martes, 19 de marzo de 2013

Viejos sin uso

Me gustaría hacer mía (es algo que ya advierto que puedo hacer en la introducción a este blog) una carta al director publicada en el ABC de Córdoba del 14 de marzo de 2013, por ser directa, precisa y dolorosa. Es la que sigue:

Volveremos a las alpargatas
La cabezona e insistente Merkel vuelve con la pesada y demoledora canción de los recortes.
¡Mire, señora, ya nos han descuartizado a base de tijeretazos sangrantes, y el poder adquisitivo del pueblo es tan bajo que hay millones de familias en la pobreza y en los umbrales de la indigencia!
Si a usted y al señor Rajoy les parece bien, podemos vender o empeñar los zapatos y los cinturones, y calzar nuevamente, como en los años 20 y 30 del siglo pasado, las alpargatas y usar una cuerda para apretarnos, más y más, los escurridizos pantalones.
¡A esto les llamáis progreso!
Después del cruel recorte en las medicinas que obligan a los sufridos viejos jubilados a pagar el 100% de la casi totalidad de los medicamentos que necesitan, sobre todo en el invierno, para ayudar a su delicada salud, ¿cómo podrán estas personas comer, pagar las facturas de las saltarinas tarifas de la electricidad, del gas, la hipoteca –si no suya, la de su hijo que se ha quedado parado–, los gastos de comunidad, el recibo de los «muertos» y para colmo, dejarse media paga cada vez que tienen que ir a la farmacia?
Y mientras tanto, la «corruptela» de políticos y de los que no lo son cabalga por las «autonosuyas» de todo el país saltando las elevadas barreras de las increíbles sorpresas que se producen un día sí y al otro también…

La firma Arturo del Pino Valencia y yo, con su permiso, la adopto como mía. Me encanta.

El ojo de este incisivo espectador de la sociedad (Arturo) es capaz de abrir las mentes de los que llevan muertos hace décadas y hacer despertar ese grito de injusticia que se atasca en los pechos y gargantas de los que ya carecen de lengua...
Pero se podrían analizar estas líneas un poquito más a fondo no por el mero hecho de hacer daño, sino porque trata asuntos y temas que están marcando el devenir de los últimos años y prácticamente van a dejar huella de época. O lo que es lo mismo, se acabará estudiando en la Historia de la Humanidad, del mismo modo que todos hicimos un alto en el Crack del 29 (inicios del pasado siglo XX) cuando fuimos estudiantes. Una época que transformó a los hombres en ruinas andantes, en sombras de sí mismos, y desembocó en una monstruosa guerra devoradora de almas, sentimientos, vidas y generaciones.
Al margen de que en la misiva queda bien claro quién tiene la batuta de la Unión Europea y quién baila al son que Su Gran Alteza Real Germánica tenga a bien interpretar, en esas líneas se contempla con horror certero por parte del pueblo llano cómo la única solución mágica al desastre que mantiene moribundas nuestras economías es dejar de gastar (ya sea útil o inútil el destino de esos euros).
Sencillamente se deja de mover dinero y con eso se espera que la hierba vuelva a surgir hermosamente verde bajo un sol radiante de iridiscencia dorada y un cielo que de puro azul añilado parece de cuento de hadas.


Imagen del sol Betelgeuse, cogido de fineartamerica.com sencillamente porque me gusta, y punto.
Pero no sólo es el Estado el que deja de gastar, sino que los que dan sentido a ese Estado, es decir los ciudadanos que viven en él, se amparan en él y le otorgan vida y existencia, tampoco tienen medios para hacerlo.
En este punto parecería lógico pensar que si al molino se le corta el agua deja de moverse o, como ejemplo algo más actual y acorde con los tiempos, si se desenchufa un ordenador de nada sirve todo el inconmensurable entramado informativo, económico y vital de las redes sociales generadas al amparo de Internet.
¿Cuál es el fin del dinero? hay que recapacitar un poquito al respecto. ¿Realmente, cuál es? ¿Sirve para comerse los billetes en caso de que la despensa se vacíe? ¿Acaso las monedas tienen una salida válida como pisapapeles o como plomada para las cañas de pesca? ¿Para qué está hecho? ¿Por qué las toneladas y toneladas de tinta, metal, pasta de palpel, gérmenes (que también) y plástico que deambulan por el mundo? O, mejor dicho, ¿que en ciertas zonas, como la hastiada Piel de Toro, se ha estancado por completo?

Español medio tras cuatro años seguidos de mortífera y desesperante crisis...
Pues bien, SÓLO y ÚNICAMENTE tiene sentido para la adquisición de bienes de toda índole y naturaleza; los de primerísima necesidad y los de lujo; los que alimentan el cuerpo y los que dan vida a la mente y al corazón; los que cubren las propias necesidades y las del alma ajena; los que satisfacen el pago de velocidades físicas y mentales en un momento concreto del presente; los que elevan al ser humano más allá de la mera categoría de animal a través del oído, el gusto, el tacto, la vista y olfato; los que calman la soledad -febril y perniciosamente pertinente a partir de ciertas edades peligrosas- mediante ralos amores de pago, ya sean hermosos como una telaraña atrapada por un eterno amanecer o terribles y terroríficos como la seda negra en lo más hondo de una ciénaga putrafacta; los que permiten al ciego ver, al sordo oír, al mudo hablar y al lerdo ser inteligente; los que generan creación y novedad casi de la nada e impiden la rebelión de los justos mediante ralas limosnas cada vez más escasas; los que aplacan el hambre de los deseos desconocidos; los que guardan y mantienen un fragilísimo equilibrio entre el cansancio de lo siempre visto y la urgente visión de lo nuevo; los que marcan la fugaz diferencia entre la vida y la muerte dentro de un pequeño y miserable dedal de agua...
Todo ello se paga (le pese a quien le pese) con dinero. Y es el dinero el que ha de evitar que la rueda se oxide sin que ellos suponga sacrificar valores de ninguna otra categoría, ya sean religiosos, morales o afectivos. Sólo se trata de constatar un hecho que cae por su propio peso: si se queda quieto, el dinero vale tanto como el que fabricaron los sudistas para desmarcarse del resto de la Unión y que al final de esa atroz y brutal guerra civil entre el Norte y el Sur de Norteamérica se descubrió su auténtico valor: NADA.

¿Somos negros pálidos por el paso del tiempo y del sufrimiento o blancos oscurecidos por unas circunstancias duras marcadas por las arrugas de una vejez excesivamente prolongada?

En esa carta se vislumbra otro horror (miedo al hombre, tal y como se deja entender en el muy recomendable "El corazón de las tinieblas", de Joseph Conrad) nada despreciable: la inutilidad absurda, degenerada, ilógica e insustancial de llegar a viejos en nuestros días. Porque el "mayor" de hoy en día no es como el anciano de la Antigüedad, que tenía su hueco en un consejo consultivo, donde se acumulaban todas las experiencias vitales de la tribu a fin de encarar con un mejor criterio de bienestar general una crisis o un problema concreto que pudiera surgir (habitualmente bélico, de hambrunas o de enfermedad con carácter de epidemia). Hoy en día, ya no hay tiempo para seguir acumulando experiencias, sino que el poco que nos queda se dedica a interpretar (al igual que ocurre con la religión y la existencia de un Ser único y divino destinado a debatir sobre su naturaleza y su relación con el resto de lo creado) esa experiencia anterior para terminar por llegar a caminos sin salida, donde las ideas se acaban pudriendo antes siquiera de conseguir ver la luz.
Muchos de los viejos de hoy (una inmensa mayoría) nacieron limitados y su veteranía en el teatro de la vida no les ha servido para crecer como personas. Contamos, por tanto, con todo un ejército inconmensurable de seres seniles incapaces de transmitirnos nada de nada para evolucionar hacia una nueva Edad de Oro (o, como mínimo, intentar salir de esta Edad de la Chatarra Tecnológica que no está tocando vivir) del Hombre y sus influjos sobre la Tierra y el Universo.
Mefistófenes Rex de la Inmundicia.
Merced a ciertos avances incuestionables, vivimos más (tiempo), pero con mucha menor calidad de vida (intelectual, física y anímica, así como económica). Es decir, llegamos a más viejos, pero con menos capacidad, lo que nos convierte en un serio peligro para el mantenimiento de la raza humana.
Por ello, y en vista de que estaría muy mal visto aplicar las enseñanzas esquimales que nos muestra la estupenda película "Los dientes del diablo" (en la que los mayores, llegados a una edad, aceptaban perderse en la tundra helada para ser benignamente eliminados por el hermano oso polar) (*) o seguir el ejemplo de la serie "La fuga de Logan" (donde a partir de los 30 años se "reciclaba" al personal transformándolo en estupendas hamburguesas para el resto de la progenie humana**), los ejecutivos comunitarios están haciendo todo lo posible por reducir el número de decrépitos dependientes del sistema (recortes y constantes congelaciones de las pensiones y la útima diabólica idea digna del mismísimo Mefistófenes: que los abuelos se paguen ellos mismos las medicinas, y si no tienen dinero, haberlo pensado antes y haber ahorrado algo a lo largo de su excesivamente larga vida, que a la postre, no es más que un engorro para la sociedad).
Eso, la ampliación de la edad de jubilación y la progresiva eliminación del sistema sanitario público, supondrá la efectiva eliminación de ese segmento social plagado de arrugas que únicamente sirve para consumir los escasos bienes que requieren los individuos en la niñez, la juventud y la mediana edad del fugaz presente. Lo malo es que en épocas tan nefastas como las que nos toca vivir, esos viejos que sobran son el apoyo real (y, en muchos casos, único) de los que se quedan sin trabajo y gracias a ellos familias enteras dejan de pensar en el suicidio y en la perniciosa idea de no tener que haber nacido. Nefasto panorama que tiene visos de prolongarse algunos añitos más...
Aquí, una gráfica recogida del Caralibro de Vicente H. Carpetano (un tipo genial donde los haya) que pone los pelos de punta y que deja a las claras la desaparición de las clases medias que favorecen el suicidio masivo antes de llegar a viejos (que proclamaba el amigo Pete Townsend):


(*) Por cierto, que estoy leyendo un libro sobre los esquimales, "Iglús en la noche", de Hans Ruesch, en el que también "hacen desaparecer" a sus mayores arrojándolos al mar. Y, por cierto, entre los miembros de esas sociedad tan especial, eso no es ni asesinato ni una mala acción, sino lo natural...).

(**) Donde transforman a los viejos en comida (concretamente galletas) no es en la Fuga de Logan, donde sí es verdad que al personal se le elimina a los 30 años, sino en la película Cuando el destino nos alcance (1973), de Richard Freischer, y con Charlton Heston de protagonista. Me lo ha dicho mi amigo Jesús Ligero. Y si no lo he corregido arriba en el texto es porque me gusta asumir mis errores y reconocer los méritos al personal y, además, demuestro que no soy un friki radical. ¿Que si Jesús es el friki? No diría tanto, pero es llamativo que ese detalle no se le pasara por alto ¿eh?

Para la ocasión, me invade la urgente necesidad de que escuchéis este temita de The Specials, titulado "Do nothing". No por nada en especial, sino porque la gente vacua sobre la que habla me recuerda sobremanera a algunos de esos políticos que hacen de las autonomías las "autonosuyas" a las que alude en su carta nuestro amigo Arturo.



La letra (y su castellanización) es la que sigue:

DO NOTHING (NO HACER NADA)

Each day I walk along this lonely street (Cada día me paseo solo por esta solitaria calle)
Trying to find, find a future (tratando de buscar, buscar un futuro)
New pair of shoes are on my feet (Me he calzado una par de zapatos nuevos)
Cos' fashion is my only culture (porque la moda es mi única cultura)

Nothing ever change, oh no... (Nada cambia, oh no...)
Nothing ever change (Nada cambia)

People say to me just be yourself (La gente me dice que simplemente sea yo mismo)
It makes no sense to follow fashion (que no tiene sentido seguir la moda)
How could I be anybody else (¿Cómo podría ser cualquier otro?)
I don't try, I've got no reason (Ni lo intento, no hay motivo)

Nothing ever change, oh no... (Nada cambia, oh no...)
Nothing ever change (Nada cambia)

I'm just living in a life without meaning (Me limito a vivir una vida sin sentido)
I walk and walk, do nothing (camino y camino sin hacer nada)
I'm just living in a life without feeling (Me limito a vivir una vida sin sentimiento)
I talk and talk, say nothing (hablo y hablo sin decir nada)

Nothing ever change, oh no... (Nada cambia, oh no...)
Nothing ever change (Nada cambia)

I walk along this same old lonely street (Me paseo solo por la misma solitaria calle)
Still trying to find, find a reason (todavía intentando encontrar, encontrar una razón)
Policeman comes and smacks me in the teeth (Un policía llega y me parte los dientes)
I don't complain, it's not my function (no me quejo, pues no es mi función)

Nothing ever change, oh no... (Nada cambia, oh no...)
Nothing ever change (Nada cambia)

They're just living in a life without meaning (Se limitan a vivir una vida sin sentido)
I walk and walk, do nothing (camino y camino sin hacer nada)
They're just playing in a life without thinking (Se limitan a vivir una vida carente de ideas)
They talk and talk, say nothing (hablan y hablan y no dicen nada)
I'm just living in a life without feeling (Me limito a vivir una vida sin sentimiento)
I walk and walk, I'm dreaming (camino y camino, estoy soñando)
I'm just living in a life without feeling (Me limito a vivir una vida sin sentimiento)
I talk and talk, say nothing (hablo y hablo sin decir nada)
I'm just living in a life without meaning (Me limito a vivir una vida sin sentido)
I walk and walk, do nothing (camino y camino sin hacer nada)

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