jueves, 25 de abril de 2013

Leyenda Altoaragonesa (penúltima entrega de "Deliciosamente Humano")

Nos acercamos al final de otro ciclo. Terminé La Rosa Negra y ahora estamos a punto de finiquitar Deliciosamente Humano. Éste es el penúltimo cuento de esta colección y luego habrá que empezar con otra cosa. Ya veremos. Esta leyenda me la inspiró la imagen tomada por Olga Burzaco Ojeda, hermana de mi gran amigo Pedro Burzaco, profesor de violín en Barcelona, que espero reproducir luego. Lean, lean y lo entenderán. Por cierto, que el Alto Aragón es una delicia, en todos los sentidos...



Imagen de Olga Burzaco que refleja una de las tradiciones más curiosas del Alto Aragón.


Leyenda Altoaragonesa

Como una sombra, se deslizó dentro del pajar. Aprovechando cada retazo oscuro, avanzó literalmente pegado a la pared de piedra; con lentitud, sin ruidos. Se detuvo y miró la hierba seca perfectamente empacada, a la espera paciente del invierno,  tan crudo en aquellas tierras altas. Sus ojillos mostraron un brillo amarillento de malicia y se pasó la lengua relamiéndose los labios dibujados en una sonrisa.
Bruscamente extendió los brazos hacia adelante y su delgado cuerpo se contorsionó en una danza de flexibilidad y salvajismo.
Al principio salió humo, gris y tenue; más tarde unas pequeñas llamas cubrieron el dorado tesoro hasta que el fuego creció devorando con gula toda la paja. Pronto las crepitantes llamas lamieron también la madera de las vigas que sostenían el techo y el local se transformó en una monumental pira que iluminaba con rojos intensos la noche violeta.
Desde el interior de la casa cercana un hombre joven salió corriendo atraído por el estruendo y la antinatural luz. Se llevó las manos a la cabeza al ver su almiar consumiéndose entre el fuego, pero su expresión cambió en odio al escuchar una estridente carcajada en la oscuridad. Una mujer tocada con un camisón blanco y un chal crema sobre los hombros se aproximó al hombre, su marido, y con voz ronca le preguntó:
-¿Qué ocurre, Pedro?
Quedó petrificada de espanto al comprobar por sí misma lo que sucedía. Todo el trabajo del verano había desaparecido con la humareda de la gran hoguera. Se cogió del brazo de su esposo sin apartar la vista del espectáculo. Pedro, con los dientes apretados de rabia, se separó de su mujer y se metió en la casa. Al rato volvió a salir con un enorme trabuco dispuesto a disparar.
-¿Qué vas a hacer? ¡Pedro!
Pero el hombre ya no la escuchaba.
La risa se volvió a oír en el interior del pajar. Pedro se extrañó.
-¡No! Si el muy imbécil encima se ha quedado dentro -comentó en voz baja.
Se aproximó luego a la entrada por la que el calor y la humareda salían a raudales e intentó atisbar algo entre el fuego. No vio a nadie.
-¡Qué  raro! Juraría...
De repente se dio la vuelta y en la oscuridad logró distinguir una furtiva figura que huía hacia el monte a una velocidad vertiginosa. Sin pensárselo dos veces Pedro disparó su arma.

Caserío altoaragonés, de romanicoaragones.
Al amanecer sólo quedaban en pie dos paredes medio derruidas y negras; el resto: cenizas y algún que otro madero inutilizado por el desastre. Durante toda la noche Pedro y los vecinos habían intentado salvar algo de la pira, pero fue del todo inútil. Ahora todos ellos sostenían en sus manos sendos tazones de fuerte café caliente preparado por María.-Por lo menos lo intentamos -se atrevió a decir uno de los que ayudaron en la dura faena.
-Pues, ya ves, no ha servido de mucho -respondió otro que se lavaba la cara y los brazos en un barreño de agua ya teñida por el tizón.
Pedro permanecía callado sentado en una silla, mirando con fijeza a los restos de su maltrecha hacienda.
-¿Y cómo se formó el incendio? -Cuestionó el hombre que se había lavado mientras buscaba algo para secarse. María le tendió un paño.
-¿No escuchasteis el disparo? -Dijo Pedro saliendo por fin de su mutismo.
-Sí, pero creímos que se trataba de otra cosa. Nadie podía imaginar que...
-Eran dos -sentenció Pedro.
-¿Cómo lo sabes?
-Uno se quedó dentro y al otro le descerrajé un tiro cuando salía corriendo. Luego fui a ver, y ni rastro, ¿eh?
-Pues ahí en el pajar no hay nada que se parezca a un cuerpo.
-¡Estoy más que harto de los malditos forasteros! -Gritó Pedro levantándose de la silla. Los demás quedaron perplejos-. Esa gentuza que viene de fuera y se divierten de esa manera. Al principio son todo sonrisas y luego mira: Lobos con piel de corderos...
-Di mejor de cabra -atajó el más viejo de los allí congregados.
Hasta el propio Pedro se calló y se le quedó mirando.
-¿De qué hablas? -Preguntó Pedro sintiendo que los cabellos de la nuca se le erizaban con un curioso escalofrío.
-Lo sabes muy bien, y todos éstos también -respondió el anciano-. Ni eran dos ni mucho menos era humano.
Se hizo un silencio cargado de expectación supersticiosa. El viejo siguió hablando.
-Pedro, esta noche a ti te ha visitado un diaple.
-¿Cómo? -Contestó perplejo su interlocutor.
-Un diablo -aclaró el viejo tras un corta pausa.
-¡Ja! ¿Y por qué a mí? -Preguntó medio en broma.
-Fácil: Por haberte casado hace poco y porque os iba bien a ambos. Sólo por eso, y por la mala leche que gastan esos cabritos.
María se acercó a su marido y se aferró a él en un gesto que tanto significaba una búsqueda de protección como una señal de apoyo incondicional hacia el hombre que amaba y con el que se había comprometido de por vida. Pedro también le tomó de las manos apretándoselas con afecto para disimular su miedo.
-Lo mejor que puedes hacer es ir a ver al mosen. Nosotros mientras tanto te ayudaremos en lo que podamos.
Pedro asintió con la cabeza, a pesar de que los curas no fueran precisamente santos de su devoción. El resto de vecinos se limitó a afirmar con gravedad las palabras del viejo. Porque la tradición pesa más, en algunos casos, que la propia fe.
Figuras demoniacas en un templo románico del Alto Aragón, de arquivoltas.com.

Por la mañana temprano Pedro tomó el sendero que bajaba al pueblo.
Caminaba despacio, con los pies buceándoles bajo la fría niebla, preguntándose si el sacerdote, el mismo que los había unido en matrimonio cuatro meses antes, se iba a creer o no aquella pamplina. Por dos veces estuvo a punto de cambiar de parecer y volverse a casa con su mujer para levantar cuanto antes otro pajar, pero algo le obligó a seguir adelante.
La iglesia, de fuerte piedra con sabor a románico, se hallaba en la parte más alta del pueblo. Su campanario se recortaba con claridad por sobre la masa gris y húmeda que empañaba el paisaje. Al verlo, Pedro se detuvo sobrecogido y el tañido de la campana le hizo dar un salto. Se avergonzó del susto y se introdujo finalmente en el templo de sombras antiguas.
Los bancos estaban aún vacíos. En el altar un monaguillo encendía las velas y cirios para la misa que iba a celebrarse en breve. Pedro avanzó por el pasillo y se dirigió al muchacho:
-Oye, el mosen ¿está?
-Sí.  En la sacristía -contestó el rapaz señalando una puerta a la izquierda del altar.
Después de llamar suavemente Pedro pasó a una pequeña habitación donde un hombre bajito y con aspecto bonachón luchaba con tesón por introducirse en las vestiduras sagradas.
-Sea quien sea, ¿me podría echar una mano? -Dijo el cura con la voz ahogada por la ropa.
Pedro no perdió el tiempo y pronto se encontró frente a un rostro arrugado y enrojecido que le sonreía.
-Gracias... ¡Oh! Pedro, eres tú. ¿Cómo está María? Me acabo de enterar de vuestra desgracia. Lo siento mucho.
-Precisamente vengo a hablar de eso, mosen. El Tío Celes me aconsejó que viniera a verle. Según él...
-Un diablo quemó tu pajar -terminó diciendo el sacerdote.
-¿Usted qué opina? -Inquirió Pedro sonriendo.
-Puede que sí y puede que no -fue la respuesta-. De todas formas, me inclino a pensar que lo que diga el Tío Celestino sea cierto.
Pedro levantó una ceja con ironía. El cura advirtió el gesto y meneó la cabeza resignadamente.
-¿Qué quieres? -Se disculpó-. Yo también soy hombre y nací aquí. Además, los diablos no son ajenos a mi religión. De hecho, tengo que vérmelas con ellos a diario.
-Bien está, mosen, y yo le deseo la mejor de las suertes en esa batalla diaria, pero yo busco soluciones a mi problema.
-Claro, claro -reconoció el cura-. Sí, lo más probable es que ese cornudo vuelva a intentarlo en cuanto construyáis otro pajar y es seguro que regrese acompañado por alguno de los de su ralea.
Pedro abrió los ojos con terror. El sacerdote le hizo un ademán para restarle importancia al asunto.
-¡Bah, hombre! No te preocupes. Yo sé lo que hay que hacer.
-Pero, ¿lo dice usted en serio?
-¡Faltaría más! -La expresión del cura mostraba una seriedad fuera de dudas que obligó a Pedro a disculparse.
-Lo siento, mosen, pero, no sé, usted dice las cosas como si no pasara nada y estamos hablando de un diablo, ¿no?
-Ya. Ya lo sé. Es la costumbre. Olvídalo.
Tras soltar un suspiro el cura se dirigió a un armario de madera negra y carcomido por el paso de los años, luego lo abrió con una pesada llave que escondía en un cajón e introdujo medio cuerpo en su interior. Cuando volvió a salir en sus manos descansaba un paquete que guardaba una muy singular forma. Estaba tan cubierto de polvo y telarañas como el mismo mueble donde había permanecido escondido durante tanto tiempo.
-Toma -dijo el cura tendiendo el paquete a Pedro.
-¿Qué es esto? -Preguntó el otro sopesando el regalo con cierto asco y recelo.
-Bueno, está un poco sucio, y es que lleva ahí dentro no sé cuántos años. La verdad es que nunca creí que fuera a servir para algo -el cura se volvió para guardar otra vez la llave del armario-. ¿Que qué es? Ya lo verás... No, no. Ahora no lo abras.
Pedro puso cara de fastidio.
-Te aseguro que funcionará -sentenció el sacerdote-. Cuando te hagas otro pajar avisas al Tío Celestino y le preguntas a él, pero no lo abras antes, ¿eh?
-Muy bien, mosen. Usted sabrá lo que más conviene hacer en estas cuestiones y le haré caso. Bueno, con Dios.
-Ve tú con Él -le respondió el cura viéndole marchar con una mirada de complicidad divertida en los ojos.

Elementos para una buena recena, de coriensesdelconvento.blogspot.com.es.
Poco tardaron Pedro y sus vecinos en levantar un nuevo edificio donde almacenar la yerba seca para que las bestias no quedaran sin forraje durante el duro invierno que ya comenzaba a asomarse en aquellas tierras altas. La culminación de la obra se celebró con una opípara recena, en la que no faltó el buen vino, abundante comida caliente y las jotas cantadas hasta bien entrada la noche. Y cuando ya la buena gente comenzaba a retirarse con paso cansino hacia sus hogares, Pedro llamó en un aparte al Tío Celestino y le pidió con aire de misterio que se quedara un rato más.
El joven sirvió a su invitado otro vaso de oscuro caldo y ambos se liaron sendos cigarrillos sentados frente a la chimenea encendida. Sin dilaciones ni explicaciones previas Pedro se metió en materia.
-María, hazme el favor de traer el paquete.
El Tío Celestino retiró el cigarrillo de los labios para sonreír a sus anchas.
-¿Te lo dio el mosen? -Quiso saber.
-Sí. El mismo día que fui a verle -contestó Pedro-. Me dijo que te preguntara, que tú ya sabrías.
El anciano asintió mientras María entregaba el pedido a su marido.
-Aquí está. El mosen dijo que lo abriéramos hoy mismo y que los diablos no vendrían más -explicó Pedro.
El viejo seco y quemado por los años estudió el envoltorio con mirada experta y antes de que lo desempaquetaran soltó una sonora carcajada asombrando con ello a la joven pareja.
-¿Qué tiene de gracioso el tema? -Indagó pedro.
-Tú ábrelo, anda -fue la respuesta-. ¡Qué jodido! Sí que tiene buenas ideas el hombre éste.
Pedro lo desenvolvió despacio, con mimo y respeto, como si tuviera en sus manos una antigua y frágil reliquia. Al quedar al descubierto lo que había en el interior tanto Pedro como María ahogaron una exclamación. El Tío Celestino, sin embargo, ni se inmutó.
-Por Dios, ¡qué asco! -Dijo Pedro.
-Es repugnante -coreó María.
-Pero nos será de gran ayuda -concluyó el viejo.

Pedro y el Tío Celestino se encontraban ocultos tras de unos árboles cerca de la entrada del nuevo pajar; ambos se envolvían en mantas para combatir el frío intenso de la noche. El de menor edad llevaba una lamparilla apagada.
-¿Cuánto tiempo más vamos a esperar? En un par de horas amanecerá.
El anciano le hizo un gesto apremiante de silencio.  Ante la puerta del edificio se recortaban tres figuras delgadas y oscuras que cuchicheaban jocosas entre sí en una jerga incomprensible y extraña.
-¿Son ellos? -Preguntó Pedro con voz temblorosa.
-¡Venga! Enciende la lámpara ahora.
Un chorro de luz cálida calló de lleno sobre los demonios permitiendo contemplar con claridad su aspecto: eran mitad hombres y mitad cabras. Sus cabezas, grandes como calabazas maduras, así como las patas pertenecían a la parte animal, mientras que el resto del cuerpo se cubría con una grasienta mata de pelo negro y rizoso. Los ojos amarillos de los diablos reflejaron una profunda maldad al ver a los dos hombres que se acercaban corriendo armados cada uno de ellos con un hacha. El Tío Celestino gritaba al tiempo que corría:
-Mirad ahí arriba, ¡ved! Eso es lo que le pasó a otro de los vuestros que llegó antes para quemar el pajar, y eso es lo que os ocurrirá a vosotros ahora.
Los demonios miraron hacia donde señalaba el viejo y chillaron de puro espanto. En la viga que servía de marco superior a la puerta se encontraba clavada recta la cabeza momificaba de un enorme macho cabrío; aún mostraba algo de piel pegada al cráneo, y bajo la pálida sonrisa una luenga barba le caía hacia abajo mecida suavemente por el viento. Los inmensos cuernos, retorcidos como caracolas de mar, hacían resaltar todavía más las cuencas vacías de los ojos. Aquella visión y la de los hombres con las hachas fue suficiente para que los seres infernales salieran huyendo con pánico y poder salvar así sus cabezas, que seguramente irían destinadas también como adorno y aviso en cualquier otro pajar de la zona, tal y como había ocurrido con la de aquel "congénere" suyo.
Pedro y el Tío Celestino se detuvieron bajo la momia de la cabra y tomaron un respiro. Luego se rieron con ganas de la situación.
-¡No te digo! Pues la idea del mosen ha funcionado. ¡Qué jodido! -Comentó el viejo justo antes de liarse uno de sus cigarrillos.

Hombre-cabra, cogido del blog de ruerrero.blogspot.com.es.




Evidentemente, para que suene algo bueno, nada mejor que un grupo de la tierra. Hato de Foces en directo.



Y como toque Mod-ernista, un grupito aragonés de buen soul: The Faith Keepers con su tema "Don´t Worry ´bout Later".


lunes, 15 de abril de 2013

Incesantes generaciones de Humanidad



"Hipnosis para bajar de peso", obra cogida de labruma.blogspot.com.es

Solemnidad a plomo
y por un gris servicio
hay pena simple de vicio
allí donde el alma se agota
bailando al son de una nota
que no es humana ni por asomo.
Misterio sin sombra de color
que insinúa el Gran Vacío
-del todo etéreo, inútil y frío-
hacia una ruina negra itinerante
a los pies de un olivo vacilante
en la que todo sobra, salvo el dolor.
De duras llagas se van marcando
ése tu cuerpo reciente y fresco, y el mío
-encorvado, ajado ya y sombrío-
por esta agobiante y larga senda
con amarga peste de vinagre como venda
para sanar las esencias de un acorde blando.

Entre la penumbra del lejano alba
y la densa sombra de mi lento anochecer
-apenas con tiempo para obrar y acometer-
un grito descansa en el regazo del silencio,
y ya no hay tiempo para gustar el aprecio
que se oculta en el seno de la tumba malva.

Un pétreo miedo azulado al olvido
se alza ante la boca abierta de la Muerte
-pues nadie recuerda una mano o una mente inerte-
y el desconsuelo se torna en paz bendita
cuando la huella profunda de la escarcha marchita
rellena de polvo el vacío primordial del hombre vencido.

El canto divino crece en sentido e intensidad
y la vida se eterniza en los vientres fértiles
-albores circulares en nidos de sabios reptiles-
antes de perderse más allá de la niebla
abrigada con bordados sutiles de tiniebla
en brazos de una Nada con hambre de humanidad.

Musical belleza que al débil abruma
arrastrando el estruendo del callado bramido
-por sobre campos floridos del señor dormido-
para recoger luego las demacradas lilas;
pues gélidas, sin pasión y de miradas tranquilas,
Ellas brillan y avanzan para acuchillar la bruma.

Y el Hombre primigenio baila, salta y goza
sangrando ríos vitales de mil heridas abiertas
por guadañas de filos calientes y roca cierta,
hasta fijar su inerte y desquiciada mirada
en brisas invisibles con olor a encina quemada
para, por fin, fundirse con la fosa que a la vida destroza.


Siempre se deja una piedra para recordar el lecho del descanso eterno. De inverforo.com
Y, por fin en este blog, otro tema de mis adorados Small Faces, se titula All or nothing, y me provoca añoranza, como el poema anterior.

Su letra y traducción son las que siguen:
All or nothing (Todo o nada)
I thought you'd listen to my reason (Creí que ponías atención a mis explicaciones)
But now I see, you don't hear a thing (pero ahora veo que no escuchaste nada)
Try to make you see, how it's got to be (Intento hacerte ver cómo tiene que ser)
Yes it's all, all or nothing (Sí, es todo; todo o nada)
Yeah yeah, All or nothing (Sí, sí, todo o nada)
All or nothing, for me (todo o nada, para mí)
Things could work out just like I want them to, yeah (Las cosas podrían funcionar, sólo porque quiero que sea así, sí)
If I could have the other half of you, yeah (Si pudiera tener la otra mitad de ti, sí)
You know I would, If I only could (sabes que lo haría, sólo si pudiera)
Yes it's yeah, all or nothing (Sí, es así; todo o nada)
Oh yeah, all or nothing (¡Oh, sí! Todo o nada)
You'll hear my children say, all or nothing, for me (Oirás a mi hijo decir todo o nada por mí)
I didn't tell you no lies (No te cuento mentiras)
So don't you sit there and cry girl (Así que no te sientes ahí para llorar, chica)
Yeah, all or nothing (¡Sí! Todo o nada)
Oh yeah, all or nothing (¡Oh, sí! Todo o nada)
Oh yeah, all or nothing (¡Oh, sí! Todo o nada)
D'you know what I mean (¿Entiendes lo que quiero decir?)
You got to, got to, go to keep on trying, yeah (Vas a tener que, tener que, tener que intentarlo, sí)
All or nothing, mm yeah (Todo o nada, mmmmm, sí)
All or nothing, to keep on working on to me (Todo o nada, tienes que trabajártelo por mí)
All or nothing for me, for me, for me (Todo o nada, por mí, por mí, por mí)
Come on children, yeah (Vamos nena, sí)
All or nothing, yeah, yeah, yeah, yeah (Todo o nada, sí, sí, sí, sí)
All or nothing, I kept on singing to myself (Todo o nada, me lo tengo que cantar a mí mismo)
All or nothing, yeah for me, yeah (Todo o nada, sí por mí, sí)

jueves, 11 de abril de 2013

El Rey Arcoiris (novena entrega de Deliciosamente Humano)

Este cuento lo redacté coincidiendo con la película "El estanque dorado", de Mark Rydell (1981). De ahí que lo dejara apartado por completo o que lo acabara incluyendo en 1996 dentro de la colección "Deliciosamente Humano". Las razones son obvias para entonces, ahora da exactamente igual...

Una trucha arcoiris, de www.zazzle.es



El Rey Arcoiris
A Dolores Medio, mi admirada tía Doly.
Xuan salió de su casa silbando, como hacía cada mañana. Sobre el hombro le descansaba una vieja caña construida en madera que su padre le había regalado cuando era tan sólo un guajín.
"Para ser pescador no sólo hay que sacar peces del agua -le explicó su progenitor la primera vez que se lo llevara consigo para disfrutar de tan personal deporte-. Para ser un pescador de verdad hay que saber preparar el anzuelo y colocar la plomada; hay que saber desenredar el hilo cuando se engancha en las piedras y, sobre todo, hay que saber quitar la presa del cebo sin tener que destrozarle la boca. Si sabes eso eres pescador, si no, no lo eres". Desde ese mismo instante grabó las sabias palabras en su cabeza y ya al día siguiente, según lo señalado por su padre, se sabía un auténtico caceador con su primera captura en las manos y un brillo de victoria en sus grises ojos.
Con los años, su fama de avezado truchero se extendió por todo el Valle del Saliencia.
Xuan se llegó hasta el sendero que llevaba a la salida de la aldea, pero antes pasó a saludar a Josefina, la panadera.
-¡Buenos días! -Llamó el anciano.
-¡Muy buenos! -Gritó una voz desde el interior del local.
Una mujerona salió al exterior con el delantal manchado de harina y un pan tierno entre sus grandes manos. El penetrante olorcillo que emanaba del bollo indicaba que éste estaba recién hecho.
-¡Qué! ¿Ya va por él?
-Pues sí respondió Xuan-. A ver si tengo suerte hoy y me cae por fin.
-Sí, home, sí... Bueno, tenga esto y que le aproveche, ¿eh? -Dijo Josefina entregándole su pan de cada día al jubilado.
-Muchas gracias. Adiós.
-Con Él -se despidió la panadera volviéndose al trabajo mientras Xuan continuaba su camino.
A la altura de la ermita aspiró el fiero aroma de la yerba cortada que con el viento le llegaba desde los campos. Los segadores llevaban ya una hora larga en faena y cuando el viejo pescador se acercó a ellos todos, sin excepción, le desearon que viera cumplido lo que era su anhelo desde hacía cuatro años. Xuan contestó agradeciéndoles en el alma las muestras de amistad de aquélla que era su gente.
Algo más adelante redujo ostensiblemente el paso y levantó el labio superior con disgusto. Antes incluso de verla pudo escuchar el filoso sonido de metales chocando, marcando el ritmo de un añejo ritual mágico; preludio de una visión terrorífica que le helaba la sangre y sometía su alma, aún infantil, a la opresión de un miedo cerval muy relacionado con su avanzada edad.
Manolín El Coxu segando, de www.asturias.es
Maruxa, la gallega, viuda hacía ya siete años, se hallaba en medio del prado, guadañando primero y levantando después la dalla para volverla a amolar. Desde que su marido la abandonara para rendir cuentas al Creador ella cuidaba sola de la hacienda, en silencio y sin ninguna queja más que el eterno luto que la cubría de pies a cabeza. Hasta el pañuelo que aprisionaba sus cabellos era más negro que el Principado de Satanás. La mujer también saludó con la mano cuando le vio llegar. Xuan movió la caña con timidez en señal de respuesta."Hoy tampoco me tendrás, vieja; no hasta que él sea mío. Entonces, ya veremos", pensó y continuó caminando.
Torció luego a la izquierda, cerca de una valla de piedra sobre la que alguien había escrito con grandes letras blancas "ocalitos, non", y muy pronto, entre algunos helechos todavía verdes, encontró el sendero que sus propios pies habían ido modelando a los largo de los años. Lo siguió subiendo la suave pendiente, jadeando por el esfuerzo. Al llegar a la cima miró al otro lado de la cuesta y allá abajo lo vio correr libre, perdiéndose entre los castaños y volviendo a aparecer en toda su transparencia.
La visión del río siempre le rejuvenecía el espíritu; le hacía volver a la fantasía de la niñez cuando imaginaba a la corriente como vivienda de tradicionales seres mitológicos.
"A éste nunca me lo envenenarán -se dijo-, está bien vigilado. Las Xanas y Lavanderas lo cuidan y además está él, esperándome para siempre; a mí. Sólo a mí".
Respiró hondo y bajó con cuidado. Antes de llegar ya podía escuchar el saludo del río chocando contra los cantos que sobresalían del agua,  en el centro del cauce. Multitud de voces diferentes le hablaban y le decían claramente:
- Está aquí, Xuan, está aquí. Aguardándote.
Y él se daba prisa entonces, murmurando "ya voy. Ya llego".
En la orilla, y tras echar una breve ojeada, preparó la caña y lanzó su desafío particular consistente en pasar la punta de su instrumento de pesca sobre la superficie. Después quedó quieto. Las ondas se deshicieron fundiéndose con la corriente dorada y repitió el gesto, aunque no hubo respuesta.
-Ya aparecerá -masculló entre dientes.
El fresco de la mañana dio paso a un calor asfixiante. La escarcha de la hierba se derritió y las gotas prendidas en las telarañas brillaron como perlas atrapadas en hilos de plata.
Xuan se había introducido en el agua con sus altas botas de goma verde. La fresca presión de la corriente contra sus tobillos le alivió y dejó de sudar. Muchas veces, demasiadas para su gusto, alguna que otra trucha se dejaba atrapar, pero Xuan rápidamente la desenganchaba y la devolvía al río.
La mejor hora pasó y el viejo salió del agua dejando la caña en el suelo para liarse un cigarrillo con el tabaco de su petaca. Lo prendió y mientras daba la primera bocanada miró a su alrededor. Salvajemente hermoso. La paz que flotaba en aquel lugar le indujo a tumbarse y contemplar el cielo entre las copas de los árboles. Cuando terminó el lento cigarrillo se acercó al agua, metió la mano ahuecándola y apagó la brasa con el líquido que había recogido. Después se guardó la colilla en el bolsillo del chaleco y se secó la palma frotándosela reiteradamente contra el pantalón de pana marrón.
-Hoy no vendrá -comentó al tiempo que comenzaba a mordisquear el pan-. El muy hijo de su madre está jugando conmigo.
El tiempo transcurrió rápido. Xuan recogió sus cosas y se dispuso a partir. Antes de abandonar su rincón realizó un rito que venía practicando desde la primera vez que fuera a pescar: Arrojó por encima del hombro el último pedazo de pan.
-Para el urogallo -decía, sabiendo que ese ave se alimentaba de otras sustancias bien diferentes de la que le ofrecía el viejo.
Urogallo, de www.elmundo.es
En los prados los trabajos de siega ya habían finalizado y se empezaban a cargar los carros con la yerba cortada.
-¿Qué? -Le gritaron hombres y mujeres sin cesar en su tarea.
-¡Nada!
-¡Vaya por Dios! ¡Bueno, pues mañana entonces!
-¡Sí! ¡Mañana!
Y Xuan se dirigía al bar de Avelino tras despedirse de los segadores para degustar unos chatos de vino.

Amanecer encapotado; la masa esponjosa de nubes grises y violeta semejaba una celestial cantera de piedra amontonada en bloques redondeados que amenazaba con caer sobre los cristianos en cualquier momento. Pese a ello, volvióse a escuchar el habitual y mañanero silbidito de Xuan.
Ese día el viejo inquieto oyó una voz interna y especial que era como un grito de júbilo que no se atrevía a salir. Parecía un presagio, de ésos que presionan insistentes el pecho, indicando que algo bueno estaba por venir.
Cuando llegó al final de los campos volvió a reducir de manera pueril el paso, pero sólo atendió al silencio.
"¡Vaya! -Pensó-. Igual no está".
En efecto, la anciana vestida de negro no se encontraba cuidando de sus tierras.
-Un buen augurio -exclamó-. Todo señala a una cosa: Hoy va a caer en mis manos.
 Con el ánimo a flor de piel, marchó a grandes trancos hasta el río. Allí, por enésima vez, sin hastiarse nunca, saboreó la belleza sana del lugar y luego repitió el reto. Fue contestado: Un enorme pez saltó fuera del agua y volvió a caer levantando con su peso una lluvia de agua y espuma. El hombre se sobresaltó; casi había olvidado el tamaño alcanzado por aquella grandiosa trucha.
-¡El Rey Arcoiris! Por fin ha venido.
Algo más de cuatro años habían transcurrido ya desde que Xuan lo divisara por vez primera, y ya era grande. Por entontes, el animal nadó mansamente, con estudiada lentitud, y se quedó paralizado justo a la vista del asombrado viejo. Desde ese momento, y sin saber exactamente el motivo de semejante ritual, Xuan llamaba al pez pasando la punta de la caña por la superficie y el animal aparecía. Misterio de misterios. Casi un lustro -toda una curiosa hazaña, habida cuenta que las truchas apenas sí sobrepasan esa edad- hacía que pez y hombre se conocían jugando a ser ratón y gato. Eran inevitables rivales y, sin embargo, entre ambos surgió una especie de atracción irremediable; de hecho, Xuan había llegado a alimentarla en la mismísima orilla y la trucha acudió a comer casi en su mano. Parecía más bien un pacto entre honrosos caballeros, con unas reglas que ninguno de los dos se atrevía a quebrantar por miedo o respeto mutuo.
El pescador se metió en el agua, procurando no hacer ruido, y llegó hasta el centro del cauce. El Rey Arcoiris tenía que andar cerca; era más que seguro que se había ido a otra zona. El juego comenzaba de nuevo. Lanzó la mosca lejos a su izquierda para recogerla sin prisas. Repitió la maniobra durante un cuarto de hora y el sedal seguía sin tensarse.
De repente, la caña se dobló por su punta y Xuan notó que se le aceleraban los latidos del corazón. Dio un tirón seco y comenzó a recuperar carrete. La trucha se defendía en verdad como un condenado demonio.
-Puede ser él -se dijo excitado, aunque en su interior algo le decía que no era así, puesto que el pez no ofrecía la resistencia propia de su auténtico competidor.
La trucha se iba agotando y se dejó arrastrar hasta el hombre tras una demasiado breve lucha. El ejemplar era grande, pero estaba lejos de lo que Xuan anhelaba, así que lo soltó y lo devolvió al seno del río. Por unos instantes el rayo plateado se deslizó incrédulo ante su vista y luego desapareció en el fondo rocoso. Xuan lo miraba algo entristecido cuando detrás de él oyó un chapoteo y el agua le salpicó la espalda. Echó el cuerpo hacia adelante y se volvió de golpe. Las ondas que pudo ver en la superficie no podía haberlas causado más que el Rey Arcoiris.
-No quieres mosca. Lombriz tendrás.
Silueta de pescador, obra del serbio Goce Risteski. Me gusta

Una vez cambiado el cebo, no sin cierto nerviosismo, paseó la mirada por todo el río intentando adivinar dónde podría encontrarse el pez y, sin pensárselo mucho tiempo, lanzó la caña al azar. Había tirado con tanta fuerza que el hilo quedó enganchado en una rama de uno de los árboles que se inclinaban sobre la corriente hasta casi rozarla.
-¡Joder, Xuan! Pareces un novato -se recriminó colérico.
Observó la rama. Se encontraba demasiado alta como para alcanzarla sin tener que saltar, y si lo hacía seguramente el ruido ahuyentaría a su presa. Dejó pues el carrete suelto, apoyó luego la caña contra el tronco del árbol y comenzó a trepar procurando no resbalar con la plaga musgosa que lo recubría. La rama era bastante gruesa en su nacimiento, pero más adelante se estiraba hacia arriba haciéndose cada vez más delgada y débil.
-Ésta no aguanta mi peso -sentenció con fastidio.
la impotencia de su situación ridícula lo dejó inmóvil contemplando el agua, al tiempo que se le teñía de rojo la cara de pura vergüenza, incluso sabiendo que nadie le podía ver en ese momento.
-¿Te moverás de una vez, viejo estúpido? -Soltó-. ¡No irás a echarte para atrás!
Avanzó unos centímetros y se quedó sentado sobre el gran brazo vegetal. Luego situó las manos ante él y tomó impulso para continuar arrastrándose, sin preocuparse por los desgarrones que se podían producir en su pantalón. De vez en vez miraba cómo la lombriz que pendía viva del anzuelo se hundía en el agua para volver a salir por las oscilaciones de la rama. Cuando creyó que ya no podía avanzar más sin que la madera se quebrara bajo su peso ocurrió el milagro: El Rey Arcoiris saltó fuera del cauce tragándose el cebo hasta la garganta.
Tan grande fue el susto que Xuan cayó cuan largo era al río con un fuerte estruendo. Empapado hasta los tuétanos y con agudos dolores en el hombro por el accidente sonrió, sin embargo, ante la tensión del hilo sesgando limpiamente el agua. En cuestión de segundos el sedal se detuvo con brusquedad, ya que la rama le impedía seguir adelante. Pese al dolor los ojos del anciano chispearon de triunfo.
-¡Ja! Tú mismo te has atrapado -rió Xuan-. Me hubiera gustado cogerte de manera más deportiva, pero al fin eres mío. ¡Mío!
Corrió hasta el hilo y lo asió con ambas manos, aunque al tirar de él no halló resistencia.
-¿Qué te pasa? ¡Pelea, cabrito! -Gritó-. No me niegues ahora el placer del momento.
Como si le hubiera escuchado, el pez se movió con rapidez y el hilo corrió entre las manos del hombre, quien chilló entre maldiciones por el resquemor sentido en las palmas. Las introdujo en el agua para calmarlas y miró con odio la punta del sedal, que se introducía profundo en el cauce. Entre negros pensamientos gruñó y volvió a tomar el hilo; esta vez lo fue recogiendo con más cuidado enrollándolo alrededor del brazo, usando el ángulo del codo como separador de seguridad.
Aún así, la trucha se defendía y Xuan tuvo la sensación de que el hilo le fuera a seccionar el miembro de cuajo. Gimió sacando la lengua, pero continuó tirando. El pez intentaba por todos los medios soltarse saltando varias veces en el aire, cada vez más cerca del viejo.
Finalmente, cuando ya Xuan pensaba en abandonar la partida de puro dolor, el pez se relajó y se transformó en un peso muerto. El anciano lo vio venir casi al ras del agua y con gran esfuerzo lo levantó en vilo sonriendo.
Pero el gesto se le congeló en la boca.
Los ojos del animal se fijaron en él con una mirada que rozaba lo humano y los movimientos de sus finos labios, en realidad apremiantes bocanadas en busca de húmedo oxígeno, confirieron al pez el aire de un abatido guerrero quien, lejos de suplicar por su vida ante el vencedor, le retaba aún en su derrota.
-¿Y ahora qué, viejo? -Parecía decirle la monstruosa trucha.
"¿Qué pretendes decir con eso?", respondió mentalmente Xuan, a sabiendas de que conocía perfectamente la referencia de la pregunta.
-¿Quién soy, viejo? -Volvió a interrogar el pez-. Quizá yo sea tú mismo. Mírame; mírate, hombre. Como os ocurre a todos vosotros, tú también has sido incapaz de vivir tu propia vida sin tener que trasladarla hacia algo que está fuera de ti. ¡Qué singular pobreza! ¿Y ahora qué, viejo? Te has quedado sin metas...
Xuan cayó de rodillas al río presa del miedo.
-Se acabó -prosiguió la trucha-. Me has atrapado y ya no tienes nada más que hacer en este mundo sin sentido para ti. Te has quedado sin excusas para que Ella deje de afilar su guadaña y venga hoy mismo para llevarte en un último abrazo helado. ¿Te atreverás a pasar ante su prado? ¿Cómo la esquivarás?
Xana, cogida de xane.espacioblog.com
Los ojos del pez se tornaron vidriosos mientras su boca se abría y se cerraba marcando un ritmo de muerte lenta fuera de su elemento natural. El hombre se vio reflejado a sí mismo en la trucha y, como a un niño pequeño, la acogió entre sus brazos meciéndola con ternura y cantó en voz baja:
-"¡Ay! Qué nenín tan guapo,
¡ay! Qué guapo es el mí nenín.
Ya no te digo nada
hasta el muelle de Xixón;
dando la vuelta al tren,
con la i, con la o,
que me voy.
Ea, ea, ea, ea, eaé.
Ea, ea, ea, ea, eaé".
Al acabar la nana introdujo el dedo dentro de la boca del Rey Arcoiris y sacó el anzuelo sangrante. Miró a la trucha otra vez antes de meterla en el agua sosteniéndola entre sus manos. Cuando comprobó que el pez no reaccionaba se desesperó.
-¡Venga ya, amigo! No me hagas esto -pidió medio sollozando-. No puedes morirte; ¡no debes! ¿Me entiendes?
Meneó entonces al animal hacia adelante y hacia atrás; sus aletas se movían flotando carentes de vida. Las lágrimas del viejo discurrieron por sus mejillas rugosas y cayeron a la corriente. En ese instante el pez se agitó. Xuan enarcó las cejas con sorpresa y respiró hondo mientras la trucha se marchaba sin su ayuda. El hombre se incorporó de golpe y rompió a reír con ganas.
-¡Ah, granuja! ¡Sigues vivo! -chilló al pez, quien ya se alejaba de Xuan arrastrando consigo los temores del viejo.
La jornada había finalizado, pero cuando el pescador se aprestaba a retirarse tuvo una especie de visión que le dejó atónito: Había creído ver nadando junto a la trucha a una bellísima muchacha de piel blanca y cabellos dorados que le sonreían agradecida. Luego el pez y la mujer desaparecieron, y en su lugar los rayos del sol bailaron una danza luminosa y multicolor sobre la corriente.de vuelta a casa los segadores le volvieron a preguntar por el pez.
-¿Hoy tampoco? -Gritaron.
-¡No! -Respondió Xuan.
-¡Bueno, pues mañana!
-¡Mañana! ¡Sí! -Dijo el anciano mostrando los dientes en una amplia sonrisa, yéndose feliz a su manera, anclado en su gris rutina.
Me apetece, y mucho, incluir este tema para esta historia: A la gueta, de Beleño.


Y si puede ser, este enlace a su mejor tema con diferencia Na Ca'l Fuau:

¿Su letra? Hétela acá:

Vou'n Bulina, dixu'l viantu
dendi'l Norti al tou llau lligaré
ya siampri tarei unda eiquí
na Ca'l Fuau.
Ya nun bichoqui vian la nuechi
de lus tiempus,
fasta nos, perviaya vian,
guyamusla puas, trouxi virdá
na Ca'l Fuau.
Iba la seru
llonxi diban lus tous sonis
miou ca
pudi güir
ya'l miou sen quedou
cau de tí
na Ca'l Fuau.


Pero yo no sería yo si no ofreciera un tema como éste: Friggin' in the riggin' (Cascándote una paja arriba en el carajo), de los Sex Pistols.




La letra de este tema, que canta Steve Jones (el guitarrista), es la que sigue (advierto muy mucho de que es un pelín burra, ¿eh?):

It was on the good ship Venus (Érase una vez un buen barco llamado Venus)
By Christ, ya shoulda seen us (¡Por Cristo! Seguro que ya nos has visitado)
The figurehead was a whore in bed (El mascarón era una puta encamada)
And the mast, a mammoth penis (y el mástil, el pene de un mamut)

The captain of this lugger (el capitán de este cascarón)
He was a dirty bugger (era un sucio putero)
He wasn't fit to shovel shit (No estaba preparado para llevar mierda a paladas)
From one place to another (de un sitio a otro)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
There was fuck all else to do (No hay otra jodida cosa que hacer)

Captain's name was Morgan (El nombre del capitán era Morgan)
By Christ, he was a gorgon (¡Por Cristo, que era una górgona!)
Ten times a day he'd stop and play (diez veces al día tenía que pararse y tocar)
With his fuckin' organ (con su puto órgano)

The first mate's name was Cooper (El nombre del primero de sus colegas era Cooper)
By Christ he was a trooper. (¡Por Cristo, que era todo un patrullero!)
He jerked and jerked until he worked (Se sacudió y se sacudió hasta que llegó)
Himself into a stupor (a quedarse catatónico)

Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
There was fuck all else to do (No hay otra jodida cosa que hacer)

The second mate was Andy (El segundo colega era Andy)
By Christ, he had a dandy (¡Por Cristo, que era todo un dandy!)
Till they crushed his cock on a jagged rock (hasta que se machacó la polla con una piedra filosa)
For cumming in the brandy (por eyacular en el coñac)

The cabin boy was Flipper (El grumete se llamaba Flipper)
He was a fuckin' nigger (era un jodido negro)
He stuffed his ass with broken glass (se atiborró el culo con cristales rotos)
And circumcised the skipper (y circuncidó el prepucio al patrón)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
There was fuck all else to do (No hay otra jodida cosa que hacer)

Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
There was fuck all else to do (No hay otra jodida cosa que hacer)

The Captain's wife was Mabel (La mujer del capitán era Mabel)
To fuck she was not able (pero no era capaz de follar)
So the dirty shits, they nailed her tits (Así que el muy cabrón le clavó las tetas)
Across the barroom table (a lo largo de la mesa de la taberna)

The Captain had a daughter (El capitán tenía una hija)
Who fell in deep sea water (que se cayó a las profundidades abisales)
And by her squeals we knew the eels (y por sus berridos supimos que las anguilas)
Had found 'er sexual quarters (se habían acomodado en su sexo)

Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
Friggin' in the riggin'  (Cascándote una paja arriba en el carajo)
There was fuck all else to do (No hay otra jodida cosa que hacer)

*Por carajo se entiende la canastilla de vigía que había en los mástiles de los antiguos galeones y carabelas. De ahí la expresión "Vete al carajo".


jueves, 4 de abril de 2013

Esa lluvia gris que apaga la luz

Los que vivimos en el Sur lo notamos más. Pero mucho más. Llueve en más cantidad, con una periodicidad menor que antes y con una intensidad mayor, hasta el punto de que ninguna de las administraciones que se han hecho cargo de la gestión de los pantanos andaluces (la -gracias al Gran Modernista- ya extinta Agencia Andaluza del Agua, dependiente de la Junta de Andalucía, y las Confederaciones, que en mi caso concreto es la del Guadalquivir) han sido capaces de prevenir a tiempo riadas (lamentables las ocurridas en el invierno de 2010 y con un grave riesgo latente todo el rato durante la primavera de 2013) con las crecidas de nuestro gran río loco, salvaje y desbordado.
¿Y por qué llueve tanto y de esta manera ahora? Calculan que el mar está subiendo tres milímetros anuales con los polos derritiéndose a marchas forzadas, y que para el año 2050 (mediados de siglo, ¡vaya! Cuando yo ya esté manteniendo mi reluciente sonrisa de forma permanente) las aguas oceánicas ascenderán entre seis y siete metros (leed esto: http://wehaveitdowntoascience.blogspot.com.es/2012/04/los-polos-se-derriten-cuales-seran-las.html), ¿y qué ocurrirá con ciudades como Málaga, San Sebastián, Venecia, Dublín o Barcelona? ¡Tantos buenos momentos vividos y guardados en los más recóndito de la memoria colectiva permanecerán bajo las olas y ocultos entre ruidosas y frías burbujas, y puede que por los vacíos pasillos del Palazzo Giusti, por entre los coloridos bancos de la Glorieta del Fiestero, por las señoriales alcobas del Palacio Goikoa, por sobre el gris asfalto de la Ronda del Litoral o entre las sólidas columnas de los soportales del Custom House naden con pereza los grandes tiburones blancos para admirar asombrados una belleza húmeda y ya perdida del todo para los hombres.
Saetas del mar rasgando en silencio la noche del abismo.
¿Y de verdad alguien cree que semejante masa de agua liberada no termina también en la atmósfera para acabar cayendo en forma de lluvia casi constante? Llueve más, sencillamente porque hay más que llover y el ciclo del agua aumenta de volumen.
Desconozco si ese extraño equilibrio es posible entre el mar y el aire, pero quizá eso evite que la Piel de Toro se acabe transformando en un desierto y, por el contrario, vuelva a ser una jungla donde proliferen los cocodrilos.

La canción que pega es "Rain" de los Beatles, ¿Qué no?




Y todo un clásico para ahogarnos en melancolía: "Rhythm of the falling rain", de The Cascades. Brumosamente buena.


Para empaparse con un buen vaso de absenta, nada mejor que "Riders on the storm", de los Doors.




¿Seguís secos? Pues tomad nota, después de esto vais a necesitar una toalla. Gene Kelly y su "Singin' in the rain", de 1952.




Para cerrar una serie que te hará gotear la nariz y estornudar de placer, Bob Marley y su "Falling In The Rain (Easy Skankin')"



Está bien, reconozco que no puedo evitarlo. Aquí la versión de "Rain" de The Jam.


Y dos más Lonnie Johnson con "Falling Rain Blues".




y Los Lobos con su "Wicked Rain". No ta mal.


Y ahora, de verdad, el último: Selecter "Heavy Rain".