Cuidadín con los europeos... (pillado de lahistoriamipasion.blogspot) |
Me gustaría comentar lo que recientemente le ocurrió a un camarero de Miranda de Ebro, llamado sencillamente Esteban, por tierras andaluzas. Su periplo, casi de carácter odiseico, se inició hace unos cuatro meses, cuando, según su propia confesión, la pertinaz crisis acabó con su puesto de trabajo en Vitoria. Dejando a sus hijos con los abuelos en su pueblo natal, y pensando en que su dominio de cuatro idiomas le facilitaría ciertamente las cosas en un sector hostelero todavía poco especializado a fecha de hoy, se lanzó a la aventura acompañado de su mujer primero en la costa levantina y después en la Costa del Sol y en Almería, donde nadie le pudo ofrecer ni un miserable empleo, porque, efectivamente, la estúpida, inútil y forzada inmovilidad del dinero impide que la gente acuda alegremente a bares y restaurantes a departir, charlar o divertirse ante una copa o una cervecita, como antaño ocurría, en los buenos viejos tiempos.
Finalmente, y teniendo en cuenta que la mujer de Esteban se
encontraba en una situación lamentable tras un accidente sufrido que le había
dejado mal la cabeza (no tuvieron más remedio que utilizar los restos de una
camiseta para mitigar los efectos de su periodo menstrual), la pareja tomó la
decisión de volverse a Miranda sin un solo euro en el bolsillo.
Desconozco cómo, pero el hombre acabó en Córdoba, deambulando como un loco de organismo en organismo para
ver si alguien le podía facilitar su traslado en autobús hasta Miranda. Lo
intentó en el Ayuntamiento, que lo
acabó derivando a Cáritas Diocesanas,
donde, al parecer, ofrecen la posibilidad de pagar un billete de transeúnte,
pero le dijeron que no se lo podían dar a él, porque “no era cordobés” (cuando,
precisamente, ese tipo de ayuda está hecho para gente que está de paso o necesita
volver a su patria chica).
Lo intentó también en la
Cruz Roja, pero asegura que fue en vano. Al parecer, no pedía limosna ni
comida, sino que alguna organización u organismo oficial le facilitara la
cantidad exacta para regresar a su tierra, a Vitoria, porque a Miranda de Ebro
no había nada directo (38 euros de autobús nocturno, según explicó). En su
desesperación, fue a denunciar la situación a la Policía Nacional, porque no podía dar crédito a que nadie en la
ciudad pudiera devolverlo para que su familia se hiciera cargo de él (su mujer
ya había logrado viajar hasta el Norte),
pero, aunque le comentaron que, en efecto, se trataba de algo denunciable, ni
allí ni en los Juzgados le hicieron
caso.
Por último, en un ataque casi de locura se topó con CCOO, donde entró para exponer,
extremadamente nervioso y de forma atropellada, su situación. Lo hizo casi para
desahogarse, porque sabía que en el sindicato, donde han contratado los
servicios de la empresa de mi mujer, Yolanda,
poco podían hacer por él. Insistió en que sólo buscaba que algún organismo o
autoridad le escuchara y denunciar públicamente su situación, pero se marchó de
allí rechazando ofendido la recolecta que habían organizado entre los que ese
día de verano (mediados de agosto) estaban trabajando en la sede sindical con
un lacónico “no quiero limosnas”.
Pero no era tal. Con el esfuerzo de esa gente (algunos de los
cuales dieron cinco de sus últimos 20 euros para llegar a final de mes) se
había conseguido la cantidad suficiente para que adquiriera el billete, así que
se le alcanzó en la calle y se le entregó el dinero que entonces ya sí aceptó
para marcharse esa misma noche, asegurando que en el momento en que llegara a
Miranda acudiría a la sede de CCOO para llamar desde allí y quitarles esa
sensación que tenían algunos de que se trataba de otro “listo” más que les
estaba engañando.
No sé si finalmente realizó o no la llamada (Yolanda
coincidió con que al día siguiente no fue al sindicato), pero lo cierto es que
me dejó muy mal cuerpo la actitud de toda una ciudad con una persona que se
encontraba al límite de sus posibilidades para regresar renqueante y sin nada
de nada en los bolsillos a su tierra. Es cierto que como él hay muchos, pero no
son legión (todavía), y como esto siga por los mismos derroteros será una
dolorosa imagen excesivamente habitual que los estómagos delicados no podrán
digerir ni la sociedad podrá soportar durante mucho tiempo.
El Bane de Christopher Nolan arengando al ejército de miserables para alzarse contra los "mimados" de Gotham. |
Se masca el cambio social de los Mayas y espero, por el bien de todos, que no venga acompañado de
una violencia descontrolada como la que mostró Christopher Nolan en su tercera entrega de Batman: las masas de desahuciados
intentando ascender desde la nada hacia una superficie totalmente copada por
los estamentos económicos, políticos y bancarios para que el sistema actual
acabe estallando en favor de una situación más justa y equilibrada (por cierto, echad un vistazo a este interesantísimo reportaje al respecto: http://www.jotdown.es/2012/08/batman-contra-el-15m/).
No, no es una revolución al estilo cubano o bolchevique. Ni
siquiera a lo chino. Pero sí sería, quizá, algo más parecido a la liberación de
la típica colonia en manos de alguna potencia occidental que se sacude de
encima el yugo de una metrópolis lejana tanto en la distancia como en el interés
por el bienestar de sus súbditos. Al estilo de lo que ocurrió con media América Latina, Filipinas, Sahara y Guinea con España; Estados Unidos, Irlanda (inclusive, a pesar de que
también es Europa), India o Egipto con Inglaterra; Indochina y medio África con Francia; Brasil con Portugal; el Congo con Bélgica; Libia y Somalia con Italia o Camerún, Ruanda, Tanzania o Namibia con Alemania;
sin ir más lejos (por estar ahí, tan cerca).
Cadáveres españoles en Monte Arruit. La foto fue sacada meses después del desastre de Annual, tras volver a recuperar las posiciones el Ejército español. |
Podría decirse, por tanto, que se trata de una involución, en
vez de revolución, en la que se buscará no ya cambiar de collar al perro, sino
que sea el propio animal quien se guíe llevando él mismo la cadena o,
sencillamente (lo que sería una maravillosa utopía anárquica) que se supiera desenvolver
sin cadenas de ningún tipo, pero sin la muy cretina necesidad de morder tampoco
a nadie.
Como bien señala de forma sagaz mi amigo Jesús, la única manera de evitar que se produjera un estúpido e
inútil derramamiento de sangre, caos, dolor y rechinar de dientes (es decir,
que se desatara el Infierno en la Tierra) en todo este proceso por venir es
que la sociedad dejara esa flácida actitud de dejarse llevar de la mano allá
donde le lleven los dirigentes (a los que siempre se les culpa de todo si las
cosas no funcionan o llegan al desastre) y se involucrara bastante más en la
gestión de la vida política, y no tiene por qué ser de la mano de los grises,
aburridos y desgastados partidos de toda la vida. Otra solución, complementaria
a la anterior, sería la de fomentar, además, la aparición y el milagroso
nacimiento de formaciones políticas para nada mastodónticas, sino pequeñas,
pero representativas como fiel reflejo de las diferencias sociales que, de
hecho, ya existen y que necesitan de cierto tipo de representatividad en los
foros pertinentes.
Escena de Tintin en el Congo, donde se mira de una forma "inocente" el colonialismo belga. |
Esto requiere de una condición imprescindible para que el
funcionamiento de la nueva sociedad por venir sea no perfecta, porque eso
produce auténtica grima en las almas sensibles y apegadas a tierra firma, pero
sí lo más harmoniosa posible. Por desgracia para unos cuantos cientos de miles
de nuestros compatriotas, la visión del futuro no es apta para la existencia chupópteros,
estafadores ni vagos. Se acabó eso de acudir a manifestaciones de trabajadores
sin haber dado nunca un palo al agua (que los hay, y muchos, y no me refiero
precisamente a los sindicalistas); ya basta de personal que se atreve a darse
de baja en un trabajo para realizar otra actividad más lucrativa, al tiempo que
sigue cobrando del primero; hay que perseguir a los que fomentan la economía
sumergida y a los que se dejan manejar y manipular por ésos. Y, sobre todo,
porque me resultan especialmente repugnantes, hay que detectar esos parásitos
sociales que no hacen más que poner la mano para percibir algún tipo de
subsidio sin merecérselo en absoluto.
La sociedad no puede ser la gran teta de Mamaíta Estado de la que mamar a conciencia y sin riesgo de que se
agote sólo porque uno considere que es injusto (y tonto) trabajar y que, por
tanto, la mayoría le tiene que mantener por justicia social o, sencillamente,
por narices. Hay demasiada gente que confunde la idea de ir a contracorriente con
mantenerse al margen de un conjunto mayoritario que, a la postre, crea la
situación perfecta que les permite disfrutar de lo imprescindible para seguir
adelante y gritar a los cuatro vientos que van contra el sistema, creyéndose,
así, más libres.
Nueva forma colonialista (en este caso hispana) a base de empresas en lugar de ejércitos. |
Ojito ahora con equiparar la detección de esos piojos
sociales con su eliminación física, porque no ha lugar, a pesar de las
necesidades de radicales de todo corte y color. Localizar significa saber
quiénes son para cortarles el grifo y se vean forzados a cambiar de rumbo, pero
no reeducarlos o depurarlos al estilo de Lê
Duân o de Franco (siempre se da
la circunstancia de que los extremos se juntan porque la vida es como un gran
círculo fuertemente fusionado). Perder la humanidad (o un mínimo rasgo de ella) es perder la razón, aunque
ésta pida a gritos dar de beber a la Tierra
con el vino de la vida que corre por las venas del Gran Mono Desnudo, y eso es imperdonable.
Aquí corresponde meter uno de los temas de grupos ibéricos
que más me han gustado de siempre desde que mi amigo Carlos González, de Vitoria, me los presentó: Hoy todo va mal de los Pánico
Speed (dedicado al pobre Esteban).