agua, metió la mano ahuecándola y apagó la brasa con el líquido que había recogido. Después se guardó la colilla en el bolsillo del chaleco y se secó la palma frotándosela reiteradamente contra el pantalón de pana marrón.
-Hoy no vendrá -comentó al tiempo que comenzaba a mordisquear el pan-. El muy hijo de su madre está jugando conmigo.
El tiempo transcurrió rápido. Xuan recogió sus cosas y se dispuso a partir. Antes de abandonar su rincón realizó un rito que venía practicando desde la primera vez que fuera a pescar: Arrojó por encima del hombro el último pedazo de pan.
-Para el urogallo -decía, sabiendo que ese ave se alimentaba de otras sustancias bien diferentes de la que le ofrecía el viejo.
Urogallo, de www.elmundo.es
En los prados los trabajos de siega ya habían finalizado y se empezaban a cargar los carros con la yerba cortada.
-¿Qué? -Le gritaron hombres y mujeres sin cesar en su tarea.
-¡Nada!
-¡Vaya por Dios! ¡Bueno, pues mañana entonces!
-¡Sí! ¡Mañana!
Y Xuan se dirigía al bar de Avelino tras despedirse de los segadores para degustar unos chatos de vino.

Amanecer encapotado; la masa esponjosa de nubes grises y violeta semejaba una celestial cantera de piedra amontonada en bloques redondeados que amenazaba con caer sobre los cristianos en cualquier momento. Pese a ello, volvióse a escuchar el habitual y mañanero silbidito de Xuan.
Ese día el viejo inquieto oyó una voz interna y especial que era como un grito de júbilo que no se atrevía a salir. Parecía un presagio, de ésos que presionan insistentes el pecho, indicando que algo bueno estaba por venir.
Cuando llegó al final de los campos volvió a reducir de manera pueril el paso, pero sólo atendió al silencio.
"¡Vaya! -Pensó-. Igual no está".
En efecto, la anciana vestida de negro no se encontraba cuidando de sus tierras.
-Un buen augurio -exclamó-. Todo señala a una cosa: Hoy va a caer en mis manos.
 Con el ánimo a flor de piel, marchó a grandes trancos hasta el río. Allí, por enésima vez, sin hastiarse nunca, saboreó la belleza sana del lugar y luego repitió el reto. Fue contestado: Un enorme pez saltó fuera del agua y volvió a caer levantando con su peso una lluvia de agua y espuma. El hombre se sobresaltó; casi había olvidado el tamaño alcanzado por aquella grandiosa trucha.
-¡El Rey Arcoiris! Por fin ha venido.
Algo más de cuatro años habían transcurrido ya desde que Xuan lo divisara por vez primera, y ya era grande. Por entontes, el animal nadó mansamente, con estudiada lentitud, y se quedó paralizado justo a la vista del asombrado viejo. Desde ese momento, y sin saber exactamente el motivo de semejante ritual, Xuan llamaba al pez pasando la punta de la caña por la superficie y el animal aparecía. Misterio de misterios. Casi un lustro -toda una curiosa hazaña, habida cuenta que las truchas apenas sí sobrepasan esa edad- hacía que pez y hombre se conocían jugando a ser ratón y gato. Eran inevitables rivales y, sin embargo, entre ambos surgió una especie de atracción irremediable; de hecho, Xuan había llegado a alimentarla en la mismísima orilla y la trucha acudió a comer casi en su mano. Parecía más bien un pacto entre honrosos caballeros, con unas reglas que ninguno de los dos se atrevía a quebrantar por miedo o respeto mutuo.
El pescador se metió en el agua, procurando no hacer ruido, y llegó hasta el centro del cauce. El Rey Arcoiris tenía que andar cerca; era más que seguro que se había ido a otra zona. El juego comenzaba de nuevo. Lanzó la mosca lejos a su izquierda para recogerla sin prisas. Repitió la maniobra durante un cuarto de hora y el sedal seguía sin tensarse.
De repente, la caña se dobló por su punta y Xuan notó que se le aceleraban los latidos del corazón. Dio un tirón seco y comenzó a recuperar carrete. La trucha se defendía en verdad como un condenado demonio.
-Puede ser él -se dijo excitado, aunque en su interior algo le decía que no era así, puesto que el pez no ofrecía la resistencia propia de su auténtico competidor.
La trucha se iba agotando y se dejó arrastrar hasta el hombre tras una demasiado breve lucha. El ejemplar era grande, pero estaba lejos de lo que Xuan anhelaba, así que lo soltó y lo devolvió al seno del río. Por unos instantes el rayo plateado se deslizó incrédulo ante su vista y luego desapareció en el fondo rocoso. Xuan lo miraba algo entristecido cuando detrás de él oyó un chapoteo y el agua le salpicó la espalda. Echó el cuerpo hacia adelante y se volvió de golpe. Las ondas que pudo ver en la superficie no podía haberlas causado más que el Rey Arcoiris.
-No quieres mosca. Lombriz tendrás.
Silueta de pescador, obra del serbio Goce Risteski. Me gusta

Una vez cambiado el cebo, no sin cierto nerviosismo, paseó la mirada por todo el río intentando adivinar dónde podría encontrarse el pez y, sin pensárselo mucho tiempo, lanzó la caña al azar. Había tirado con tanta fuerza que el hilo quedó enganchado en una rama de uno de los árboles que se inclinaban sobre la corriente hasta casi rozarla.
-¡Joder, Xuan! Pareces un novato -se recriminó colérico.
Observó la rama. Se encontraba demasiado alta como para alcanzarla sin tener que saltar, y si lo hacía seguramente el ruido ahuyentaría a su presa. Dejó pues el carrete suelto, apoyó luego la caña contra el tronco del árbol y comenzó a trepar procurando no resbalar con la plaga musgosa que lo recubría. La rama era bastante gruesa en su nacimiento, pero más adelante se estiraba hacia arriba haciéndose cada vez más delgada y débil.
-Ésta no aguanta mi peso -sentenció con fastidio.
la impotencia de su situación ridícula lo dejó inmóvil contemplando el agua, al tiempo que se le teñía de rojo la cara de pura vergüenza, incluso sabiendo que nadie le podía ver en ese momento.
-¿Te moverás de una vez, viejo estúpido? -Soltó-. ¡No irás a echarte para atrás!
Avanzó unos centímetros y se quedó sentado sobre el gran brazo vegetal. Luego situó las manos ante él y tomó impulso para continuar arrastrándose, sin preocuparse por los desgarrones que se podían producir en su pantalón. De vez en vez miraba cómo la lombriz que pendía viva del anzuelo se hundía en el agua para volver a salir por las oscilaciones de la rama. Cuando creyó que ya no podía avanzar más sin que la madera se quebrara bajo su peso ocurrió el milagro: El Rey Arcoiris saltó fuera del cauce tragándose el cebo hasta la garganta.
Tan grande fue el susto que Xuan cayó cuan largo era al río con un fuerte estruendo. Empapado hasta los tuétanos y con agudos dolores en el hombro por el accidente sonrió, sin embargo, ante la tensión del hilo sesgando limpiamente el agua. En cuestión de segundos el sedal se detuvo con brusquedad, ya que la rama le impedía seguir adelante. Pese al dolor los ojos del anciano chispearon de triunfo.
-¡Ja! Tú mismo te has atrapado -rió Xuan-. Me hubiera gustado cogerte de manera más deportiva, pero al fin eres mío. ¡Mío!
Corrió hasta el hilo y lo asió con ambas manos, aunque al tirar de él no halló resistencia.
-¿Qué te pasa? ¡Pelea, cabrito! -Gritó-. No me niegues ahora el placer del momento.
Como si le hubiera escuchado, el pez se movió con rapidez y el hilo corrió entre las manos del hombre, quien chilló entre maldiciones por el resquemor sentido en las palmas. Las introdujo en el agua para calmarlas y miró con odio la punta del sedal, que se introducía profundo en el cauce. Entre negros pensamientos gruñó y volvió a tomar el hilo; esta vez lo fue recogiendo con más cuidado enrollándolo alrededor del brazo, usando el ángulo del codo como separador de seguridad.
Aún así, la trucha se defendía y Xuan tuvo la sensación de que el hilo le fuera a seccionar el miembro de cuajo. Gimió sacando la lengua, pero continuó tirando. El pez intentaba por todos los medios soltarse saltando varias veces en el aire, cada vez más cerca del viejo.
Finalmente, cuando ya Xuan pensaba en abandonar la partida de puro dolor, el pez se relajó y se transformó en un peso muerto. El anciano lo vio venir casi al ras del agua y con gran esfuerzo lo levantó en vilo sonriendo.
Pero el gesto se le congeló en la boca.
Los ojos del animal se fijaron en él con una mirada que rozaba lo humano y los movimientos de sus finos labios, en realidad apremiantes bocanadas en busca de húmedo oxígeno, confirieron al pez el aire de un abatido guerrero quien, lejos de suplicar por su vida ante el vencedor, le retaba aún en su derrota.
-¿Y ahora qué, viejo? -Parecía decirle la monstruosa trucha.
"¿Qué pretendes decir con eso?", respondió mentalmente Xuan, a sabiendas de que conocía perfectamente la referencia de la pregunta.
-¿Quién soy, viejo? -Volvió a interrogar el pez-. Quizá yo sea tú mismo. Mírame; mírate, hombre. Como os ocurre a todos vosotros, tú también has sido incapaz de vivir tu propia vida sin tener que trasladarla hacia algo que está fuera de ti. ¡Qué singular pobreza! ¿Y ahora qué, viejo? Te has quedado sin metas...
Xuan cayó de rodillas al río presa del miedo.
-Se acabó -prosiguió la trucha-. Me has atrapado y ya no tienes nada más que hacer en este mundo sin sentido para ti. Te has quedado sin excusas para que Ella deje de afilar su guadaña y venga hoy mismo para llevarte en un último abrazo helado. ¿Te atreverás a pasar ante su prado? ¿Cómo la esquivarás?
Xana, cogida de xane.espacioblog.com
Los ojos del pez se tornaron vidriosos mientras su boca se abría y se cerraba marcando un ritmo de muerte lenta fuera de su elemento natural. El hombre se vio reflejado a sí mismo en la trucha y, como a un niño pequeño, la acogió entre sus brazos meciéndola con ternura y cantó en voz baja:
-"¡Ay! Qué nenín tan guapo,
¡ay! Qué guapo es el mí nenín.
Ya no te digo nada
hasta el muelle de Xixón;
dando la vuelta al tren,
con la i, con la o,
que me voy.
Ea, ea, ea, ea, eaé.
Ea, ea, ea, ea, eaé".
Al acabar la nana introdujo el dedo dentro de la boca del Rey Arcoiris y sacó el anzuelo sangrante. Miró a la trucha otra vez antes de meterla en el agua sosteniéndola entre sus manos. Cuando comprobó que el pez no reaccionaba se desesperó.
-¡Venga ya, amigo! No me hagas esto -pidió medio sollozando-. No puedes morirte; ¡no debes! ¿Me entiendes?
Meneó entonces al animal hacia adelante y hacia atrás; sus aletas se movían flotando carentes de vida. Las lágrimas del viejo discurrieron por sus mejillas rugosas y cayeron a la corriente. En ese instante el pez se agitó. Xuan enarcó las cejas con sorpresa y respiró hondo mientras la trucha se marchaba sin su ayuda. El hombre se incorporó de golpe y rompió a reír con ganas.
-¡Ah, granuja! ¡Sigues vivo! -chilló al pez, quien ya se alejaba de Xuan arrastrando consigo los temores del viejo.
La jornada había finalizado, pero cuando el pescador se aprestaba a retirarse tuvo una especie de visión que le dejó atónito: Había creído ver nadando junto a la trucha a una bellísima muchacha de piel blanca y cabellos dorados que le sonreían agradecida. Luego el pez y la mujer desaparecieron, y en su lugar los rayos del sol bailaron una danza luminosa y multicolor sobre la corriente.de vuelta a casa los segadores le volvieron a preguntar por el pez.
-¿Hoy tampoco? -Gritaron.
-¡No! -Respondió Xuan.
-¡Bueno, pues mañana!
-¡Mañana! ¡Sí! -Dijo el anciano mostrando los dientes en una amplia sonrisa, yéndose feliz a su manera, anclado en su gris rutina.
Me apetece, y mucho, incluir este tema para esta historia: A la gueta, de Beleño.


Y si puede ser, este enlace a su mejor tema con diferencia Na Ca'l Fuau:

¿Su letra? Hétela acá:

Vou'n Bulina, dixu'l viantu
dendi'l Norti al tou llau lligaré
ya siampri tarei unda eiquí
na Ca'l Fuau.
Ya nun bichoqui vian la nuechi
de lus tiempus,
fasta nos, perviaya vian,
guyamusla puas, trouxi virdá
na Ca'l Fuau.
Iba la seru
llonxi diban lus tous sonis
miou ca
pudi güir
ya'l miou sen quedou
cau de tí
na Ca'l Fuau.


Pero yo no sería yo si no ofreciera un tema como éste: Friggin' in the riggin' (Cascándote una paja arriba en el carajo), de los Sex Pistols.




La letra de este tema, que canta Steve Jones (el guitarrista), es la que sigue (advierto muy mucho de que es un pelín burra, ¿eh?):

It was on the good ship Venus (Érase una vez un buen barco llamado Venus)
By Christ, ya shoulda seen us (¡Por Cristo! Seguro que ya nos has visitado)
The figurehead was a whore in bed (El mascarón era una puta encamada)
And the mast, a mammoth penis (y el mástil, el pene de un mamut)

The captain of this lugger (el capitán de este cascarón)
He was a dirty bugger (era un sucio putero)
He wasn't fit to shovel shit (No estaba preparado para llevar mierda a paladas)
From one place to another (de un sitio a otro)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
There was fuck all else to do (No hay otra jodida cosa que hacer)

Captain's name was Morgan (El nombre del capitán era Morgan)
By Christ, he was a gorgon (¡Por Cristo, que era una górgona!)
Ten times a day he'd stop and play (diez veces al día tenía que pararse y tocar)
With his fuckin' organ (con su puto órgano)

The first mate's name was Cooper (El nombre del primero de sus colegas era Cooper)
By Christ he was a trooper. (¡Por Cristo, que era todo un patrullero!)
He jerked and jerked until he worked (Se sacudió y se sacudió hasta que llegó)
Himself into a stupor (a quedarse catatónico)

Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
There was fuck all else to do (No hay otra jodida cosa que hacer)

The second mate was Andy (El segundo colega era Andy)
By Christ, he had a dandy (¡Por Cristo, que era todo un dandy!)
Till they crushed his cock on a jagged rock (hasta que se machacó la polla con una piedra filosa)
For cumming in the brandy (por eyacular en el coñac)

The cabin boy was Flipper (El grumete se llamaba Flipper)
He was a fuckin' nigger (era un jodido negro)
He stuffed his ass with broken glass (se atiborró el culo con cristales rotos)
And circumcised the skipper (y circuncidó el prepucio al patrón)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
There was fuck all else to do (No hay otra jodida cosa que hacer)

Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
There was fuck all else to do (No hay otra jodida cosa que hacer)

The Captain's wife was Mabel (La mujer del capitán era Mabel)
To fuck she was not able (pero no era capaz de follar)
So the dirty shits, they nailed her tits (Así que el muy cabrón le clavó las tetas)
Across the barroom table (a lo largo de la mesa de la taberna)

The Captain had a daughter (El capitán tenía una hija)
Who fell in deep sea water (que se cayó a las profundidades abisales)
And by her squeals we knew the eels (y por sus berridos supimos que las anguilas)
Had found 'er sexual quarters (se habían acomodado en su sexo)

Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
There was fuck all else to do (No hay otra jodida cosa que hacer)

*Por carajo se entiende la canastilla de vigía que había en los mástiles de los antiguos galeones y carabelas. De ahí la expresión "Vete al carajo".


2 comentarios:

  1. Gran texto, as usual, querido Hubi, y el colofón de los Sex Pistols me ha encantado. Náyades, oceánides y nereidas...

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  2. Muchísimas gracias, Mr. Albert. Valoro mucho más vuestros mensajes y comentarios aquí que los que puedan aparecer en el Facebook sobre estas entradas.
    Me encanta la mezcla en todas las cuestiones de la vida. Creo que no hay nada mejor que introducir en plena bruma céltica un rayo de luz violeta y eso es lo que he hecho al meter el cuento junto a Beleño, con el toquecito punk de los Pistols (por cierto, me quedé un tanto asombrado cuando traduje la letra; ten en cuenta que aquí el amigo pronuncia de auténtico asco y muchas palabras escuchadas no tenía ni idea de lo que estaba diciendo, ¡je, je, je!)

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