Gusano sin escamas que repta por las mañanas en busca de un tesoro que no existe. Cogido de www.infojardin.com
La tenue visión de la oruga
que devora sin prisas la leve verruga
crecida entre ceja y ceja,
sabiduría tenaz de la vieja,
para esperar paciente la guadaña
que es el deceso de esta España
carente de esa alma gozosa sin mente
volando veloz a la tumba vacía y silente.
Por el rabillo oscuro del ojo,
ése que jamás, por miedo, escojo,
se desliza un esbozo roto de vida
que a la deriva navega perdida
por un mar azaroso de densa Historia
vulnerable al dolor de la gris escoria
y la vana envidia desgranada
en pesarosas sombras livianas que son de la Nada.
Retazos que son de una muerte segura,
como esa coralina sierpe de agua limpia y pura,
que mana por el corazón lechoso de la roja luna
y con el mar se mece en dulce cuna
para que el gusano vespertino siga su lento curso
horadando la blanda tierra de la carne en decurso
hacia la fantasmal y fragante existencia
de todo lo que no es religión ni ciencia.
Más allá de esa piel transparente
que esconde el seno de una desnuda serpiente,
el polvo recorre sin caminos el espacio
plagado de infinitos muertos que hablan despacio
sobre fatalidades sin nombre,
capaces de robar la esencia del Hombre
y esconderse después innobles en la amarga ranura
por la que tan sólo un grito de dolor se apura.
Enterrar el tiempo es empresa vana para los que carecen de él. Cogido de www.guiapatagonia.net
Cuando uno se cree especial piensa que fallecer es una vulgaridad que únicamente acontece a los "otros". Mientras vuelvo a la realidad, lo suyo es recrearse con el "Grow your own" ("Fórmate a ti mismo") de los divinos Small Faces.
Dos perfiles que van mucho de la mano: el de un escualo y su presunta víctima (confundida con una foca). Cogido del blog www.bajoelazul.com
Los que estábamos acostumbrados a que anualmente Steven Spielberg nos regalara con un largometraje que hiciera soñar al más escéptico de los seres humanos, invitándonos a asomar la nariz hacia un mundo de fantasía cuajada de realismo, siempre apto para una buena pantalla grande y acompañado de un gigantesco paquete de crujientes palomitas, nos llama poderosamente la atención este repentino silencio de tan prolífico realizador, que en 2012 rodó su último trabajo como director sobre la persona de "Lincoln", y sobre el que se especula con varios trabajos ("Robocalypse", "El Gran Gigante Bonachón" o "St. James Palace") sin que parezca que haya prisa por su parte para decantarse en uno u otro sentido.
Yo no soy ningún experto en la obra de este singular judío de Cincinnati, como sí lo es, por ejemplo, mi amigo y compañero de estudios, Antonio Sánchez Escalonilla,(un enlace hacia una entrevista de Fila Siete interesante a este profesor de Guión Audiovisual de la Universidad Rey Juan Carlos —creo que tendrían que empezar a pensar en cambiar de nombre—: http://web.archive.org/web/20110818124447/http://www.filasiete.com/entrevistas/antonio-sanchez-escalonilla), que basó su divertida tesis doctoral en el cineasta norteamericano (y que luego amplió con otro libro más; ambos en mi haber). Pero, evidentemente, soy un sincero admirador suyo, porque me crié con sus películas, y alguna de ellas realmente me dejaron huella, aunque, como fue el caso de "El diablo sobre ruedas" ("Duel"), de 1971, la visioné por televisión, un domingo por la tarde, sin saber que era de él... ¡y me encantó!
"Ella fue la primera". ¿Os acordáis de este reclamo publicitario de la película?
"Tiburón" ("Jaws"), de 1975 (cuando tenía nueve nada tiernos años) fue, sin lugar a dudas, la que más me marcó con diferencia. Provocó en mí una intensa admiración por ese perfecto animal, que apenas ha variado desde la época del Jurásico (o más allá), a la vez que un profundo terror (casi tanto como el que me profesa el mar como cuna de la vida y que guarda en su seno incógnitas de todo tipo de formas y tamaños), del que hoy sigo sin conseguir deshacerme de él.
"El director de Ohio también refleja las constantes infantiles en su modo de crear la atmósfera de terror que envuelve por completo a la película. En efecto, Spielberg reescribió la historio de [Peter] Benchley desde la perspectiva de los miedos pueriles y consiguió de esta manera que el espectador adulto experimentara de nuevo los pánicos que le atenazaron muchos años atrás", reza el profesor Antonio Sánchez Escalonilla en la página 57 de su tesis en alusión a esta película. Y, a fe mía, que el cineasta conmigo lo consiguió. Porque sentí terror, "ámbito en el que la pura fantasía empieza a ser creíble", en palabras de Donald R. Mott y Cheryl M. Saunders, lográndolo el realizador a partir de "aquello que hay debajo de la superficie marina", del mismo modo que, según Douglas Fowler, "los niños saben que lo que hay debajo de la cama es algo siniestro".
Cartel de la película que yo me encargué de reproducir con fruición tiza negra en mano en numerosas paredes blancas de las calles de Cáceres.
Tengo que reconocer que me provocó pesadillas (las primeras que recuerdo en color, con los balones de oxígeno amarillos que terminaban clavándose en el cuerpo del monstruo destacando sobre el cristalino azul de un mar límpido y peligroso) durante muchas semanas y hasta me daba la sensación de que el sofá que había en el cuarto que compartía con mi hermano, Luis, cobraba forma de inmenso Carcharodon carcharias, mientras mi litera (la de arriba) se convertía en una frágil, minúscula y devorable chalupa flotando indefensa en la infinitud del océano; pero lo superé y me convertí en uno de los principales admiradores del tiburón que hay en este mundo (conste que admirador no equivale a experto, ¿eh?).
Héteme aquí el trailer original norteamericano sobre la película:
A partir del animal inmortalizado por Spielberg no quise perderme ninguna cinta que aludiera a estos animales. Ni siquiera me perdí ninguna de la saga tiburoniana posterior a la cinta de 1975, de la que para mi gusto únicamente se salva "Tiburón 2", realizada por Jeannot Szwarc en 1978. El resto no dejaron de ser intentos lamentables de sacar dinero a algo que ya estaba agotado como fórmula.
Cartel de la segunda parte de la saga sobre tiburones spielbergriana.
Y aquí el trailer de esa segunda parte:
A partir de aquí voy a mencionar algunas de las infinitas cintas con escualos de protagonistas que se multiplican hasta el absurdo, centrándome un poco en las que realmente me merecen la pena mencionar y poder llegar, luego, a una conclusión lógica:
- La Muerte Blanca (1936). De Edwin G. Bowen como director, productor y montaje de esta película medio ficción medio documental.
- Shark (1969). De Samuel Fuller. Al parecer uno de los especialistas fue atacado en plena filmación por uno de los tiburones que estaba sedado y lo mató en directo.
- Mako, el tiburón de la muerte (1976). De William Grefe.
- Tiburón asesino (1976). De William A. Graham.
- Tintorera (1977). De René Cardona Jr.
- El cazador de tiburones (1979). De Enzo G. Castellari.
- El último tiburón (1981). De Enzo G. Castellari. Llevó el subtítulo de "Tiburón 3" y eso obligó a que la tercera parte de la saga iniciada por Spielberg se titulara en España "El gran tiburón".
- Tiburón 3 (1983). De Joe Alves, con Dennis Quaid haciendo de las suyas como el hijo ya mayor del jefe Brody.
- El devorador del océano (1984). De Lamberto Bava.
- El paraíso del tiburón (1986). De Michael Jenkins.
- Tiburón La Venganza (1987). De Joseph Sargent, con el regreso de Lorraine Gary como viuda del jefe Brody.
- La noche del tiburón (1989). De Anthony Richmond.
- La criatura (1998). De Stuart Gillard.
- Shark attack (1999). De Bob Misiorowski.
- Deep Blue Sea (1999). De Renny Harlin. Merece la pena detenerse en esta cinta por la calidad de la historia (es muy original) y por su desarrollo visual y técnico. Digamos que es una mezcla entre el pez creado por Benchley y la cada vez menos leyenda de "Submarino", un inmenso tiburón blanco de 10 metros que vive en las aguas de la costa surafricana y que, según dicen, demuestra tener una inquietante inteligencia para cazar víctimas humanas. Todo ello en un espacio reducido y con un elenco de lujo, donde los "grandes" (Samuel L. Jackson) se quedan en un segundo plano, en favor de los que por entonces no eran actores muy conocidos (LL Cool J).
Cartel de Deep Blue Sea.
Y éste es el trailer, a ver si a alguno de vosotros os entra el gusanillo de verla:
- La caza del tiburón (2001). De Matt Codd.
- Shark attack 2: El demonio del mar (2002). De Davis Worth.
- Shark attack 3: Terror en el abismo (2002). De Davis Worth.
- Open Water (2003). De Chris Kentis. Todo un ejemplo de cómo con un presupuesto de risa (500.000 dólares) y en muy poco tiempo (79 minutos) hacer que el público se remueva inquieto, nervioso y con miedo en el asiento (ya sea en pantalla grande o en televisión). Recomiendo vivamente su visionado. Los tiburones son reales, la historia es real, los actores Blachard Ryan y Daniel Travis (y los cámaras, también ¡que diantre!) los tienen muy bien puestos. Es lo que le puede pasar a cualquier pareja cuya relación zozobra, ya sea en el mar, en tierra o en el cielo... Por cierto, uno se puede llegar a cabrear un montón con la situación que se produce.
Hasta el trailer pone nervioso...
- Dark waters (2003). De Phillip J. Roth.
- Red water (2003). De Charles Robert Carner.
- Hai-Alarm auf Mallorca (2004). De Jorgo Papavassiliou.
- Megalodon (2004). De Pat Corbitt.
- 12 days of terror (2004). De Jack Sholder. Se llamó La playa del terror, en castellano y es una historia también espantosamente real, en la que se basó tanto Benchley para su libro como Spielberg para su película original. Es lo que mi amigo Esteban Montero llamaría un "bonito teleflín", es decir una película hecha para televisión, pero puedo aseguraros que está magníficamente hecha. Dura lo que tiene que durar (sin prisas) y narra fielmente los hechos acontecidos a principios del siglo pasado, cuando (científicamente hablando) no se creía que los tiburones pudieran ser potencialmente peligrosos para los humanos, en las costas próximas a New Jersey. Muy recomendable.
Y el trailer correspondiente:
- Shark Tale (2004). De Rob Letterman, Vicky Jenson y Bibo Bergeron. "El espantatiburones" en castellano. Una especie de Juan Sin Miedo del mar. Muy, muy divertida y recomendable (para mi gusto, claro está).
- El ataque de los tiburones (2005). De Paul Shapiro.
- Sharkman (2005). De Michael Oblowitz.
- Space shark (2005). De Danny Lerner.
- MEG (2008). De Jan de Bont.
- Shark swarm (2008). De James A. Contner.
- Tiburones en Venecia (2008). De Danny Lerner. Otro bonito teleflín con aventura de fondo, tesoros ocultos, malos malérrimos y buenos muy buenos y todo ello con bichos enormes masca-carnes por los canales de Venecia de fondo.
El consiguiente trailer:
- Tiburones en Malibú (2009). De David Lister.
- Mega Shark versus Giant Octopus (2009). De Jack Perez.
- Mega Shark versus Crocosaurus (2010). De Christopher Olen Ray.
- Sharktopus (2010). De Declan O'Brien.
- Dinoshark (2010). De Kevin O'Neill.
- Tiburón 3D, la presa (2011). De David R. Ellis.
- Swamp shark (2011). De Griff Furst.
- Super Shark (2011). De Fred Olen Ray.
- Sand Shark (2011). De Mark Atkins.
- El ataque del tiburón de dos cabezas (2012). De Christopher Olen Ray.
- Snow Shark (2012). De Sam Qualiana.
- Marea Letal (2012). De John Stockwell. Según dicen, con el único aliciente de contemplar el esplendor de Halle Berry y poco más.
- Bait 3D (2013). De Kimble Rendall.
- Ghost Shark (2013). De Griff Furst.
- Sharknado (2013). De Anthony C. Ferrante.
- Mega Shark versus Mecha Shark (2014). De Emile Edwin Smith.
- Sharktopus versus Pteracuda (2014). De Kevin O'Neill.
- Sharknado 2 (2014). De Anthony C. Ferrante.
Probablemente, habrá más, pero tampoco es cuestión de aburrir al personal. Y después de este largo listado de bodrios y no tan bodrios viene la conclusión: ¿Es posible hacer algo nuevo y original con tiburones? Pues yo creo que sí, y sería una buena idea. La planteó en su día el propio Spielberg sin saberlo.
Recordad, ¿cuál es uno de los mejores momentos de la película del genio de Ohio? Se ha hecho de noche y en el barco de Quint están los tres bebiendo y en un momento dado se inicia un duelo de cicatrices entre el pescador y Hooper, con Brody de invitado de piedra. De repente, Hooper le pregunta por un tatuaje que tiene y la respuesta es densa, pesada, misteriosa... "Es del USS Indianapolis". Y tras la respuesta se hace el silencio. El espectador nota la tensión en el ambiente de la película; parece que Quint ha tocado un tema tabú o algo por el estilo y comienza su narración, con todo lujo de detalle, hasta el punto de que cualquiera puede visualizar perfectamente lo que está narrando, el horror de aquel naufragio en el que perecieron 883 marineros devorados por cientos de tiburones, y por fin la última frase: "Pero entregamos la Bomba".
Es una historia con todos los alicientes para que sea un éxito en pantalla... Si la rueda Spielberg. Y, además, con la posibilidad de recuperar el personaje de un Quint joven, visto desde otro punto de vista totalmente diferente al que aparece en "Tiburón", la responsable de una saga de películas, algunas de las cuales son dignas sucesoras de su legado fílmico.
Para conocer detalles del USS Indianapolis recomiendo que os leáis este enlace:
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/08/130730_uss_indianapolis_naufragio_segunda_guerra_mundial_finde
También tengo un cuento en el blog relacionado con tiburones: http://jmjcollantes.blogspot.com.es/2013/07/blanco.html
Aquí os dejo la narración de Quint en la película y luego pensad en lo que aquí os digo.
He elegido la canción "No voy a cambiar" de Los Flechazos por una única razón, aparte de que me gusta. Hay una frase que dice "el estilo no se compra, sé que tú nunca podrás entenderlo", y, aunque estaba dicho en alusión clara y directa al Mod-ernismo, puede utilizarse para cualquier ámbito de la vida (incluido el del cine y la inmensa e ingente cantidad de basura que se hace cada año). A disfrutarla.